David Bowie contaba que su rutina diaria consistía en levantarse entre las cinco y seis de la mañana, tomar una taza de café y leer un par de horas antes de que todos se despertaran. El novelista francés Honoré de Balzac escribió que el momento en el que el café llega al estómago “desata una conmoción general: las ideas se empiezan a mover como los batallones de una armada en el campo de batalla”. Patti Smith incluso le dedicó un libro al sabor de tazas de café que probó alrededor del mundo en su libro M Train. Y quizá por todas estas referencias —sumadas a sus beneficios reales— es que relacionamos al café con la inspiración, la creatividad y la productividad.
Y es que quién no siente que la vida le vuelve al cuerpo en cuanto huele la primera taza de café en preparación. Ya no hablemos ni siquiera del primer sorbo, que suele ser la gloria, sino del primer contacto con el aroma del café tostado recién molido. Es natural, por lo tanto, que le hayamos dedicado odas, poemas, canciones y toda una cultura sobre su perfeccionamiento desde el cultivo hasta la preparación de una taza.
Sin embargo, y pese a que es prácticamente el combustible con el que empezamos los días, sabemos poquísimo de su origen. Se cuenta que fue descubierto por un pastor llamado Kaldi en Etiopía, quien vio que sus cabras se animaban tras morder las cerezas rojas de un arbusto. Las probó él mismo y no pudo dormir. Al día siguiente las llevó a un monasterio donde los monjes hicieron una infusión con ellas, pero el sabor era tan amargo que la arrojaron al fuego y entonces los granos de las pequeñas frutillas comenzaron a soltar el aroma mágico que ya conocemos. Entonces el café se convirtió en café.
Por supuesto lo anterior es una leyenda y, aunque es una de las más contadas y aceptadas, lo único que se sabe con certeza es que en Yemen ya lo cultivaban en el siglo XV y que su uso se expandió a Indonesia, donde los europeos lo conocieron ya en el siglo XVII. Fueron ellos quienes lo trajeron a América en ese mismo siglo, donde empezó a cultivarse hasta el siglo XVIII. El café, puede verse, ha sido parte de la globalización mucho antes de que este fenómeno tuviera nombre.
Es normal que dediquemos días a celebrarlo. En Estados Unidos, por ejemplo, el 29 de septiembre ha sido designado Día Nacional del Café para enaltecer y promover la cultura que hay alrededor de esta bebida y para reconocer el trabajo de los productores que se encargan de cultivarlo para que llegue a nuestras mesas. Por todo lo anterior, Starbucks México celebra el Día Nacional del Café en todas las sucursales del país con un 2×1 en su barra de espresso. Cappuccino, Caramel Macchiato, Flat White, Mocha/Mocha Blanco, Latte Helado y otras preparaciones clásicas de la casa son parte de la promoción dedicada al festejo. Lo único que tienes que hacer para disfrutarla es visitar tu Starbucks favorito del 27 al 30 de septiembre entre las 3 y las 5 pm y pedir una de las bebidas participantes en tamaño Grande o Venti. Inmediatamente recibirás gratis la misma o cualquier otra bebida participante que desees en el mismo tamaño. Si eres miembro de Starbucks Rewards, la promoción dura una hora más, de 3 a 6 pm.
Un solo día se convierte en cuatro para que tengas más posibilidades de celebrar al café como se merece: con mucho más café.