Puede que vivamos en una ciudad de 25 millones pero, dentro de nuestro mercado, todos nos sentimos en casa. Tenemos nuestros puestos de confianza; la señora que nos vende el pollo y los pescaderos que saben que preferimos tilapia a huachinango. Y tenemos, claro está, nuestro puesto consentido, donde hacemos una escala técnica y nos echamos un taquito (o un consomé, o un coctel o unas flautas).
Mariscos y antojitos
El Mercado del Imán es quizá uno de los mejores para comer en la Ciudad de México. Los Mariscos Fernando son un clásico por su brutal caldo de camarón; la fama del queso de puerco de Aquí mis Chicharrones Truenan es justa y merecida; el tasajo de La Oaxaqueña y el mixiote de El Güero tal vez requerirían un ensayo ellos solitos. También hay que probar las gigantescas quesadillas de Los 10 Hermanos, las carnitas de Doña Silvia y los tacos de guisado de El Padrino.
Birria y pozole
El gran curador de crudas y apaciguador de borracheras se encuentra en el Mercado San Camilito: varios de sus puestos se mantienen abiertos las 24 horas, todos los días, y reciben a comensales que recién se escapan de la juerga en Garibaldi. La gran especialidad del mercado es la birria, pero también hay buenos pozoles (hay que probar el de Blas Islas e Hijos).
Mariscos
Un imprescindible sabatino. Para muchos, el Mercado de San Pedro de los Pinos es el espacio para acudir cuando aparece un antojo irrefrenable de mariscos. Tres locales, principalmente, se arrebatan comensales: La Fuente de la Juventud, La Fuente (así nomás) y Altamar. Este último tiene una excelente paella y buenos cocteles, tostadas de jaiba intachables, quecas de cazón bien sazonadas y filetitos de pescado a precios mucho más que justos.
Carnitas michoacanas
Visitar el Mercado Abelardo L. Rodríguez valdría la pena tan sólo por su arquitectura, con detalles art déco y art nouveau, por su señalización con bellísimas tipografías y por sus 10 murales de temas sociales, restaurados en 2010. Hay buenas comidas corridas (pregunten por Doña Betty), aguas frescas y frutas, pero lo mejor de este mercado son las carnitas michoacanas de Don One, de sabor profundo, intensísimo. Memorables.
Antojitos
Especializado en ferretería y plomería —no hay herramienta o material para baño y cocina que no encuentres aquí—, el Mercado Hidalgo tiene además una correctísima sección de comidas preparadas. Están las tostadas de camarón de Doña Meche, los antojos yucatecos de Chac Mool, las gorditas de chicharrón de El Gran Sammy y los siempre bienvenidos tepaches de El Oasis. En Navidad: buñuelos para todos.
De la milpa
El Mercado de San Juan Arcos de Belén (no hay que confundirlo con el llamado Mercado de San Juan, especializado en carnes exóticas y frutos del mar) tiene puestos de frutas y verduras, carnicerías y jarcierías perfectamente promedio. Se encuentra en esta lista por dos razones: su abundancia de locales de gorditas, todos del lado de Arcos de Belén, hacia Salto del Agua, y, en la banqueta sobre López, los extraordinarios puestos milperos: nopalitos, aguacates criollos, requesones, quelites, habas, tortillas azules.
Embutidos
Hay que darse varios días para explorar La Merced, un mercado gigante pero de divisiones bastante específicas. En el centro, el mercado de vegetales, comida preparada y jarciería cuenta con uno de los lugares más bonitos de la ciudad: el pasillo de nopales, cuyo olor es inolvidable. Del lado de la comida preparada está Don Ray, especialista en embutidos del Estado de México: choricitos minúsculos, longanizas interminables y un perfecto queso de puerco en tompiate. También, chicharrón carnudo.
Ostiones y tostadas
Ubicado sobre avenida Revolución, en medio de varias zapaterías, frente a un hotel y un par de cantinas, el Mercado Mixcoac tiene buenas ostionerías, como Puerto Vallarta, un mar y tierra que agrega a sus conchas y mariscos pollo rostizado, mole poblano y tostadas de tinga, o La Esperanza y La Playa.
Gorditas ahogadas
Cuidado los fines de semana a la hora del almuerzo: todo Aragón parece dejarse venir al Mercado San Juan de Aragón Unidad 6, y las multitudes pueden ser aplastantes. Con toda la razón del mundo. Hay excelentes caldos de gallina en el puesto Caldos de Gallina y carnitas de veras al estilo Michoacán en Don Fidel, pero no nos engañemos: el tesoro de este mercado son las gorditas ahogadas de El Güero, un invento que deberá merecerle un sitio a la diestra del Señor. Pídanlas con tepache.
Cemitas
En el Tianguis de la Guerrero, en La Lagunilla, entre juguetes, chácharas, exvotos, vinilos y rarezas de todo tipo (los domingos), hay un par de deliciosos puestos de cemitas, esas tortas con un pan ligeramente dulce de Puebla, que traen chile chipotle encurtido, queso de Oaxaca deshebrado, queso de puerco (de preferencia) y polvos mágicos (sal, pimienta y algo más). Ojo: también hay gomichelas, micheladas y cheves.
* Extracto del libro Ciudad de México: Capital Gastronómica