Aunque cuando pensamos en castillos medievales se vienen a la cabeza aquellos construidos en Europa, en México también hay algunos del estilo que nos llevan directo a un viaje en el tiempo.
Gales es, por excelencia, el lugar de los castillos medievales. Durante la Edad Media, aquí se construía un castillo por cada 19 km2. Después de tres siglos con conflictos esporádicos contra los ingleses, en el principado todavía quedan 427 castillos en pie.
Las fortificaciones medievales son construcciones situadas en las zonas más altas y de difícil acceso de cada región. Es aquí donde los señores feudales se refugiaban y luchaban en contra de sus oponentes. La piedra era el elemento principal de las fortalezas; sin embargo, la madera también formaba parte de la edificación, los puentes levadizos estaban hechos de este material porque era mucho más ligero y fácil de conseguir.
De fortaleza a cárcel
Para contemplar la arquitectura militar que se hacía en la Nueva España, está la Fortaleza de San Carlos en Perote, Veracruz.
Este castillo sirvió como fortín para los ejércitos americanos y franceses. Tiempo después, se convirtió en una cárcel donde personajes como Francisco Xavier Mina y Fray Servando Teresa de Mier estuvieron prisioneros. Y en 1843 fungió como refugio -durante sus últimos días de vida- para el General Guadalupe Victoria quien se escondía de los reales.
Creado por órdenes del entonces virrey de la Nueva España, Joaquín de Montserrat, Marqués de Cruillas, como parte de un plan de defensa contra los ingleses, en 1770 se comenzó su construcción la cual tardó seis años en terminarse. En su momento, fue la fortaleza más grande de la Nueva España.
Desde 1949 hasta 2008, el Castillo de Perote fue usado como cárcel estatal y en la actualidad es administrado por el Gobierno Municipal de Perote y puede visitarse.
Sobre un templo prehispánico
En la ciudad de la eterna primavera, Hernán Cortés mandó construir un castillo, el cual refleja la transición de estas edificaciones. En este momento de la historia, los castillos funcionaban como fortalezas, pero también ya comenzaban a utilizarse casas para los nobles. El Palacio de Cortés, edificado sobre un antiguo templo ceremonial de tributo tlahuica, terminó de construirse en 1535.
Hacia el siglo XVII, la familia Cortés se mudó a Italia, dejando a unos administradores a cargo del castillo, tiempo después, perdieron la fortaleza. Y dos siglos más tarde, el palacio fue reconvertido con distintas funciones: fue la cárcel de José María Morelos y Pavón y, también, la oficina central del emperador Maximiliano.
Años después derribaron las murallas que lo protegían y en 1930 Diego Rivera pintó allí algunos murales. Desde 1971 el Instituto Nacional de Antropología e Historia lo convirtió en el Museo Regional Cuauhnáhuac.
Una fortaleza abandonada
En Nueva Apolonia, una comunidad dentro del municipio de El Mante, en Tamaulipas, se encuentra el Castillo de Nueva Apolonia, una construcción de estilo medieval que recuerda a los castillos españoles. Semi abandonada, esta antigua fortaleza parece fundirse con las plantas que crecen a su alrededor.
Esta construcción data de la época porfiriana y cuenta con una casona, una capilla y forma parte del casco de la ex hacienda El Naranjo.
Utilizado por el ex presidente Porfirio Díaz para descansar y practicar la cacería, su construcción inició en 1891, pero no fue hasta principios del siglo XX que fue concluida por Joaquín Meade, nieto de la dueña de esas tierras.
La casona está edificada con piedras de la región, unidas con argamasa -mezcla de cal, agua y arena-, ladrillos y cantera, utilizada para los barandales, la fachada y las escaleras. Habitado por última vez en la década de los 50. La comunidad en conjunto con las autoridades del estado contemplan la posibilidad de restaurarlo para convertirlo en un atractivo turístico de Tamaulipas.
