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El gato que ayudó a descifrar el código maya

Yuri Knórozov fue el experto que encontró sentido en la escritura maya, pero para lograrlo, necesitó la ayuda de su gata.

POR: Iker Jáuregui

Yuri Knórozov y su gata Asya.

“No hay escrituras indescifrables”, decía Yuri Knórozov, el lingüista ruso que resolvió el código maya. Incluso antes de haber realizado su prolífico estudio sobre la cultura prehispánica, él aseguraba que cualquier sistema de escritura producido por el hombre, podría ser leído por el hombre. Aunque probaría su punto con su propio trabajo, en realidad lo haría con ayuda no humana, asistido por nada más y nada menos que su gata Asya.

De hecho, el propio Knórozov peleó arduamente para que Asya fuera reconocida como una de las coautoras de la obra en la que descifró el código maya, ya que, de acuerdo con él, su participación en la investigación había sido crucial para su éxito. Aunque ninguna publicación accedió, Asya obtuvo su crédito en la mayoría de las fotos de Knórozov e incluso una famosa estatua que puedes encontrar en el Gran Museo del Mundo Maya de Mérida, donde aparecen retratados juntos.

Antiguo códice maya.

Pero, ¿cómo fue que un gato tuvo injerencia en un proceso de investigación tan complejo? Crucial para entender a una de las culturas más avanzadas de la historia. Aquí te lo contamos.

La historia de Yuri

Muchos aspectos de la vida de Yuri Knórozov siguen siendo un misterio para aquellos que lo han intentado estudiar. Además de que era un personaje enigmático, su labor desde la Unión Soviética le cobró cierta censura en Occidente. Aún en vida, su trabajo pasó por varios intentos de desprestigio y en realidad es poco lo que sobrevive.

Sin embargo, se sabe que Knórozov perteneció a las tropas que entraron a Berlín con el Ejército Rojo, al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando de hecho tuvo su primer contacto con la materia que lo obsesionaría durante el resto de su vida profesional. Según sus propios testimonios, fue ahí, en la Biblioteca Nacional de Alemania, donde encontró libros que incluían fragmentos de los códices mayas conocidos hasta ese momento: el códice Dresde, el códice Madrid y el códice París.

La estatua de Yuri Knórozov y Asya en el Gran Museo del Mundo Maya en Mérida.

Los símbolos en el papel captaron su atención y encaminaron sus próximos años, donde se dedicó al, entonces joven, estudio de la lingüística. Yuri Knórozov fue uno de los precursores soviéticos en la materia, se dedicó a profundizar en el sistema de escritura maya y en los intentos previos por descifrarlo. Principalmente en los trabajos de Diego de Landa, el misionero español a quien se le deben los primeros acercamientos y registros sobre este tema.

Después de años de intentos infructuosos, Knórozov tuvo que tomar un enfoque distinto a cualquier estudio anterior, logrando un entendimiento vanguardista que sirvió para acercarse, de una vez por todas, a los antiguos escritos. Eso sí, según el propio Yuri, la idea genial que lo cambió todo, vino de su gata Asya.

Una investigación felina

Antes de que Yuri Knórozov se enfocara en el código maya, los estudios previos habían malinterpretado los jeroglíficos como un alfabeto fonético, donde cada signo representaba un sonido que debía de pronunciarse al hablar. Desde ese enfoque, se había progresado poco para entender su significado real.

Knórozov entendió que, más bien, el código maya funcionaba como un sistema mixto que, además de fonogramas, también usaba logogramas para expresarse, o sea signos que representaban una palabra completa.

De acuerdo con su propio testimonio, este enfoque vanguardista se le ocurrió mientras observaba como su gata Asya le enseñaba a cazar ratones a sus crías. Knórozov comprendió que la madre establecía un sistema de comunicación para dar instrucciones y esto lo llevó a esbozar los primeros avances sobre su teoría.

Sólo gracias a esto, Yuri Knórozov pudo clasificar cerca de 355 signos silábicos que ayudarían a descifrar los códices mayas que se conocían. La intervención de Asya fue crucial para él, por lo que siempre luchó para reconocerla en su trabajo. A pesar de que no figura como la coautora que fue en la investigación, su labor no será olvidada por aquellos que conocen su historia.

Knórozov descifró que los signos mayas eran una mezcla fonética y de logográmas.

 
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