Nueva normalidad, nueva arquitectura
En la pandemia las divisiones entre el espacio doméstico y el espacio público, entre la vida familiar y laboral, entre la intimidad y la socialización se han vuelto todavía más difusas. ¿Cómo están respondiendo los arquitectos a los retos de la nueva normalidad?
POR: Redacción Travesías
El 2020 ha significado un cambio importante y profundo en la forma en que vivimos. Nuestra realidad cotidiana ha sido completamente alterada, las divisiones entre el espacio doméstico y el espacio público, entre la vida familiar y laboral, entre la intimidad y la socialización se han vuelto todavía más difusas. ¿Cómo están cambiando estas dinámicas la manera en que vivimos? ¿Cómo están respondiendo los arquitectos a los retos de la nueva normalidad?
Para continuar con esta reflexión auspiciada por el Centro de Diseño Alemán, nos acercamos a dos arquitectos contemporáneos mexicanos —Tatiana Bilbao y Juan Soler— para que nos contaran cómo la pandemia está redefiniendo su práctica, su filosofía de trabajo y su entendimiento de lo que es buena arquitectura. Los requerimientos de distanciamiento físico han puesto en entredicho uno de los fundamentos clásicos de la arquitectura con sentido social: reunir a las personas. ¿Cómo podemos repensar estas relaciones a través de nuevas formas de diseñar y crear espacios?
Para Tatiana Bilbao, la pandemia ha reforzado una experiencia de autoreflexión y autocrítica que desde hace varios años ha ocupado su trabajo. Más allá de las nuevas necesidades de sana distancia, para ella este paréntesis la ha hecho replantearse de fondo su responsabilidad como arquitecta. “Desde siempre he creído que en mi trabajo incluía la voz del otro. Siempre hacía una reflexión sobre no trabajar para el otro o con el otro, sino siendo el otro. Pero eso evidentemente es imposible. No hay forma de que te conviertas en ese otro. Pero al menos mi pensamiento iba en pensar que lo hacía para llevar eso al límite.”
La solución que propone Bilbao es pensar de forma estratégica en cada caso, en lugar de pensar en un prototipo universal. “¿Cómo vas a poner una misma casa en Chiapas que en el desierto de Chihuahua? Eso no permite a los habitantes identificarse y representarse, que creo que es lo que una vivienda debe otorgar. Prefiero pensar en estrategias en donde nuestros conocimientos pudieran servir para que cada quién pudiera construir ese pensamiento.” Recientemente ha tenido la oportunidad de poner en práctica esas estrategias, como en la experiencia de reconstrucción de vivienda tras el sismo del 19 de septiembre de 2017. La pandemia a reforzado esa creencia.
“Para mí ha sido importante hacer una reflexión de cómo nuestro trabajo genera también ciertas inequidades, que la arquitectura también ha sido una herramienta para generar discriminación. La verdad es que esta pausa ha sido una revolución en mi cabeza. A partir de la pandemia hemos empezado a cuestionar toda nuestra práctica. Siempre he estado ocupada en pensar en generar esquemas que le den oportunidad a vivir a la gente en estos espacios que construyan oportunidades para generar su propia identidad, para poder tener espacio seguro, salubre, que les dé oportunidad para crecer. La pandemia convirtió esta reflexión en un tema urgente.” Repensar los espacios —desde la forma en que funciona una cocina, la idea de las habitaciones y espacios de servicio, la dinámica espacial de acuerdo a género— más allá del diseño formal y entender cómo la arquitectura en sí genera y refuerza ciertas dinámicas sociales se ha convertido en algo esencial. “Si realmente los arquitectos pensáramos en la satisfacción de esa necesidad básica, de un techo y un refugio, tenemos una responsabilidad muy grande. Estamos trabajando a la par de los doctores. La salud empieza por la casa.”
Juan Soler, del despacho SOA, también ha encontrado inspiración y energía en medio de la crisis. La reorientación de su práctica ha comenzado en su propia oficina: con buena parte de su equipo trabajando desde casa —muchos desde sus lugares de origen en distintas partes de la República— Juan ha decidido convertir lo que antes eran cubículos de trabajo individual en un espacio de experimentación colectiva y muestrario de trabajo. Esta reflexión sobre la naturaleza cambiante de los espacios domésticos y de trabajo, el cómo las fronteras entre una actividad y la otra se están difuminando cada vez más, ha sido uno de los aprendizajes más significativos para Soler en estos meses. En ese sentido, el diseño y la vocación de los espacios se vuelve un tema clave para repensar la arquitectura tras la pandemia.
“El mobiliario es crucial. Somos muy dados en México a resolver todo sin lo estándar. Desde una ventana que queremos de cierto tamaño, forma y material. Muchas veces respecto al mobiliario caemos en la tentación de querer diseñar también el mobiliario, sin tener la sensibilidad para hacerlo. Puedes tener una silla que se ve espectacular, pero es muy incómoda. Yo no me considero un interiorista, yo dependo mucho de quienes pueden hacerlo mejor que yo. El mobiliario sin duda es clave, creo que los arquitectos no deberíamos de caer en la tentación de aplicar nuestra filosofía de diseño al mobiliario, porque tiene sus propias variables. Yo he diseñado lámparas por ejemplo, y terminan siendo como maquetas de un edificio. Ahora sí que, zapatero a tus zapatos.”
Soler prefiere colaborar con expertos e incorporar, cuando el presupuesto lo permite, piezas icónicas de diseño. Para ello, el Centro de Diseño Alemán ofrece un catálogo extenso e ideal. “El espacio tiene una vocación que se complementa con el diseño de interiores y el mobiliario. El mobiliario determina el uso del espacio. La integración de las dos es donde funciona.” El acercamiento entre SOA y el CDA sucedió por coincidencia en el Salón del Mueble en Milán. Ahí comenzó una relación de colaboración, retroalimentación y conocimiento de los clásicos del diseño europeo, con su ergonomía y calidad excepcionales.
En uno de los proyecto más interesantes del despacho, Casa Molina, una extensión de una casa de fin de semana que se construyó a partir de una estructura completamente prefabricada, instalada in situ en unos cuantos días, el mobiliario de CDA contribuyó a la creación de una atmósfera de descanso y escape.
“La diferencia entre diseñar una casa que vas a vivir versus la casa de fin de semana, creo que varía. Ellos lo que necesitaban era una extensión para una casa que había crecido, para la familia extendida. La casa es más como un bungalow, está diseñada como dos grandes dormitorios y un espacio común para todo el conjunto, incluyendo la casa que ya existía. No necesitaban cocina, entonces no es una casa como tal. Mucha gente se quiere hacer su casa de ciudad en otro sitio, pero es una locura… Creo que eso está cambiando: hoy en día hay gente que quiere una casa más pequeña, más sencilla, donde puedes escapar de la ciudad (y del encierro).”
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