Chapultepec de noche
Visitar el Castillo de Chapultepec de noche es un alucine. Es como verlo en la intimidad, cuando no hay filas de gente.
POR: Redacción Travesías
Ninguna ciudad cuenta con un parque como Chapultepec, privilegiado por gobernantes mexicas como Moctezuma o Nezahualcóyotl (que lo dotó de ahuehuetes), o por Maximiliano y Carlota, quienes hicieran su residencia en lo que había sido el colegio militar, para felicidad de gobernantes posteriores, como Porfirio Díaz.
Visitar el Castillo de Chapultepec de noche es un alucine. Es como verlo en la intimidad, cuando no hay filas de gente asomada en cada esquina y se puede deambular como lo hicieran los emperadores y la corte en su momento.
A Maximiliano y Carlota les tocó ver los jardines colgantes de Chapultepec, donde se bañaba la Malinche. Y desde las terrazas del Alcazar, los lagos de Xocotlán y de Chalco llenos de flores salvajes y de árboles gigantes. Les tocó ver todos los ríos que bajaban de la montaña. Les tocó ver el paraíso.
Una de las cosas más memorables en la visita nocturna es ver los baños de Carlota (la loca de bouchon) iluminados. En el baño hay una tina hondísima de mármol mexicano de una sola pieza. La tina la tenían que llenar con agua del río y subir en mulas hasta la cima. Luego tenían que calentar el agua en fogones y echarla a la piedra helada a cántaros para el disfrute de la Emperatriz. Y cómo debió haber disfrutado esos complicadísimos baños…
El Alcázar, que domina buena parte de la ciudad, es tan fantástico como la historia de México —ahí está la cama de Maximiliano y un mural de Orozco con una colosal cabeza de Benito Juárez, por no hablar de las recámaras de Díaz, un piso arriba de la sala pintada por Siqueiros. Para hacer este recorrido nocturno (y otros excepcionales viajes urbanos), visita Club Travesías y únete. En verdad vale la pena.