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Kilómetro a kilómetro por los grandes ríos de África

El conservacionista sudafricano Steve Boyes recorre, a bordo de pequeñas canoas y en compañía de un equipo científico multidisciplinario, los grandes ríos de África. La aventura apenas ha comenzado, pero los hallazgos que ha hecho en territorios hasta ahora inexplorados marcan el inicio de un gran proyecto de protección.

POR: Diana Solano

Steve Boyes, cabeza de The Great Spine of Africa Expeditions, ha recorrido los distintos afluentes del gran sistema del Okavango. Foto: © Rolex / Jen Guyton.

Desde 1976, los Premios Rolex a la Iniciativa forman parte de la Iniciativa Perpetual Planet y han otorgado un reconocimiento a Iniciativas que transforman vidas y comunidades enteras para construir un mejor planeta para todos. Siguiendo los valores de calidad, ingenio, determinación y el espíritu emprendedor que ha impulsado a la compañía desde sus inicios, en Travesías presentamos esta serie de Guardianes del Planeta, con perfiles de socios y laureados con Premios Rolex a la Iniciativa.

El incansable explorador Steve Boyes –socio de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex– está decidido a conocer, proteger y preservar las fuentes de la vida. Por sorprendente que parezca, muchos de los grandes ríos de África han sido escasamente documentados por las comunidades científicas: sus aguas fluyen, se separan y confluyen a lo largo del continente; sus cuencas alimentan y dan sustento a unos 400 millones de personas y configuran ecosistemas muy diversos que alojan innumerables especies de flora y fauna. Todo ello sin que, cuando parece que tenemos toda la información del mundo al alcance de la mano en pleno siglo XXI, sepamos gran cosa de lo que ahí sucede: ¿cuál es el estado de los afluentes?, ¿qué amenazas se ciernen sobre ellos y qué implicaciones tienen?, ¿cómo podemos evitar una catástrofe conforme se hacen más evidentes los efectos del cambio climático?

Boyes, reconocido conservacionista sudafricano, lidera The Great Spine of Africa Expeditions, una Iniciativa que permitirá contestar estas preguntas gracias al recorrido, kilómetro a kilómetro, de los grandes ríos africanos. El nombre mismo del proyecto da una idea de su magnitud geográfica y temporal, pues es un tributo a la placa africana, que define los mayores afluentes y las cuencas del continente, incluidos los ríos Okavango, Zambeze, Congo, Nilo y Níger, además del lago Chad.

La primera de estas expediciones comenzó, a mediados de 2022, en las tierras altas de Angola, junto al curso del río Lungwebungu, el posible origen del Zambeze, el cuarto río más largo del continente africano y el más extenso de los que desembocan en el océano Índico. Boyes navegó a lo largo de 900 kilómetros a bordo de pequeñas canoas tradicionales conocidas como mekoro, junto con un grupo de especialistas en diferentes ámbitos –ornitólogos, expertos en invertebrados acuáticos o ADN ambiental, ecólogos– liderados por el biólogo y antropólogo Kerllen Costa, director nacional en Angola del National Geographic Okavango Wilderness Project (NGOWP) y pieza clave de una expedición que también suma la participación comunitaria.


El encargado y capitán, Gobonamang “GB” Kgetho, prepara el campamento después de una jornada en los mekoros. Foto: ©Rolex / Jen Guyton.

Al ser un proyecto fuertemente anclado en la observación y el registro riguroso de las condiciones presentes entre comunidades, especies animales, flora y ecosistemas, el equipo hizo pausas en su trayecto cada 10 kilómetros para obtener información y datos de cada tramo del río: cálculos sistemáticos de la estructura y el caudal, así como de la calidad del agua, imágenes del hábitat con drones, descripción de especies, entre muchos otros registros detallados de cada hallazgo. “Si se puede medir –dice Boyes–, lo medimos”. El objetivo, más allá de documentar estos ecosistemas ignotos, es que los recorridos puedan repetirse con toda precisión en cinco, 10, 15 años, y recabar evidencias tangibles de los cambios que están experimentando. Esta información será clave para establecer políticas de protección medioambiental con los gobiernos de los países que beben de estas aguas y cuya seguridad alimentaria e hídrica depende de la salud de los ríos.

La curiosidad de Boyes por esta región no es algo nuevo. Su formación en ornitología lo condujo, mientras estudiaba al pequeño lorito de Meyer, al delta del Okavango, una importante región de humedales que aún se mantiene intacta y que es hogar de una de las poblaciones más cuantiosas de elefantes, pero cuya integridad está amenazada por la sobrepesca, el desarrollo de la agricultura y el turismo. En 2015, Boyes lanzó el NGOWP, un esfuerzo de largo plazo enfocado en la investigación y protección de los ríos que alimentan la región.


El equipo ha recorrido el río Lungwebungu desde su nacimiento, en las tierras altas de Angola, hasta la frontera con Zambia. Foto: ©Rolex / Jen Guyton.

En 2019, Boyes y el NGOWP recibieron el nombramiento Rolex National Geographic Explorer of the Year gracias a hallazgos fundamentales: encontraron 18 fuentes lacustres, documentaron poblaciones de animales vulnerables y registraron unas 140 especies hasta entonces desconocidas. Y, quizá lo más relevante, revelaron la importancia de la denominada Torre de Agua del Okavango-Zambeze: vastas extensiones de turberas, ecosistemas que funcionan como esponjas que absorben grandes cantidades de agua, capaces de alimentar los ríos incluso en temporada de sequía. Estas formaciones pueden ser fundamentales para mantener la salud de los ríos conforme aumenta la temperatura del planeta, lo que hace imperativa su protección.

En esto, justamente, radica la importancia de la intensa documentación de The Great Spine of Africa Expeditions, pues, tras la primera travesía, Boyes considera que se ha demostrado que el Lungwebungu es la fuente más importante del río Zambeze. “El cambio climático traerá largos periodos de sequía. Éste es el colchón, el salvavidas”, destaca, en referencia a la asombrosa capacidad de almacenamiento de agua de las turberas.

Steve Boyes utiliza un avanzado instrumento de medición para recolectar y medir la calidad del agua en el río Lungwebungu. Foto: ©Rolex / Jen Guyton.

“Aún queda por delante el trabajo de toda una generación en estos ríos, el cual establezca estudios de base para que podamos protegerlos”, asegura Boyes, quien por lo pronto se encuentra en el proceso de planear la siguiente fase de su proyecto, la cual incluirá la navegación de los principales afluentes del Congo y el Nilo, y sólo se detendrá hasta haber alcanzado el objetivo de navegar a lo largo de 40,000 kilómetros, el equivalente a una vuelta entera a la Tierra.

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