Canadá, Lo último

Es temporada de osos polares

Alista cámara y binoculares, octubre y noviembre es la época para viajar a Churchill, Canadá, a perseguir especies polares.

POR: Esther González Jacques

Octubre y noviembre son los meses perfectos para desaparecer del mundo y refugiarse en Churchill, Canadá, en busca de especies polares.

Las compañías Great White Bear Tours y Tundra Buggy ofrecen este tipo de viajes que incluyen hospedaje, alimentos y paseos guiados en autobuses para buscar osos.

La experiencia consiste en pasar gran parte del día en un autobús, acondicionado térmicamente, que visita varios paisajes de la tundra ártica para observar osos polares en su hábitat.

La paciencia es clave en esta aventura. Mientras esperas a que alguna especie aparezca, escuchas las historias de los guías, platicas con tus compañeros de paseo y tomas todo el chocolate caliente que se te antoje. La espera vale la pena, verás a los osos rodar, pelear entre sí, cuidar a sus críos y uno que otro se acercará hasta tu vehículo para olfatearlo.

El clima alcanza temperaturas menores a los menos seis grados centígrados, debes ir súper preparado con chamarras impermeables, ropa térmica y hasta botas de plástico para mantener los pies secos (allá las rentan por si no quieres cargarlas en tu maleta). También empaca tus mejores binoculares y lentes fotográficos.

Churchill es la última ciudad canadiense habitada por el hombre antes de llegar al círculo polar ártico. Para arribar a este destino debes volar hacia Toronto, luego a Winnipeg y finalmente salir en una avioneta rumbo a Churchill (este último vuelo también está incluido en los paquetes turísticos).

La vida en el Polo Norte

Churchill es una pequeña localidad con apenas una vía principal de no más de 10 cuadras. Se fundó en 1670 cuando la compañía Hudson’s Bay instaló una fábrica de pieles para exportarlas a Europa.

Todos se conocen, se saludan y saben quién es el forastero. Entre los viejos conocidos está el matrimonio de ancianos de la tienda de souvenirs, el guardia del Museo del Esquimal, los guías de turistas, los dueños de las cabañas que alojan viajeros, la familia portuguesa que llega durante la temporada de osos para atender el Gypsy’s Bakery (prueba su sopa de tiburón del ártico), el propietario del bar local…

Como extranjero, no es recomendable salir a curiosear, un oso puede aparecer en cualquier esquina, y en especial si es de noche. Siempre le puedes pedir a algún lugareño, o incluso a un policía, que te dé un aventón a tu hotel o al lugar al que te diriges.

Una escena clásica en las calles: dos guardias de seguridad subiendo a dos o tres osos a unas camillas con redes. Los oficiales los encuentran, los duermen con dardos tranquilizantes, los reúnen y un helicóptero se los lleva lejos de la población, y entonces los ves alejarse por los cielos.

Por momentos, Churchill se convierte en ese punto en la tierra al que un día decidirás escapar para esconderte del mundo entero, a pesar del clima.

 
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