Escápate de la Ciudad en una KIA Sorento
Nos fuimos de fin de semana a bordo de la nueva KIA Sorento. Probamos su tecnología y atractivo diseño por el camino correcto: Puebla.
POR: Redacción Travesías
Día uno
Son 140 los kilómetros que separan la Ciudad de México de Puebla y avanzamos ágilmente gracias al robusto propulsor V6 de 290 hp de la KIA Sorento. Pronto nos sorprende una vista explosiva: los imponentes Popocatépetl e Iztaccíhuatl anuncian nuestra llegada.
La mejor bienvenida es el restaurante El Mural de los Poblanos, un local superclásico para probar la comida del estado. Se cuenta que aquí se sirvió un chile en nogada por primera vez. Si se viene en temporada, hay que pedirlo, así como la degustación de cinco moles, cada uno más complejo que el anterior: fruta, chocolate y semillas, hasta 33 ingredientes en perfecta armonía.
Caminamos hacia el Museo Amparo, sede de dos exposiciones permanentes —una de arte prehispánico y otra de arte virreinal y del siglo xix—, además del programa de muestras temporales. Tras 25 años de existencia, el museo se mantiene como el más importante de la ciudad y, gracias a una curaduría atenta e inteligente, se siente más actual que nunca. Sus patios interiores son perfectos para descansar entre salas.
La Biblioteca Palafoxiana, la primera biblioteca pública de América, también merece una visita para ver los tres niveles de elegante estantería barroca que guardan un acervo de más de 45,000 volúmenes.
Para terminar el día, visitamos el Templo de la Compañía y la plaza central, donde se levanta la Catedral Basílica, un edificio barroco y neoclásico que se vuelve aún más imponente cuando se ilumina al atardecer. Como premio regresamos al interior de la KIA Sorento, donde destaca de inmediato la calidad de los materiales, el espacio en sus siete plazas y el generoso equipamiento.
Nos entusiasma lo que hemos visto y queremos ver más. Haremos base en la ciudad de Puebla para, desde ahí, explorar los alrededores. El hotel que mejor va con esta ruta es La Purificadora, una antigua (sí) purificadora recuperada y rediseñada por Ricardo Legorreta, y convertida en hotel de lujo por Grupo Habita.
Día dos
Recorremos 18 kilómetros hasta Cholula y comprobamos de primera mano la gran sociedad conformada, en la KIA Sorento, entre el motor y la transmisión automática de seis velocidades; ambas proporcionan una interesante autonomía para viajes largos: en modo de conducción ECO, se logran rendimientos combinados de hasta 11.07 kilómetros por litro.
Llegamos al taller Talavera de la Reyna, el mejor lugar para conocer la tradición alfarera más importante de Puebla; aquí se preserva el más fino trabajo artesanal, pero con un toque de modernidad. Los visitantes pueden ser testigos del proceso de producción, desde la mezcla de barros hasta el momento de pintar a mano cada taza, cada plato, cada jarrón. La delicadeza con la que se trabaja cada detalle es conmovedora, por lo que no extraña que escultores de la talla de Javier Marín, Fernando Albisua o Magali Lara hayan venido hasta aquí para labrar algunas de sus piezas. Hay que ir a la galería y adquirir alguna pieza certificada de talavera que, aunque no precisamente baratas, son irresistibles.
La más reciente apertura en Cholula es el Museo Internacional del Barroco. El proyecto arquitectónico estuvo a cargo del japonés Toyo Ito, ganador del prestigioso Premio Pritzker. Destacan las paredes altas, completamente blancas, las formas geométricas impensadas y el agua dentro y fuera del edificio, lo que en conjunto crea una sensación hipnótica y contrasta con la excesiva ornamentación de la colección de arte barroco que alberga.
En el camino de regreso a la ciudad de Puebla nos acompaña un completísimo sistema de seguridad que incluye seis bolsas de aire, sensor de volcadura e impacto lateral, asistente de frenado de emergencia (BAS), control electrónico de estabilidad (ESC), frenos ABS, sistema de gestión de estabilidad (VSM), advertencia de punto ciego y cambio de carril, así como una alerta de colisión trasera. Así llegamos a CasaReyna, el restaurante y hotel boutique de los dueños de Talavera de la Reyna, que nos esperaba para comer. Su carta, llena de clásicos reinventados y sabores francos —nosotros pedimos chalupas poblanas, con tres salsas, y mole poblano—, va muy bien con el diseño y buen gusto del lugar, además el servicio es cálido, como sólo puede encontrarse en Puebla.
Antes de ir a dormir, subimos a la Estrella de Puebla, una rueda de la fortuna de 80 metros de altura desde la que se tiene una de las mejores vistas de esta ciudad, que ilumina sus edificios bellamente, no sólo las numerosísimas iglesias, también el Museo del Barroco que visitamos antes y que desde las alturas parece un enorme gigante blanco.
Día tres
Nos dirigimos a Zacatlán, Pueblo Mágico célebre por sus cultivos de manzanas, en busca de aventura y contacto con la naturaleza. Las dos horas de camino fueron un placer gracias al audio premium Infinity y el sistema de navegación con pantalla táctil de 7”, puertos usb y controles al volante.
El parque Cascadas Tulimán, además de una caída de agua de 300 metros de altura, ofrece tirolesa, puentes colgantes y otras actividades que pueden tomar buena parte del día. En el centro de Zacatlán hay que instalarse en el fotogénico Mirador Paseo de la Barranca para ver la cascada en perspectiva y el espectacular verde del bosque.
Hay que probar la comida típica de la región. En el restaurante PPP, una preparación sencilla deriva en un sabor espectacular: tlacoyos ahogados, chile con huevo y una botella de sidra de manzana de Zacatlán.
De regreso a la capital, dejamos atrás los paisajes naturales para acercarnos a los urbanos por una carretera aparentemente tersa, una sensación posible gracias a la suspensión de la KIA Sorento que, por la ingeniería de sus amortiguadores y bastidor traseros, aísla de las imperfecciones del camino y proporciona, en todo momento, una sensación inigualable de seguridad.
Cerramos nuestra visita al estado en el Centro Cultural Cívico 5 de Mayo, para tomar el teleférico y ser testigos de otro de los espectaculares atardeceres poblanos que extrañaremos. La vista de la ciudad y los volcanes es la mejor de las despedidas de un destino al que volveremos. Decimos adiós, configuramos el sistema de navegación y emprendemos, con nuestra KIA Sorento, el camino correcto.
Te compartimos este video, cortesía de KIA, para que vivas la experiencia más de cerca:
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