No importa a dónde se mire, los paisajes de Cuatro Ciénegas están llenos de energía.
Cuatro Ciénegas, uno de los lugares más biodiversos del país, tiene el potencial de convertirse en el destino ecoturístico más importante del norte.
En Cuatro Ciénegas, la gente se mueve en camioneta; pueblo de primera, porque nadie quiere pasar a segunda; de menos de 15 000 habitantes, que batallan con el polvo que insiste en contaminar sus albercas; donde las mujeres mayores caminan por la banqueta contraria a las cantinas tradicionales y los hombres, de bigote, pantalón de mezclilla y sombrero, se toman selfies en El 40, la única cantina moderna.
Sin importar la temporada, la poza de Agua Azul tendrá siempre un difuminado de verde esmeralda en las orillas a un azul marino en el centro.
A una hora al oeste de Monclova, a tres al noroeste de Monterrey y a cuatro de Torreón, Cuatro Ciénegas está lejos de todo y, sin embargo, se podría convertir en el punto ecoturístico más importante del noreste de México. Además de los viajeros, aquí han llegado científicos de la UNAM, National Geographic y la NASA por ser uno de los pocos lugares en el mundo donde se encuentran estromatolitos vivos, una de las formas microscópicas de vida más antiguas en todo el planeta.
Aquí la vegetación es rala y los colores predominantes son el dorado, el gris y un verde tímido que se disuelve en tonos plateados.
Cuatro Ciénegas es “el Galápagos de México”: el valle tiene alrededor de mil especies de flora y fauna, de las cuales más de 70 son endémicas. Muchas de ellas dependen de las (ahora escasas) pozas de agua regadas a lo largo del valle, algunas de las cuales están conectadas por ríos de agua cristalina en los que se puede nadar.
Uno de los pocos lugares en el mundo donde se encuentran estromatolitos vivos, una de las formas microscópicas de vida más antiguas en todo el planeta.
La más famosa de todas es la Poza Azul. Sin importar la temporada, este ojo de agua tendrá siempre un difuminado de verde esmeralda en las orillas a un azul marino en el centro. El fondo de la poza se ilumina tanto como los agaves a su alrededor; sin duda un paisaje que parece de otro planeta.
La mejor temporada para visitar Cuatro Ciénegas es primavera y verano para aprovechar el calor y sumergirse en el agua.
El valle tiene alrededor de mil especies de flora y fauna, de las cuales más de 70 son endémicas.
El atractivo natural de Cuatro Ciénegas también se puede disfrutar en el cielo nocturno, pues no hay contaminación lumínica.
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