Hacer visible lo invisible
Emmanuelle Périé-Bardout y Ghislain Bardout dirigen un proyecto de exploración para identificar comunidades de animales marinos en las profundidades oceánicas y crear conciencia sobre su preservación. Su primera expedición los llevó al Ártico, hasta el archipiélago de Svalbard, donde descubrieron un ecosistema tan hermoso como vulnerable.
POR: Diana Solano
Desde 1976, los Premios Rolex a la Iniciativa forman parte de la Iniciativa Perpetual Planet y han otorgado un reconocimiento a quienes transforman vidas y comunidades enteras para construir un mejor planeta para todos. Siguiendo los valores de calidad, ingenio, determinación y el espíritu emprendedor que ha impulsado a la compañía desde sus inicios, en Travesías presentamos esta serie de Guardianes del Planeta, con perfiles de socios y laureados con Premios Rolex a la Iniciativa.
En la helada oscuridad se extiende un denso bosque en el que, en lugar de plantas, animales de formas extrañas permanecen fijos al suelo y dan hogar y sustento a una rica biodiversidad. Esta imagen, que pareciera una ficción de otro planeta, en realidad describe una comunidad de animales marinos, un ecosistema del que, como muchas de las maravillas que proliferan en las profundidades oceánicas, aún sabemos muy poco, pero cuyos detalles comienzan a revelar los científicos y submarinistas experimentados de Under The Pole, un programa de exploración submarina fundado y dirigido por Emmanuelle Périé-Bardout y Ghislain Bardout.
Under The Pole, programa que por su compromiso con la exploración científica y un incansable deseo de preservar el mundo recibe el apoyo de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex, se ha dado a la tarea de identificar estos bosques de animales en diferentes mares como parte del programa Under The Pole IV, Deeplife 2021-2030. La primera expedición llevó al equipo a los alrededores de Spitsbergen, la mayor de las islas del archipiélago de Svalbard, en la costa norte de Noruega. Sólo llegar hasta ahí requiere mucha preparación y habilidad, pues es necesario sortear los grandes bloques de hielo marino que flotan en la superficie del océano Ártico, a temperaturas que rondan los –30 °C.
Una vez en su destino, los científicos y submarinistas hicieron repetidas sesiones de buceo en el agua helada y, equipados con rebreathers –que permiten reciclar el oxígeno y extender así el tiempo de cada inmersión–, recorrieron las zonas donde consideraban que podían encontrar este tipo de ecosistemas.
El frío fue, por supuesto, un enorme desafío. Cada inmersión requirió que se tomaran en cuenta las condiciones del hielo y el viento. No había espacio para la improvisación o el error. Pero eso no era todo: los bosques de animales marinos se encuentran a grandes profundidades, en la llamada zona mesofótica, entre 30 y 200 metros de profundidad, adonde la luz del sol apenas llega. La flora no se desarrolla en esas condiciones, por eso son animales, y no algas, los que conforman estos bosques tan especiales.
Tras varios intentos, el equipo descubrió el primer bosque de animales marinos del Ártico. A una profundidad estimada de 50 a 80 metros, corales, gorgonias (corales blandos) y esponjas se fijan al suelo y dan hogar a una biodiversidad rica, resiliente, casi milagrosa. Anémonas marinas, medusas bioluminiscentes y una abundancia de hidroides (o hidrozoos), semejantes a flores o helechos, completan la postal de este mundo submarino hasta hace poco desconocido.
El siguiente paso es tomar muestras, analizar y documentar toda la información derivada de este hallazgo; en el proyecto, de hecho, se involucran 13 instituciones académicas de seis países. Es importante conocer los criterios que sigue la vida en las profundidades, así como identificar los cambios que está experimentando la región, para así anticipar problemas futuros. Périé-Bardout, por ejemplo, recuerda que hace 15 años, en su primera visita, el paisaje era por completo diferente, lo cual no es de extrañar si se considera que en las últimas cuatro décadas se ha perdido la mitad de la masa de hielo del Ártico, una zona considerada entre las más vulnerables del mundo ante el avance de la crisis climática.
Además de haber dado forma a Under The Pole en 2007, por su interés compartido en el buceo y la exploración, Bardout y Périé-Bardout son parte de una familia. Ven en sus dos hijos la representación de las generaciones por venir, las cuales heredarán un mundo que debemos entregarles vivo, sostenible, en equilibrio. Y por ello es fundamental crear conciencia ahora, no sólo entre los entes públicos, sino entre la sociedad civil, que será clave en la defensa de la biodiversidad marina. Por eso, también, la misión más importante de Under The Pole es dar a conocer estos descubrimientos a la mayor cantidad de personas posible y hacer que estos ecosistemas de las profundidades marinas, que hasta ahora se han mantenido ocultos, sean vistos.
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