MUSA: un nuevo hotel en la costa de Guerrero cargado de diseño y creatividad
Este proyecto es un punto de encuentro para creativos y aventureros de todo el mundo.
POR: Iker Jáuregui
Qué bueno que en México todavía hay lugares como MUSA, donde se pueden recorrer más de 30 kilómetros de playa sin toparse con nada. Ni con otras personas ni con grandes estructuras hoteleras que estorben en el horizonte. Mis días allá fueron un auténtico retiro de tranquilidad, que vienen muy bien cuando se deja atrás el caos citadino. Me encontré con una comunidad creativa en plena efervescencia, el ingrediente que hizo de ésta una estancia genuinamente diferente.
Ésa es precisamente la esencia de MUSA, que más que un hotel es una misión que se entiende deshebrando sus siglas: Modern Utopian Society of Adventurers. La idea es que, a lo largo de la próxima década, este paradisiaco lugar se convierta en un punto de encuentro para creadores y aventureros de todo el mundo. Es un espacio holístico que tiene en sus planes próximos una serie de residencias privadas, estudios de arte, un centro cultural y restaurantes, entre muchas otras instalaciones que prometen no intervenir con el entorno natural.
El descanso
Para llegar hasta MUSA primero tomé un vuelo a Ixtapa y de ahí seguí una carretera durante unos 45 minutos. En el camino, el paisaje fue cediendo de ciudad costera a pueblo pesquero y, después, a una naturaleza total. Era difícil entender cómo y en qué momento toda la maleza y los caminos de tierra empezarían a tomar la forma de la lujosa propiedad que había visto en fotos, pero, con las primeras señales de civilización, de pronto di con El Hotelito.
Como se puede intuir por su nombre, se trata de un pequeño hotel de sólo 13 habitaciones, justo frente a la playa. La estructura se funde en sincronía con el ambiente costero y crea una atmósfera ideal para disfrutar la naturaleza. Sus habitaciones varían en tamaño, pero todas están orientadas hacia el Pacífico, con grandes ventanales, además de una piscina privada o una ducha exterior para nunca perderlo de vista. Los interiores se entonan con piezas de diseñadoras como Perla Valtierra y hay obras de arte por todos lados, tanto fuera como dentro de la habitación.
Y es que en MUSA el diseño y el arte no sólo son prioridad, lo son todo. Los espacios no están simplemente decorados, sino que crecen alrededor de las obras y son alimentados de forma constante por alguno de los artistas en residencia.
La creatividad
Es muy diferente definirse como una comunidad creativa a realmente ser una. Lo que convierte a MUSA en un auténtico núcleo para creadores son sus programas de residencias, en los que invitan a talentos de disciplinas, que pueden ir desde artes plásticas hasta yoga o gastronomía, a quedarse y colaborar en la propiedad durante un periodo largo.
Mi estancia tuvo la fortuna de coincidir con la de la chef Gloria Kabe, que llegó a Zihuatanejo desde París para quedarse un mes en MUSA y aprovechar los ingredientes locales. La chef ha vivido prácticamente en todo el mundo, pero admitió que en las costas guerrerenses se sentía tan cómoda como en cualquier otro lugar para cocinar su propuesta afrovegana. No sólo llevaba años queriendo experimentar con la gastronomía mexicana, sino que aquí había podido encontrar todo lo necesario para darle rienda suelta a su imaginación y crear nuevos menús todos los fines de semana.
Esto en gran parte es mérito de las expertas de Fénix Farms, una iniciativa de agricultura regenerativa que, a pesar de lo poco fértil que puede llegar a ser la tierra costera, ha desarrollado un sistema de cultivos y huertos suficientemente abundante como para crear una propuesta farm to table dentro de MUSA.
Son el tipo de sinergias que se dan con cada visita a MUSA. Lo que puede surgir entre la naturaleza y la creatividad es lo que motiva este proyecto. De ahora en adelante, siempre pasará algo en estas playas que moldee y cambie el entorno. No puedo esperar a regresar para ver los resultados