Ventana al cielo en Paradero Todos los Santos

Tal como ocurrió con la Gripe Española, la actual pandemia cambió los paradigmas arquitectónicos. Prueba de ello es el resort de lujo Paradero Todos Santos, en Baja California, en el que se fusionan los espacios interiores y exteriores.

18 Jun 2021

This picture has taken by Yoshihiro Koitani. It restricted to use by third party who is not authrized.

 

Con el Covid-19 surgieron nuevos paradigmas en la arquitectura e interiorismo de hoteles y otros espacios turísticos. Términos que hasta marzo de 2020 solían ser claramente opuestos, como “exterior” e “interior”, hoy se entrelazan y admiten límites difusos y nuevas acepciones. A medida que la distancia social promueve nuevas maneras de entender el espacio, los hoteles empiezan a reconfigurar áreas comunes y privadas.

Las zonas que antes recibían mucho tráfico, hoy se rediseñan para minimizar la interacción entre huéspedes, mientras que la circulación del aire empieza a ser un factor cada vez más considerado. En este nuevo orden, los rooftops privados, las habitaciones sin paredes y los balcones integrados empiezan a ser la norma. Un ejemplo de todo ello es Paradero Todos Santos, en Cabo San Lucas, Baja California.

El hotel de lujo para adultos, fue concebido por el despacho Yektajo Valdez como un proyecto que integrara el paisaje desértico con el interior, a su vez a cargo del estudio B-Huber. Sus paredes, diseñadas para “desaparecer en el fondo”, borran las líneas entre el exterior y lo que ocurre puertas adentro. Las plantas endémicas -cactáceas, sobre todo- de sus áreas verdes, junto con variedades importadas, se funden en este “afuera-adentro” que da forma a la experiencia que la propiedad busca proporcionar. 

Quietud y contemplación

Ubicado a diez minutos en auto de Todos Santos, Pueblo Mágico con 300 años de historia, Paradero Todos Santos queda también a 18 minutos de Los Cerritos, playa frecuentada por la comunidad surfista. El Pescadero es otro pueblo convenientemente cercano -a siete kilómetros-, pero también lo suficientemente lejano -otra vez estas contradicciones espaciales- como para que este resort sea un santuario para sus huéspedes. Viajeros que buscan quietud y contemplación, dos conceptos hoy en boga y que se materializan en camastros y sillas para leer afuera o simplemente entregarse al dolce far niente. Una vida al aire libre que encuentra en este clima de escasas lluvias su entorno ideal. 

 

Cerca del cielo

El edificio del hotel -de hormigón color ocre- es bajo, lo que entona con este nuevo orden arquitectónico. Uno en el que los elevadores son vetados por el riesgo de contagio, y en el que las escaleras y rampas cumplen la función de acercar a las alturas. Pero si se quiere estar más cerca del cielo, las Sky suites de Paradero Todos Santos serán la mejor opción. Existen dos, con distinto nombre, pero ambas con vistas panorámicas, suspendidas sobre redes tejidas, que a su vez fungen como el techo etéreo de la galería, con sillones y mesas bajas.

Una vez sobre la red -a algunos tal vez les cueste dar ese paso- con apenas un par de cojines como elemento de confort, se tiene la sensación de flotar sobre el paisaje, compuesto de tierras de pastoreo t montañas… E incluso el océano, a pocos kilómetros de distancia -en un día claro se pueden ver ballenas-. De noche, se disfrutará de un cielo claro y limpio, tachonado de estrellas. Para complementar esta propuesta, se puede pedir en recepción que se encienda una fogata, frente a la cual acurrucarse en las noches de verano.

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Agua y tierra

Como una antesala de su centro de bienestar, llamado Ojo de agua, su alberca infinita es un remanso que vigoriza y cura. Construida en forma de media luna, se funde con el entorno desértico, mientras lujos más terrenales esperan allí a un paso. Como la barra del bar, donde se prepara un excelente martini de mezcal. O el restaurante, en el que reina la cocina de mar -¿tal vez unas almejas chocolate?-. Frente a la alberca hay también un fogón en el que calentarse de noche, pero a no olvidarse del circuito de hidroterapia y el temazcal que esperan en el Spa.

 

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