Brisbane es una ciudad perfecta para vivir, con un tamaño ideal: ni muy chica ni muy grande.
Uno de mis barrios favoritos de Brisbane es South Bank, que refleja muy bien la personalidad joven de esta ciudad, cuyo promedio de edad es de 35 años. En esta zona se crearon playas artificiales en la ribera del río Brisbane, por lo que es ideal para el ocio o los picnics familiares: siempre hay niños jugando por todas partes.
Además, está llena de pequeños cafés y restaurantes. Hay que hacer una parada en Stokehouse, un espacio muy agradable, justo al lado del río, con un menú muy variado y los mejores ostiones de la ciudad. Tampoco hay que dejar de pedir las papas fritas espolvoreadas con un poco de azúcar mascabada, peperoncino y ajo, ¡deliciosas!
El circuito alrededor del río es ideal para correr o andar en bici. La ruta termina en el Museo de Brisbane, la Galería de Arte Moderno, mejor conocida como GoMA, The Queensland Performing Center y la biblioteca, que es enorme.
El West End, al que llamo “el Brooklyn de Brisbane”, está lleno de jóvenes, y se diferencia de los demás barrios por su estilo más relajado y bohemio. Hay que caminar por Boundary Street, y las tardes de viernes y sábado aprovechar para pasar al Boundary Street Markets: un pequeño callejón que se convierte durante los fines de semana en mercado, donde puedes probar platillos de todas partes del mundo.
A mí me gusta el puestito chino, ahí tienen una buenísima selección de dumplings. En esa misma calle está un lugar llamado Brewing and Co., al cual se accede por un callejoncito —que tiene mesas afuera—, y donde el chef detrás de una barra te prepara al momento platillos deliciosos mientras te cuenta sus secretos y técnicas culinarias. Mis favoritos son el brisket y las palomitas de maíz con un poco de miel de maple y pedacitos de tocino para acompañar. Además, ofrecen una gran variedad de cervezas de barril y buen ambiente garantizado.
Algo que me gusta de Brisbane es que todos los días de la semana hay un mercado distinto en los barrios de la ciudad, y cada uno tiene una especialidad. Uno de mis preferidos es Jan Power Farmers Market —sólo se pone los miércoles— que vende productos orgánicos y regionales. Siempre paso por el puesto de hongos orgánicos, donde puedes pedir un platón de hongos con yogurt de coco, aguacate y quínoa. Otras delicias de este mercado son las frambuesas y el pescado fresco.
Otra parada imperdible es Powerhouse, un gran bodegón al lado del río que solía ser una estación de electricidad que alimentaba el sistema de tranvías de la ciudad. Hoy funciona como centro cultural donde hay danza, música, teatro, comedia, circo y una variedad de propuestas artísticas y eventos comunitarios para los niños y las familias. Incluso los sábados tienen un mercadito sobre ruedas de comida y artesanías. Ahí mismo está Bar Alto, una buena alternativa de cocina de fusión Italiana.
Y tratándose de Australia, a 30 minutos de la ciudad está Lone Pine Koala Sanctuary, la reserva de koalas más grande y antigua del mundo. También hay canguros, demonios de Tasmania y dingos. Todo esto para decir que si van a Australia, no dejen de visitar Brisbane, no se arrepentirán.
Ha dirigido más de 70 orquestas en Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón, Brasil, Suecia y Rusia (entre ellas la Orquesta de París, la Filarmónica de Londres, la Sinfónica del Radio de Berlín y la Cameristi della Scala de Milán). Actualmente es Embajadora Cultural Oficial de México. Sigue sus viajes en Twitter e Instagram en @alondradlp