No importa cuántas veces nos lo hayan platicado, cuántas veces hayamos leído o visto una fotografía: nunca es suficiente. Para entender la magia de Balandra, no queda de otra más que ir.
Para llegar, hay que hacerlo de preferencia con un coche propio o rentado (aunque también se puede contratar un taxi). Desde La Paz, toma poco menos de media hora siguiendo la carretera que termina en El Tecolote, otra playa a la que habría que asomarse si hay tiempo. La carretera de asfalto serpentea por un paisaje tan desértico que casi parece lunar; es difícil imaginarse la vida en esta tierra reseca. Después de dejar atrás (o para más tarde) playa Pichilingue, desde donde sale el ferry a Topolobampo y Mazatlán, y de cruzar otro trozo de desierto, Balandra aparece a la izquierda, con sus manglares del lado derecho, resultado de las aguas salobres que riegan la parte baja del desierto.
La verdadera belleza de Balandra se oculta en la bahía ubicada a la izquierda, y a la que solamente se puede acceder a pie y desde el agua. Hay que cargar con todo —desde toallas hasta algo para beber y comer, pues en la playa no hay absolutamente nada— y caminar un par de metros dentro del agua para dejarse sorprender por la belleza del paisaje.
Por tratarse de una playa virgen, que no cuenta con ninguna infraestructura, Balandra ha logrado mantener intacto todo su entorno.
El azul del agua es tan tenue que algunas veces es imperceptible, lo que permite recorrer con la mirada todas las formas y ondulaciones de la arena. Hay otras veces que el color se parece más a un cielo desteñido, apenas entintado. El agua se extiende sin tropiezos hasta perderse al fondo y confundirse con la seriedad del mar profundo. Alrededor, una serie de montañas y laderas protege la playa y la envuelve en un halo misterioso, como si la aislara del mundo exterior con una barrera de piedras. Es un espejo gigantesco que apenas llega a las rodillas y que sirve de telón de fondo a una playa no muy larga ni profunda que termina en una graciosa formación rocosa que recuerda a un hongo. Hasta allá, van todos a tomarse una foto o a curiosear. No hay mucho más que hacer en Balandra, fuera de entregarse al no hacer nada, al sol, a la arena y a la hermosa vista de un suelo azul por el que se puede caminar.
Por tratarse de una playa virgen, que no cuenta con ninguna infraestructura, Balandra ha logrado mantener intacto todo su entorno. Aquí no hay ni chiringuitos con cerveza helada ni palapas donde se rente equipo para deportes. Y es mejor así.
Qué hacer
Llevar todo para pasar la tarde porque en Balandra no hay mayor infraestructura: comida, bebidas, entretenimiento y protección del sol.
Asegurarse de empacar un equipo de esnórquel para aprovechar el agua cristalina.
Ver “el hongo”, la formación rocosa que se lleva gran parte de las postales de esta playa.
Tomarse tiempo para explorar las playas que separan La Paz de Balandra: Pichilingue y El Tecolote.
Dónde dormir
Hyatt Place La Paz $$
Lo mejor de este hotel, además de contar con el respaldo de calidad de un grupo como Hyatt, es la vista al mar desde la alberca.
Costa Baja Resort & Spa $$$$
En medio de la Marina Costa Baja, hospedarse en este hotel no sólo permite disfrutar de sus instalaciones y la playa, sino también de un desfile de embarcaciones que entretiene a cualquiera.
$ menos de 1000 MXN
$$ 1000-2000 MXN
$$$ 2000-5000 MXN
$$$$ Más de 5000 MXN
Cuándo ir
Hay que evitar la temporada de huracanes del Pacífico que empieza generalmente en mayo y se puede extender hasta septiembre.
Cómo llegar
Para llegar a Balandra, hay que hacerlo de preferencia con un coche propio o rentado (aunque también se puede contratar un taxi). Desde La Paz, toma poco menos de media hora.
DATOS ÚTILES
Dónde dormir
Hyatt Place La Paz
Carretera a Pichilingue km. 7.5, La Paz, Baja California Sur
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(612) 123 1234
lapaz.place.hyatt.com
Hotel La Paz – CostaBaja
Carretera a Pichilingue km. 7.5, La Paz, Baja California Sur
-
(1 800) 012 3444
costabajaresort.com
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