En su primera expedición con la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), Christopher Fisher, quien anunció el descubrimiento de Angamunco —probablemente la ciudad más grande de la civilización purépecha—, regañó a su equipo porque alguien pasó caminando a 10 metros de una pirámide y no la detectó, pero dicha tecnología, desde un avión a cientos o miles de metros de distancia, sí.
A la hora de revisar quien cometió el error, se dieron cuenta de que había sido el mismo Christopher. Pero, en realidad, ¿cómo detectar una pirámide cubierta por la maleza y una capa de piedra volcánica a simple vista?
El equipo del maestro de la Universidad del Estado de Colorado estudia la zona desde 2009, y no fue sino hasta febrero de este año que los avances que pudieron haber tomado al menos una década, se dieron en cuestión de semanas. Esto gracias a una tecnología que radica en el uso de láseres para mapear un área determinada, y así conocer de manera más rápida, precisa y eficiente la topografía del terreno. Puede ser montada en aeronaves que van desde un dron hasta un avión, e incluso hay aparatos que caben en la palma de la mano para usarlos en espacios más pequeños.
Los avances científicos
En la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance Científico, en febrero pasado, Juan Carlos Fernández Díaz —el operador de dicho láser en la misión de Angamunco— mencionó cinco puntos clave que se están logrando gracias al uso de esta tecnología en la arqueología:
- No sólo se están encontrando nuevos sitios. Incluso en los más conocidos, como Tikal, en Guatemala, o Caracol, en Belice —que han sido mapeados durante décadas—, gracias al uso de LiDAR ahora se sabe que los sitios son mucho más grandes y complejos, además de que cuentan con más estructuras de lo que se sabía.
- Se están encontrando nuevos sitios en áreas que se creía que no eran óptimas para el desarrollo de poblaciones humanas.
- Además del hallazgo de grandes pirámides, templos y plazas, se han localizado sitios más pequeños con zonas residenciales, los cuales permiten conocer a las civilizaciones con un mayor nivel de detalle.
- Hay grandes áreas en las que el terreno natural ha sido modificado por humanos, en donde hay evidencias que había un control del agua para utilizar esas tierras con fines agricultores.
- Existe una enorme base de datos a partir de todos estos logros, que podrá ser utilizada para la protección y estudio de los sitios culturales; además del resguardo y desarrollo de los ecosistemas y ambientes humanos que los contienen.
Los hallazgos
Uno de los descubrimientos más destacados que se han llevado a cabo gracias a esta tecnología es la ciudad prehispánica de Angamunco, ubicada en Michoacán, que abarca 26 km2 y cuenta con 40 000 construcciones. Se piensa que aquí vivieron más de 100 000 personas y que tenía un intenso sistema de control de agua. Además, el uso de LiDAR está siendo ampliamente utilizado en Guatemala, por lo que se han descubierto más de 60 000 edificios mayas que habían permanecido sepultados bajo la densa vegetación de la selva centroamericana. “Lo que pensábamos que eran territorios prístinos de selva, en realidad son jardines abandonados”, dijo Fisher en la conferencia.
Por varios factores como la deforestación, desastres naturales e incluso la guerra, muchos de estos sitios desconocidos corren el riesgo de desaparecer, por lo que los arqueólogos buscan hacer un compendio de mapas tridimensionales para preservar muchos de ellos que, aunque no vayan ser estudiados en su totalidad, quedarán registrados para siempre.
Por maravillosa que sea la tecnología nunca podrá reemplazar el trabajo tradicional del arqueólogo, el cual necesita estar en contacto directo con los restos de la civilización en cuestión. Se trata más bien de una herramienta complementaria, una especie de mapa para no perderse en la tierra: “Usando métodos tradicionales en Angamunco nos toma dos meses y medio estudiar 1 km2 estando en el suelo, utilizando los mapas de LiDAR podemos hacer 4 km2 en el mismo tiempo”.
Si bien la arqueología estudia el pasado, hoy en día apunta hacia el futuro. Los científicos de los próximos años podrán leer, interpretar y estudiar la información recopilada de maneras que por ahora no podemos imaginar, logrando así nuevos hallazgos. La introducción de este tipo de tecnologías alumbró el inmenso camino que el mundo de la arqueología tiene por delante: “Nos tenemos que dar cuenta de que hay mucho trabajo por hacer… hay muchas áreas en las que buscar en todo el mundo”, finalizó Juan Carlos Fernández Díaz.