Una vida dedicada a los murciélagos
Rodrigo Medellín es un biólogo mexicano decidido a proteger a los murciélagos de los peligros habituales, pero sobre todo de nuestros prejuicios.
POR: Diana Solano
Desde 1976, los Premios Rolex a la Iniciativa forman parte de la campaña Perpetual Planet y han otorgado un reconocimiento a iniciativas que transforman vidas y comunidades enteras para construir un mejor planeta para todos. Siguiendo los valores de calidad, ingenio, determinación y el espíritu emprendedor que ha impulsado a la compañía desde sus inicios, en Travesías presentamos esta serie de Guardianes del planeta, con perfiles de laureados con Premios Rolex a la Iniciativa. En esta entrega presentamos la historia de Rodrigo Medellín, un biólogo mexicano decidido a proteger a los murciélagos. De los peligros habituales, claro, pero también —y sobre todo— de nuestros prejuicios.
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La ignorancia y el miedo sobre lo que ocurre en la oscuridad de la noche, cuando densas nubes de murciélagos salen de sus cuevas en busca de alimento, han sido una de las grandes amenazas para su conservación. Estos mamíferos voladores, asegura Rodrigo Medellín —laureado con un Premio Rolex a la Iniciativa en 2008—, “son la especie más injustamente tratada en el mundo”. Por eso, el biólogo mexicano ha dedicado su vida y su carrera a conocer de cerca a estos animales, a impulsar iniciativas para su protección y a contrarrestar, mediante el conocimiento y la creación de redes comunitarias, la mala prensa de la que los murciélagos son objeto.
Sólo en México hay unas 140 especies de murciélagos, una gran variedad si se considera que hay registro de unas 1,116 en todo el mundo. Su abundancia en nuestro país —emblemático por su rica diversidad biológica— no es casualidad, ya que estos animales son responsables de una multitud de tareas ecológicas que posibilitan el equilibrio de los ecosistemas, la proliferación de especies vegetales e incluso el crecimiento de cultivos.
Cada millón de ejemplares come 10 toneladas de insectos en una noche, lo que permite que los campos se mantengan libres de plagas. Eso significa, en palabras de Medellín, que “si perdiéramos esos murciélagos, perderíamos los cultivos en cuestión de meses”, una amenaza que se suele asociar a las abejas, y no así a la fantástica variedad de murciélagos. Son, además, responsables de la dispersión de semillas en áreas extensas, gracias a su capacidad para recorrer grandes distancias. Frutas tropicales como los mangos, los higos o las guayabas no existirían sin su labor milenaria. Por si esto fuera poco, los murciélagos realizan labores de polinización en cientos de especies de plantas de importancia ecológica y económica. Una taza de café o un caballito de tequila: bienes sencillamente impensables sin la actividad nocturna de estos animales alados.
La industria del tequila, justamente, depende de que los murciélagos continúen ejerciendo su tarea de polinización; a su vez, una especie como el murciélago magueyero menor depende de la floración de los agaves para su supervivencia. La lucha por este recurso —en la que sin duda los murciélagos están en desventaja frente a una industria con valor de 3,000 millones de dólares anuales y que emplea a 50,000 familias— ha sido enfrentada con ingenio por Medellín, quien ha creado un sello mediante el cual las tequileras (y otras productoras de destilados del maguey, como el mezcal o el bacanora) reafirman su compromiso con el medio ambiente y, en específico, con sus polinizadores. La iniciativa de crear un tequila bat-friendly ya ha tenido resultados dignos de celebración: el magueyero menor salió de la lista de especies en peligro de extinción en la que se encontraba.
El pequeño murciélago de cabeza plana tuvo una fortuna similar. Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo había declarado extinto a mediados de los noventa, Medellín y su equipo lo encontraron en el noreste mexicano e impulsaron un programa de recuperación que, el año pasado, se tradujo en la identificación de 23 nidos de esta especie. Así, cueva por cueva —de las que hay unas 30,000 en territorio mexicano—, Medellín monitorea especies e impulsa programas de protección en colaboración con las comunidades locales, que poco a poco se convierten, también, en defensoras de murciélagos.
Sus programas abarcan nada menos que 28 estados del país, un alcance que él mismo atribuye al apoyo de Rolex, pues antes de obtener el galardón trabajaba en media docena de entidades. En 2007 creó, con otros conservacionistas, la Red Latinoamericana de Conservación de Murciélagos, en la que hoy colaboran ya 22 países de Latinoamérica y el Caribe. Global South Bats, una iniciativa más reciente, permitirá extender a países de África y Asia esta sólida red de protección de murciélagos.
Medellín siempre ha sido un apasionado de la fauna. A los 12 años, seguro de sus conocimientos sobre mamíferos africanos, participó en un concurso que se transmitía en televisión nacional. Un televidente, el doctor Bernardo Villa, mastozoólogo de la UNAM, quedó tan asombrado que lo invitó a una expedición en busca de murciélagos. “Uno de mis profesores —recuerda Medellín— me puso mi primer murciélago en la mano. Eso selló mi destino, nunca volví a mirar atrás”. Hoy, el biólogo mexicano, conservacionista y portavoz de la criatura más injustamente tratada en el mundo asegura sin rastro de duda y con el mismo entusiasmo de esa primera excursión: “¡Jamás me rendiré!”.
Para más información visita rolex.org. #PerpetualPlanet.
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