Querétaro es un estado polifacético: una ciudad moderna y también una reserva natural enorme y generosa. Quizá por eso seis de sus territorios fueron declarados Pueblos Mágicos, entre ellos por supuesto San Sebastián Bernal. Un sitio pequeño, colorido y muy tradicional en el centro de México. Para conocerlo bien basta pasar un par de días entre sus calles del centro y dejarse atraer por las actividades de aventura y descanso que ofrece.
Este pueblo —que hace muchos años fue minero— es el arquetipo de los destinos más pintorescos del país: es pequeño, colorido, tranquilo y muy lindo. Por la cercanía con la Ciudad de México es un ideal para conocer en un par de días o en un puente vacacional.
Su Centro Histórico es el cuadro que reúne todas las propuestas que hay que conocer. Es muy recomendable recorrerlo en un tranvía turístico primero y después caminar hacia los lugares que más hayan captado la atención durante el trayecto. Entre sus calles es fácil encontrar las muestras más sabrosas de su gastronomía: las gorditas de maíz quebrado rellenas de carne de cerdo en chile verde y las enchiladas de chile rojo martajado con cecina encima son una delicia.
Este pueblo —que hace muchos años fue minero— es el arquetipo de los destinos más pintorescos del país.
Asimismo, la peña de Bernal es uno de los principales atractivos turísticos del pueblo y se ha convertido en un ícono del estado mexicano. Los principales atractivos que cautivan a los viajeros a este lugar son ecoturísticos; es perfecto para los amantes de las caminatas y del rappel por sus colosales paredes.
También se pueden realizar, si se prefiere, una gran cantidad de actividades bajo techo. Quedarse en el restaurante que está en la primera explanada de la peña, antes de que la subida se ponga más retadora. En ese mismo espacio hay muchos artesanos que venden sus productos, que van desde joyas hasta pequeños pedazos de piedra que se desprenden de la mística peña.