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México y el secreto de sus grandes anfitriones

Es sabido, alrededor del mundo, que México es un país generoso. Dueño de una cultura celebratoria y hospitalaria que siempre recibe a propios y extraños con los brazos abiertos, los manteles extendidos y los vasos rebosantes de tequila. ¿Cómo logramos ser tan buenos anfitriones?

POR: Mónica Isabel Pérez

La fiesta es parte de nuestra idiosincrasia. Y los mexicanos nos mostramos siempre orgullosos de ello. Sabemos, y hacemos saber a quienes conocemos, que nuestra casa no es solo nuestra sino también de los demás —de todos los que quepan—; que donde comen dos pueden comer tres y que, en la vida —como dice la cultura popular—, “si hay dinero, tequila y amor, no hay otra cosa mejor”.

Sobre por qué somos tan buenos anfitriones, Octavio Paz apuntó en su memorable libro El laberinto de la soledad que nuestra tendencia a usar cualquier pretexto para reunirnos e interrumpir la marcha del tiempo para celebrar, tiene que ver con el hecho de que somos un pueblo ritual. “El arte de la fiesta, envilecido en casi todas partes, se conserva intacto entre nosotros”, apuntó el premio Nobel. “En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas de México”.

Esta generosidad, que es a la vez derroche y diversión, no solo la destinamos a los grandes eventos colectivos. Hasta la reunión casera más sencilla puede ser el origen de momentos memorables y, si se está en la compañía correcta, dos personas y una botella de tequila bastan para detonar una fiesta. Somos hospitalarios, alegres y desenfadados. Pero también somos cuidadosos. Porque un gran momento, pese a su carácter espontáneo, hace gala de otro de nuestros puntos fuertes: el arte de atender lo que nadie ve.

El actor Osvaldo Benavides, embajador de Tequila 1800, lo deja más claro en la nueva campaña de Tequila 1800 cuando dice que “un buen anfitrión presta atención a todo lo que sucede para que cada invitado se sienta como en casa” porque, lo sabemos bien, el secreto siempre está en los detalles.

No por nada Tequila 1800 tiene una etiqueta para distintos tipos de paladar. Porque no es lo mismo ofrecer un tequila que ofrecer el tequila ideal. Blanco, Reposado, Añejo o Cristalino, cada uno tiene notas que responder al gusto personal, pero también a los lugares y los momentos. Elíxir del agave, el tequila es parte de nuestra identidad nacional, aliado de nuestro espíritu de fiesta y de la naturaleza de “pueblo ritual” de la que hablaba Paz. Y, precisamente por eso, es un elemento infaltable en nuestras fiestas y reuniones y, en definitiva, un pilar de las celebraciones patrias. Y como precisamente se encuentran cada vez más cerca, es hora de planear el menú. Un maravilloso pozole, por ejemplo, que va perfecto con un 1800 Reposado si es rojo o uno Blanco si es verde al más puro estilo de Guerrero gracias a sus notas herbales que subrayarán la presencia del orégano.

O qué tal unos chiles en nogada, capeados o no —no vamos a entrar en ese debate ahora—, pero servidos al lado de un 1800 Añejo, complemento ideal gracias a los tonos de tabaco, caramelo y madera ahumada que ayudan a exaltar los sabores dulces y salados del manjar poblano y que, por cierto, hacen tan buena combinación con el chocolate, que también es perfecto para acompañar moles o postres con este ingrediente.

Claro, si decides apostar por la cocina del sureste, unos tacos de cochinita pibil maridados con 1800 Reposado no decepcionarán a nadie jamás. Pero si decides moverte hacia el norte, obtendrás el mismo resultado con un pescado zarandeado (tip extra: si eres de paladar dulce, esta etiqueta es espectacular compañera de un flan). Para cerrar la experiencia gastronómica y cruzar el umbral hacia el mundo de la fiesta, nada mejor que el 1800 Cristalino, un añejo que conserva la transparencia y la brillantez de los tequilas jóvenes, por lo que sorprende con su sabor suave y su característico terminado en oporto.

Inspiración para que las energías no bajen, la música suba y la atmósfera sea perfecta para tejer instantes inolvidables. Para que, como en la nueva campaña de Tequila 1800 y, regresando a las palabras de Paz, las almas estallen “como los colores, las voces, los sentimientos”.

 
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