Por la victoria
Fórmula 1 y Champaña, una tradición que nunca muere.
POR: Redacción Travesías
Entre la champaña y la Fórmula 1 hay una relación histórica. Durante los años cincuenta, las carreras de autos a nivel profesional se hacían en Champagne, Francia, donde, a manera de cortesía, se servía esta bebida a los tres primeros lugares —además de un ramo de flores—. Un día, como era de esperarse, un sediento ganador abrió una botella, desesperado, y al verla explotar, intento tapar la boquilla con el dedo, haciendo que se disparara con aún más fuerza. El gesto desató risas entre la gente y aquello se convirtió en un ritual de pódium.
En esa época, en la que el legendario Juan Manuel Fangio era el piloto estrella, las carreras de autos eran mucho más peligrosas que ahora. “Ganar una carrera en la que pudiste haber muerto era y sigue siendo un motivo enorme de celebración, y celebrar se trata, sobretodo, de compartir un buen momento,” dice Didier Mariotti, Director General de Mumm International. Durante muchos años Moët & Chandon fue la champaña oficial de la Fórmula 1, hasta que en 1999, sin mayor explicación, dejó de serlo. Desde entonces, Mumm tomó su lugar, y este octubre llega a México junto con la adrenalina de las carreras.
Mariotti es el responsable del sabor de Mumm, un producto que tiene tanto que ver con la tradición, como con la innovación. “Siempre tengo en mente la historia de la casa pero, al mismo tiempo, debo tener una mente abierta y preguntarme cómo vamos a tomar champagne en el futuro, porque el blend que hago hoy se toma en tres o cuatro años,” dice el originario de Montreux, Suiza. “Es muy difícil explicar cómo se hace un blend. Normalmente pruebo más de 400 vinos en los que, me gusten o no, se puede encontrar algo interesante. Claro que hay una parte científica básica pero, cuando pruebo, sólo escucho a mis sentidos. Un buen vino tiene que hablarte, darte algo; y tú tienes que tener la capacidad de dejarte tocar,” concluye.
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