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De último minuto: planes para año nuevo para todo tipo de viajero

Destinos lejanos o experiencias memorables en la periferia de Ciudad de México, ¿dónde te gustaría recibir el próximo año?

POR: Redacción Travesías

Foto: Getty Images

Más allá de los clichés de comenzar un nuevo ciclo, de las 12 uvas con las 12 campanadas y la tradición de los viajeros supersticiosos de salir a la calle con las maletas para asegurar los viajes del año que viene, el año nuevo es el pretexto perfecto para reunirse con los que más queremos, para sentarnos a la mesa con la familia de sangre o la que elegimos a lo largo del camino y, en el mejor de los casos, descubrir un destino en conjunto.

Pero las complicaciones de la vida y las circunstancias del mundo actual no siempre nos permiten planear este tipo de viaje con la antelación suficiente.

Para esos despistados que se perdieron en el calendario, y apenas están decidiendo qué rumbo tomar para celebrar los últimos días del año, hemos creado esta guía.

Con amigos, en familia, en pareja: el año nuevo ideal para cada situación.

Lima

Con quién ir: en pareja

Cuándo ir: de mayo a noviembre

En pocas palabras, hay tres hechos que convierten a Lima en la ciudad perfecta para una escapada de último minuto en pareja: la primera, hay 15 vuelos diarios hacia ese destino desde Ciudad de México; la segunda, el recorrido dura poco menos de seis horas, y la tercera, e imbatible, se trata de una capital gastronómica, ubicada frente al océano Pacífico, en la cual el clima es bastante estable.

Esto último hace que no haya diferencias marcadas de precios según la estacionalidad. El resultado: una ciudad que te da la bienvenida en cualquier momento y en la que no debes ajustar tu presupuesto para viajar en ciertas fechas.

Al grano, hay mucho que ver en la antigua capital del virreinato del Perú, fundada en 1535. El Centro Histórico posee muestras de una arquitectura colonial distintiva por sus balcones de madera inspirados en el diseño morisco; en Barranco, el barrio bohemio, hay tiendas de libros, de diseño y cafeterías donde puedes demorarte por horas antes de pasar por un pisco sour, el coctel nacional, en alguno de los bares más tradicionales, como el del Hotel Maury, o el pisco sour Catedral, en el Gran Hotel Bolívar del Centro Histórico.

Fotos: Diego Parás

La gastronomía está en el centro de la experiencia: Central, del chef Virgilio Martínez, ocupó en 2021 el primer lugar de los Latin America’s 50 Best Restaurants por recoger los sabores auténticos de regiones diversas de Perú, como la Amazonia y la costa, en una versión contemporánea y utilizando ingredientes según su estacionalidad.

Un restaurante casi hermano de Central, en cuanto a la visión sustentable y la intención de rescatar los ingredientes tradicionales del país andino, es Kjolle, cuya chef, Pía León, quien colaboró en Central, fue reconocida como la mejor en la categoría femenina de los 50 Best, y también Maido, del chef Mitsuharu Tsumura, con cocina nikkei, como se conoce la fusión entre los sabores de Perú y Japón. Para cerrar la noche puedes ir a tomar un trago a Carnaval Bar, en Miraflores, o a Bodega Pisselli, en Barranco.

Aun si nunca surfeaste, puedes ir a la costa y tomar tus primeras clases (hay muchas escuelas, como Pukana Surf Perú o Etnia Perú), ya que hay olas para todos los niveles. En cuestión de hospedaje hay muchas opciones; algunos de los mejores barrios para hospedarte, por su ubicación y la oferta gastronómica y de tiendas, son Miraflores (Atemporal o Attalea) y Barranco (Hotel B y Villa Barranco).

Desde Lima también puedes tomar excursiones al pasado prehispánico: en una hora en avión llegas a Cusco (hay 126 vuelos diarios, por lo que no tendrás dificultad en hallar uno).

Allí te conviene contratar un guía (los encuentras en la entrada con su identificación y cobran unos 10 dólares) que te explique la compleja arquitectura de esta antigua ciudad erigida a mediados del siglo XV y que se cree que fue sitio de residencia del noveno emperador inca. En pocos días sentirás que has vivido un mes fuera de México.

Cancún

Con quién ir: en familia

Cuándo ir: del 22 de diciembre al 3 de enero

En la categoría de destinos de playa, Cancún lleva décadas entre los destinos favoritos de mexicanos y extranjeros; nuestra ventaja es que lo tenemos a la vuelta de la esquina. Desde la capital del país hay 174 vuelos diarios (y desde el resto de la República también la frecuencia es alta). Por lo tanto, conseguir boletos de último momento no es una misión imposible.

En diciembre, Cancún se pone mejor que nunca: no hay huracanes ni lluvias, el clima es agradable (el invierno allí es un verano intenso) y la ciudad tiene más oferta de entretenimiento que nunca.

Al viajar en familia, por los costos siempre es buena idea alojarse en un departamento de renta temporal; sin embargo, en este destino hay paquetes de todo tipo y nuestra recomendación es olvidarse de lavar trastes y tender camas, porque para eso no se va al paraíso.

La zona hotelera cuenta con algunas de las mejores playas, tan sólo necesitas echarte en un camastro, idealmente temprano en la mañana. Si eres fan de los atardeceres, hospédate también en esta zona, pero del lado que da a la laguna Nichupté, no te arrepentirás.

Obvio –aun si ya lo has hecho–, recorre la ruta de los cenotes para nadar en estas pozas de agua fresca y cristalina (en los días más calurosos son un bálsamo).

En tu viaje no puede faltar una visita en barco a Isla Mujeres y, antes de llegar a ésta, hacer una escala en “el azul”, como se le conoce a una fracción de mar entre la isla y Cancún, por su tono azul turquesa vibrante: es un spot perfecto para darse un chapuzón y practicar esnórquel. Al llegar a Isla Mujeres, pide que te dejen en Punta Norte, una de sus playas más bonitas.

Si tienes niños pequeños, Xcaret es el principal centro de diversión para ellos. Puedes comprar un pase de un día y dejar que gasten su interminable energía: tiene más de 50 atracciones, como la Torre Escénica, la más alta del Caribe mexicano.

En la laguna Nichupté, una de las mejores creaciones de la naturaleza, puedes hacer de todo: rodeada de manglares y con una calma que envidiamos quienes vivimos en la capital, es posible nadar, recorrerla en kayak o, si extrañas la adrenalina (pese a lo dicho anteriormente), en jet sky o waverunner.

El manglar donde se ubica, de unas 3,000 hectáreas, está siendo reforestado y allí mismo te ofrecen la posibilidad de participar recolectando semillas del mangle o sembrando, aunque a veces, con el sólo hecho de conocer el valor de los humedales para el ecosistema de la zona, es más que suficiente y eso lo puedes hacer con un guía local. Algunos de los lugares más ricos para comer tienen vista a la laguna, como los clásicos Lorenzillos y Navíos o Funky Geisha.

Hablando de comida –y en el centro de Cancún–, no puedes dejar de probar el restaurante japonés Yamamoto, los mariscos de Los Aguachiles o los platillos de El Tigre y El Toro, perfecto para una salida romántica dentro de tu escapada familiar. En cuanto a los niños, es probable que prefieran el menú de Pizza Rolandi. Si quieres salirte de la ruta gastronómica tradicional, te recomendamos los mariscos de Puerto Santo, en la playa de Puerto Juárez.

Un plan que no falla: visitar el sitio arqueológico El Rey. Ubicado en el kilómetro 18 del bulevar Kukulcán, es un imponente conjunto arquitectónico que, se cree, data del siglo III a.C. A tal punto llega el misterio sobre su origen que se desconoce el nombre original con el que lo conocían los mayas. Fue abandonado en el siglo XVI, tras la conquista, pero afortunadamente se conserva muy bien.

Japón

Con quién ir: en pareja o solo

Cuándo ir: entre el 24 de diciembre y el 7 de enero

Después de más de dos años cerrado al turismo, Japón acaba de reabrir sus puertas a la gran mayoría de los viajeros del planeta.

Con las vacaciones de fin de año a la vuelta de la esquina, ¿una escapada de último minuto al país del sol naciente sería una locura? No realmente, ya que el invierno suele ser temporada baja, hay poco turismo y los precios son muy accesibles.

Además, el yen no atraviesa su mejor momento y eso es algo que los viajeros pueden aprovechar, con comidas y hospedajes de muy buena calidad a precios súper accesibles.

Cuando preparamos esta nota, el vuelo directo de Aeroméxico todavía no tenía fecha confirmada, por lo que la única opción es el vuelo diario de ANA: un vuelo el 28 de diciembre, con regreso el 11 de enero, rondaba al cierre de este número los 2,000 dólares.

Japón es una buena idea en cualquier época, pero visitarlo durante el fin de año tiene ventajas especiales. Lo primero, aquí no se celebra ni Navidad ni Año Nuevo. A diferencia de otros destinos, poco cambia en este país durante estas fechas (¿alguna vez escucharon que los japoneses comen KFC en Navidad?). Esto hace que ni haya muchos turistas ni se eleve la demanda de hoteles.

Fotos: Diego Berruecos

Durante el invierno, el clima es frío en la mayor parte del país, de hecho, es común que en las zonas montañosas haya nieve. Éste es el clima ideal para disfrutar una de las tradiciones más japonesas, el onsen.

Los baños termales aparecen a lo largo y ancho del país, generalmente ubicados en los ryokai, hoteles tradicionales donde uno puede aprovechar la experiencia de dormir sobre un tatami y probar un delicioso menú kaiseki, una cena tradicional que ofrece especialidades locales preparadas en pequeñas porciones que permiten probar de todo un poco.

Además de dedicar unos días a explorar Tokio, sería ideal también ir a Kioto y guardar una o dos noches para algún pueblo más tradicional: Kinosaki, Takayama, Koyasan, etc. Para los que ya han ido, y regresan con ganas de explorar, está Yufuin, en la isla de Kyushu. Este poblado es famoso por sus terrazas de arroz y aguas termales. El hotel KAI, que apenas se inauguró el verano pasado, se alza justamente sobre esas terrazas con un estilo moderno pero muy japonés y tiene unas hermosas vistas del monte Yufu.

Antigua, Guatemala

Con quién ir: con amigos

Cuándo ir: entre el 25 de diciembre y el 30 de diciembre

Tan cerca pero tan lejos, el destino ideal para los que quieren hacer un viaje que se sienta lejano aunque no dispongan de mucho tiempo. Con apenas dos horas de vuelo desde Ciudad de México y precios muy razonables –mientras preparábamos esta nota, un vuelo redondo del 25 al 30 de diciembre salía en 3,900 pesos–, una visita a Guatemala es buena idea, siempre.

La razón principal no es que esté cerca ni que haya buenas opciones de viajes aéreos, lo mejor de esta recomendación es que Antigua es una de las ciudades coloniales más hermosas del continente, sin temor a equivocarnos.

Sus tranquilas calles empedradas recuerdan a San Cristóbal de las Casas o Oaxaca, pero los imponentes volcanes que la rodean ofrecen un telón de fondo muy distinto. La vieja capital del país –de ahí el nombre– ha conseguido mantener la armoniosa arquitectura colonial que, de hecho, es el resultado de una cuidada planeación urbanística en el siglo XVI, en 1543 para ser más exactos, y que usó como inspiración el diseño de las ciudades renacentistas italianas.

Foto: Getty Images

Ésta es una de las razones por las que la UNESCO le dio el título de Patrimonio de la Humanidad.

Caminar por las calles de Antigua es también un recordatorio constante de aquel terremoto que la destruyó en 1773. Entonces, la ciudad que se conocía como Santiago de los Caballeros de Guatemala, la “antigua” capital, fue abandonada y trasladada a la actual Ciudad de Guatemala.

La gran mayoría de los edificios que hay que visitar muestra las cicatrices de los temblores que la asolaron (fueron tres temblores en un mismo siglo los que acabaron con la popularidad de la ciudad).

Para visitar: el espectacular convento de La Merced, el famoso arco de Santa Catarina, el Museo de Arte Colonial –el estilo de su arquería es muy particular–, el mirador del cerro de la Cruz, para tener una buena perspectiva de la ciudad, y los tres volcanes que la rodean: el de Agua, el de Fuego y el de Acatenango. Hay que asomarse al Real Palacio de los Capitanes Generales y, claro, a la Catedral.

Se debe tomar en cuenta que desde Ciudad de Guatemala hay que ir por carretera hasta Antigua (poco menos de dos horas) y que hay también la posibilidad de visitar el famoso lago Atitlán y el mercado de Chichicastenango, a unas tres horas más por carretera.

Fuera de la ruta queda la experiencia de conocer Tikal, aunque es posible incluirla en una escapada volando desde Ciudad de Guatemala hasta Flores y regresando un día después.

Los Ángeles

Con quién ir: en familia

Cuándo ir: del 27 de diciembre al 5 de enero

Viajar a Los Ángeles con poca anticipación no es complicado. Primero, porque hay por lo menos seis vuelos directos al día que salen desde Ciudad de México con rumbo a Los Ángeles. Por otro lado, y al tratarse de una ciudad bastante grande con una oferta de hospedaje muy vasta, encontrar un buen lugar para dormir tampoco representa un problema.

Para viajar en familia (o en un grupo de más de cuatro personas), lo ideal es rentar una casa para tener mejores espacios, y porque en la ciudad hay algunos de los mejores farmer’s markets de California, como el Santa Monica Farmer’s Market y el Echo Park Farmer’s Market.

Entonces, vale la pena ir de compras y cocinar algún día o al menos desayunar en casa, para probar el producto californiano. Para quien prefiere hospedarse cerca de tiendas y restaurantes, Silver Lake o Echo Park son muy buenas zonas.

Foto: Diego Berruecos

Sobre todo porque no son el clásico Los Ángeles (flashy, muy Hollywood), sino que tienen una vibra más auténtica y local. Para grupos grandes y con poca anticipación también hay opciones menos céntricas, como Pasadena, que tiene un encanto propio, pero sigue a una distancia bastante decente de la ciudad.

En general, ésta es una metrópoli con muchas opciones para realizar actividades al aire libre, como hikes, paseos en bicicleta por Venice Beach o, simplemente, sentarse en una banca de Muscle Beach para ver a los skaters y roller skaters presumir sus habilidades. La oferta de museos es muy interesante y va desde lugares de arte contemporáneo, como el Broad Museum, hasta sitios más clásicos, como LACMA.

Cuando se trata de comer, los restaurantes asiáticos brillan por sus sabores auténticos. Es una ciudad ideal para probar comida genuinamente coreana, china o tailandesa.

Además, estos sitios pueden acomodar mesas grandes sin problema y tienen muchas opciones para compartir. Por supuesto, y porque hablamos de Los Ángeles, no faltan los cafés de especialidad, las panaderías, los sitios vegetarianos, bares de vino natural y platillos hechos a la medida para Instagram.

Del Nevado de Toluca a Valle de Bravo

Con quién ir: solo o con amigos

Cuándo ir: del 30 de diciembre al 1 de enero

Hay una caminata que va del Nevado de Toluca a Valle de Bravo. Esta actividad se tiene que hacer sí o sí con un guía y como parte de un grupo.

Hay varias compañías que se encargan de organizarlo para ti, como Akampa o Instinkt. Ellos resuelven el tema de logística, hospedaje, comida y transporte. Tú sólo te tienes que preocupar por llegar al punto de encuentro y disfrutar el camino (y, por supuesto, llevar ropa y zapatos adecuados para esta caminata).

Es un plan para personas que generalmente son activas, pero tampoco demanda mucho esfuerzo físico. Podríamos colocarlo en un tipo de actividad “promedio”. El camino es bastante plano; de pronto hay un par de subidas y bajadas, pero nada demasiado extremo.

La travesía comienza en Toluca, con rumbo a Corral de Piedra, donde pasas la noche. Son dos días de caminata, en los que en total recorres un promedio de 40-45 kilómetros, pasando por praderas, distintos microclimas, cuerpos de agua diversos, zonas boscosas. Tu entorno va cambiando conforme avanzas, pero el silencio y la paz que te rodean son constantes.

Después de que pasas el primer día caminando durante aproximadamente seis horas, llegas a tu primer destino. La recompensa luego del camino recorrido: una sopa de hongos recién hecha, un baño de agua caliente, una cerveza y una pequeña cabaña que, a pesar de ser austera, se siente como un refugio perfecto, donde puedes hacer una pequeña fogata antes de dormir.

Al amanecer hay que ponerse nuevamente las botas y olvidarse del dolor de pies para terminar el camino. Un café de olla, unas quesadillas con tortillas hechas a mano y un poco de fruta funcionan como la gasolina para los siguientes kilómetros.

Después de siete horas más de caminata, entre ríos, borregos, lagos y gallinas, llegas a Valle de Bravo. La gran mayoría vuelve a la ciudad el mismo día. ¿Nuestra recomendación? Quedarse un par de días más, agendar un buen masaje y cenar una pasta recién hecha de La Trattoria para celebrar la larga caminata y, por supuesto…, recibir el Año Nuevo.

 
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