Gastronomía, diseño y placeres campiranos
De Tijuana al Valle de Guadalupe, 121 km.
POR: Redacción Travesías
Llegar a Tijuana siempre despierta el espíritu aventurero hasta en la persona más reservada. Y más cuando el plan es colocarse detrás del volante de una Nissan Pathfinder para recorrer la carretera escénica que lleva al vibrante Valle de Guadalupe. Apenas hemos recorrido los primeros kilómetros cuando sentimos la fuerza del propulsor V6 de 3.5 litros que nos permite adelantar al primer camión sin respingos. No es fácil disimular sus 260 hp y los 240 lb-pie de torque.
La primera escala obligada es Puerto Nuevo para comer langosta al más puro estilo de Ensenada. ¿Dónde? Fácil decidirse: La Casa de la Langosta. Hay que pedir este delicioso crustáceo bajacaliforniano como lo recomiendan en la casa: con frijoles, arroz y acompañado de tortillas de harina (que, en definitiva, dejan a las del súper en otra categoría).
Antes de cumplir los poco más de 100 kilómetros que separan Tijuana de Ensenada, a la altura de El Sauzal, tomamos la Carretera Tecate-Ensenada. Nuestro destino es el km 83, específicamente el asador campestre del chef Javier Plascencia: Finca Altozano. Nos dicen que es el lugar indicado para empezar a entender por qué tanta gente se enamora del Valle de Guadalupe.
Mientras devoramos más pavimento es inevitable pensar en el festín culinario que nos espera. Así que apuramos el paso y nos concentramos en el interior de la Pathfinder que presume una excelente posición de manejo y gran visibilidad hacia el exterior para evitar las irregularidades del camino. Pero si de probar a esta Nissan se trata, su firme suspensión nos comprueba que puede filtrar sin problema baches y caminos de terracería.
Casi sin notarlo llegamos a un espacio gastronómico que incluye viñedo, huerto, terrazas, miradores y un restaurante de primera categoría. Finca Altozano es un lugar rústico y relajado en el que uno se siente en medio de una gran comida familiar, da la impresión de que aquí todos se conocen. Las mesas repletas de clientes, en su mayoría nacionales, se entremezclan con algunos grupos de estadounidenses que lo consideran razón suficiente para manejar un par de horas desde San Diego, para disfrutar platillos que difícilmente se encuentran de aquel lado de la frontera.
Cuando pensamos en el Valle de Guadalupe, la primera imagen que viene a la mente es la de vinos mexicanos de gran calidad. Pero en esta región no sólo tienen su residencia algunas de las casas vinícolas más reconocidas y añejas de México —que producen 90% de todo el vino en el país—, sino también sabores, aromas y propuestas gastronómicas que apuestan por lo sustentable y lo tradicional.
Ejemplo de ello es Finca La Carrodilla, un proyecto que busca la elaboración de productos a partir de una agricultura biodinámica que respeta el entorno y promueve la sustentabilidad. Aunque nos dijeron que sus vinos merecen una mención especial, esta vez nuestra cata se limitó a algunos quesos y mermeladas producidos en el mismo suelo que da vida a su menú de bebidas fermentadas. Nadie nos puede culpar por preferir continuar al mando de nuestra Pathfinder.
Para terminar el día nos dirigimos hacia uno de los hoteles más representativos de todo el Valle: Encuentro Guadalupe. Sus villas ostentan una arquitectura consciente y ecológica que se mimetiza con un paisaje idílico rodeado de viñedos. Este ecohotel no esconde su vocación y hace del respeto por la naturaleza —y de su disfrute con lo mejor que ofrece— su carta de presentación.
La misma sensación que se produce al conducir un vehículo como la Nissan Pathfinder que, a pesar de montar un motor contundente, gracias a su tecnología y transmisión CVT ofrece un consumo combinado de 13.3 kilómetros por litro y muy bajas emisiones de CO2.
NISSAN Pathfinder 2017
Motor
3.5L VQ35DE V6
Potencia
260HP @ 6,400RPM
Torque
240Lb-pie @ 4,400RPM
Transmisión
XTRONIC CVT®
Rendimiento de combustible
combinado 13.70 km/l
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