Aterrizar en el aeropuerto internacional de Puerto Vallarta no es muy diferente a hacerlo en Cancún, en Los Cabos o en Cozumel. Numerosos tour operadores, tiendas de productos mexicanos, uno que otro bar con margaritas, y (mucho) aire acondicionado, dan la bienvenida. Desde aquí, ya es posible divisar las torres de apartamentos y grandes complejos hoteleros que se extienden por toda la zona hotelera hacia el sur, pero nuestro transporte nos lleva en la dirección contraria. A los costados de la carretera, Starbucks Drive Thru, escuelas de surf y farmacias con nombres en inglés, se alternan con refaccionarias y puestos de antojitos, mientras pueblos que alguna vez fueron aldeas de pescadores, como Bucerías y Cruz de Huanacaxtle, aparecen.
La carretera Tepic-Puerto Vallarta (ocasionalmente también llamada ‘Boulevard Riviera Nayarit’) sigue hacia el norte, a Sayulita, San Blas y Tepic, pero una desviación termina de rodear la Bahía de Banderas. Aquí, justo donde concluye la bahía, y a tan sólo a 40 km del aeropuerto vallartense, se esconde Punta Mita, uno de los destinos turísticos más exclusivos de todo el continente americano.
Una península privada y un objetivo claro
A diferencia de Puerto Vallarta (famoso desde que Ava Gardner y Richard Burton grabaron aquí la legendaria película ‘La Noche de la Iguana’ en los años 60), la historia del turismo en Punta Mita es bastante reciente. “Ahora escuchamos mucho de Punta Mita por todos los hoteles que están llegando a Riviera Nayarit, pero lo que ha hecho verdaderamente especial a este lugar, es la visión que tuvieron las personas que lo gestaron, y su misión para volverlo un destino de lujo desde el principio” afirma Miguel Peregrina, director de comunicaciones del Four Seasons Punta Mita. En efecto, Punta Mita abrió oficialmente en diciembre de 1999, convirtiéndose de paso en la primera comunidad privada de lujo en toda América Latina. Fiel a su objetivo, desde el día uno lo hizo además acompañado por la legendaria cadena canadiense.
Tendrían que pasar diez años para que llegara el segundo hotel a la pequeña península: el St. Regis Punta Mita; que abrió sus puertas en enero del 2009 y fue la primera propiedad de esta cadena en Latinoamérica. Con el St. Regis, llegaron por supuesto los mayordomos, los bloody maries, y las ceremonias del té vespertinas, pero más importante, llegó también Carl Emberson.
El señor Punta Mita
Originario de Fiji, Emberson se ha ganado el apelativo de ‘el señor Punta Mita’, y no es para menos. Graduado en administración de hoteles en la legendaria escuela suiza de hospitalidad de Les Roches, y con una experiencia de más de 20 años trabajando en Australia, Brasil, Uruguay, Argentina y Bélgica, Emberson llegó al St. Regis Punta Mita en noviembre de 2010, un momento en el que el nuevo hotel experimentaba varias dificultades. El hotelero vio todas las cualidades y el potencial del destino, y supo entonces lo que tenía que hacer: poner a Punta Mita en el mapa.
Para consolidar entonces al pequeño y exclusivo micro-destino, Emberson comenzó una serie de eventos que no sólo aprovecharan las principales atracciones del lugar (como sus playas y buen clima), sino que también colocaran a la península en el radar de los viajeros de alto nivel: el Punta Mita Gourmet & Golf Classic celebró así su primera edición en 2011, y el Punta Mita Beach Festival hizo lo propio en 2012.
‘Greens’ en el Pacífico
Que Emberson haya decidido usar el golf para potenciar el destino fue una idea lógica. Punta Mita cuenta con dos campos: Pacífico, que abrió junto con el desarrollo en 1999, y Bahía, inaugurado apenas en 2008. Ambos fueron diseñados por Jack Nicklaus y, más aún, ofrecen a los golfistas vistas o del océano, o de las montañas de la Sierra Madre que rodea la Bahía de Banderas (a veces de ambos). Mención especial merece además el Tale of the Whale, que pertenece al campo Pacífico y que ostenta el título de ser el único hoyo en el mundo que se encuentra en una isla natural.
La belleza y calidad tanto del Pacífico como del Bahía les ha valido su inclusión en innumerables listas de los mejores campos de golf en el mundo, y su uso es exclusivo para los huéspedes y residentes de Punta Mita (de hecho, y aparte del Four Seasons y el St. Regis, la península cuenta con 14 comunidades residenciales). Así que, temporada tras temporada, profesionales y aficionados del golf llegan, o regresan, a este destino con el único deseo de practicar este deporte.
20 años después… un nuevo destino
En estas dos décadas, Punta Mita ha así consolidado una oferta compuesta por dos hoteles (que frecuentemente aparecen entre los mejores de México), 14 desarrollos habitacionales, 2 campos de golf, 4 clubes de playa, varios eventos de temporada y gran variedad de restaurantes. Más aún, las limitantes de tamaño de la península no ha sido obstáculo para que nuevos resorts hayan desembarcado a su alrededor, y lo que comenzó como una pequeña comunidad privada ha generado un micro-destino totalmente nuevo en torno a sí misma.
La combinación entre la vibra relajada de los pueblos surfistas de Sayulita y San Pancho, y la sofisticación de Punta Mita, ha atraído a algunas de las marcas hoteleras más exclusivas y propositivas del mundo. Más aún, la filosofía de siempre ir más allá, establecida hace 20 años por el Four Seasons, ha dejado la vara alta en toda la región, y cada hotel se ha esforzado para crear experiencias únicas según su propio estilo, pero siempre incorporando la cultura, los ingredientes, y las recetas locales.
Los nuevos vecinos
Gracias a su pasarela tapizada por mosaicos que retoman motivos huicholes, el W es imposible de confundir. Sus interiores —decorados con tablas de surf, murales de graffiti pop y muros color turquesa— se han encargado de traer la vibra de Sayulita al resort, y como no podía ser de otra manera, la música es algo que siempre está presente. El hotel busca activamente darle un lugar a lo mejor del talento local, y bandas tanto de Vallarta como de Bucerías suelen tocar en el foro al aire libre del hotel para los conciertos (con distanciamiento social) que organiza cada dos meses: Sunset Series Live y Sundown Chasers.
Por otro lado, el Conrad, otro de los nuevos vecinos, ha apostado por una serie de experiencias culinarias inspiradas en la riqueza gastronómica del Pacífico mexicano. El hotel cuenta con su propio alambique y una biblioteca de licores que, más allá del tequila, resguarda botellas que almacenan lo mismo mezcal de agaves silvestres de San Luis Potosí, que sotol o bacanora (y que pueden probarse en la Agave Experience, una cena degustación que ofrece el establecimiento). Un poco más al norte, Imanta presenta una colección de 12 llaves (2 villas y 10 suites) que ofrecen una experiencia de lujo y privacidad, en un terreno de 250 hectáreas de bosque costero.
Mención aparte merece Mandarina, una nueva comunidad privada a 55 km al norte de Punta Mita, y que promete una oferta culinaria de alto nivel, un campo ecuestre y dos hoteles de híper lujo: un Rosewood, programado para abrir en 2023, y un One & Only, recién inaugurado, con todo y un restaurante a cargo de Enrique Olvera. Mientras tanto, Susurros del Corazón, un nuevo hotel de Auberge Resorts se prepara para abrir en 2022, y más al norte, pasando Guayabitos, el nuevo desarrollo de Costa Canuva (y su promesa de traer a Fairmont y Ritz-Carlton a la Riviera Nayarit) se encuentra en construcción.
Una puerta al paraíso
De esta manera, y aunque se suele pensar que no hay mejor acompañamiento para la playa que las palmeras, el bosque costero que cubre los cerros que a su vez rodean las playas de la Riviera Nayarit parecen probar lo contrario. En efecto, y entre las improbables y felices combinaciones que suelen crear grandes destinos turísticos, la Riviera Nayarit parece haberse ganado la lotería. Y tras un día de jugar golf, disfrutar buena comida, surfear, hacer hiking, avistar ballenas, liberar tortugas, o explorar algún pueblo cercano, sentarse a observar uno de los siempre cumplidores atardeceres del Pacífico, siempre es buena idea. Después de todo, Mita significa ‘puerta al paraíso’ en cora.