En el campo abierto las cosas se ven mucho más pequeñas. La magnitud de la SUV que está frente a nosotros se ve natural en el paisaje de Utah, que se expande hasta donde el ojo alcanza, con planicies y montañas que tocan el cielo. Utah es un paraíso para los amantes de la naturaleza, pues en sus 212,000 kilómetros cuadrados hay cinco parques naturales con piedra roja, cordilleras, cañones y ríos en los que se puede acampar, montar bicicleta y lo que venimos a hacer: disfrutar de la Mercedes GLS 2020 en acción. La GLS es la SUV más grande de la marca y promete todo el confort de la Clase-S con la diversión de un vehículo todo terreno.
Llegamos a Salt Lake City, la capital de Utah, en un día soleado a la mitad de junio. El cielo está despejado y el sol brilla en lo alto, pero se siente una brisa fresca que baja por las montañas. Esta ciudad está en un valle flanqueado por un gran lago salado por el noroeste, la cordillera Wasatch por el oriente y la sierra Oquirrh por la parte occidental. Mientras viajamos en un sedán Clase-S del aeropuerto al hotel, podemos ver en sus picos más altos aún un poco de nieve. El camino nos toma una hora pero parece más corto; no hace falta mucho tiempo para acostumbrarse al lujo y confort de la gama más alta de la marca alemana. Cruzamos Salt Lake City y en cuestión de minutos estamos cruzando planicies eternas. Lincoln Highway atraviesa la cordillera Wasatch y nos desviamos hacia Wanship, donde se encuentra el rancho privado que será nuestro hogar por dos increíbles días.
El Lodge at Blue Sky ocupa 15 kilómetros cuadrados dentro de la cordillera Wasatch. Un arroyo corre por la propiedad de este hotel; hay caballos y senderos que se adentran en las montañas. A pesar de estar rodeado de naturaleza, The Lodge está lleno de lujos y detalles. Las habitaciones cuentan con todo lo necesario para descansar después de un largo día de aventuras, como una regadera externa y una terraza con fogata automática con vista al horizonte, perfecta para envolverse en una cobija en la noche mientras se bebe una copa de vino, mirando las estrellas. El hotel es el paralelo perfecto para la GLS, ya que por fuera está preparada para cualquier cosa pero por dentro se siente como un hogar.
La primera vez que nos encontramos de cerca con la SUV es al lado de una fogata con el atardecer detrás. Su tamaño por fin cobra dimensión y su imponente carrocería impacta a cualquiera que voltea a verla. La GLS es la SUV más grande de Mercedes, con 5,207 milímetros de largo y 1,957 de ancho; es capaz de llevar a siete personas cómodamente. Su motor V8 biturbo con 5.5 cilindros le da la potencia de encarar cualquier superficie. La GLS se siente como un potro salvaje: fuerte, potente y noble a la vez. Los interiores son amplios, cómodos y lujosos, lo cual aumenta la emoción de estar detrás del volante, probando las rocosas carreteras de Utah.
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En la pantalla del comando central hay un pequeño círculo con un puntaje. Marca 35 puntos y aún falta la mitad del trayecto off-road. Seguimos por una vereda empinada, cada piedra más grande que la anterior. El técnico de Mercedes que viene de copiloto no parece estar preocupado en absoluto por el camino frente a nosotros, confía en el software que desarrolló para el modo de manejo off-road. A mí, por otro lado, me sudan las palmas al ver el camino al que nos enfrentamos: es resbaladizo, de piedra roja y troncos caídos. El número sube dos puntos más mientras avanzamos lentamente como nos indica la pantalla, el sistema está evaluando mi desempeño como piloto y tengo que llegar a 100 puntos. Muevo un poco más de lo debido el volante y pierdo un punto. El Road Surface Scan explora el terreno y la GLS sabe inmediatamente qué hacer, ya sea subir la camioneta o ablandar y endurecer la suspensión.
Lo que podría ser un camino terriblemente incómodo se hace un paseo por el parque para los pasajeros. Gracias al E-Active Body Control, el sistema de amortiguación adaptativa se asegura de que la SUV no se mueva demasiado y perturbe la comodidad los pasajeros. Cruzamos la meta de la experiencia y mi puntaje es de 62. Nada mal para una persona que sólo maneja en la ciudad.
Paramos a comer el almuerzo en la destilería High West, dentro de la propiedad del hotel, y después nos preparamos para salir de nuevo a carretera. Antes de tomar camino, uno de los técnicos me pregunta si alguna vez he manejado con un remolque y me asegura que la GLS lo puede hacer por sí sola, que yo sólo tengo que controlar la velocidad. Lo tomo como un reto personal y dejo que la GLS haga lo suyo. Con la ayuda de su software y cámaras, el volante se mueve automáticamente y estaciona el remolque, que tiene una lancha arriba, sin ninguna complicación.
La GLS no es sólo divertida y segura en la montaña, ya que la experiencia no cambia en la carretera o la ciudad. Subimos por las caminos amplios de Utah hasta encontrar las montañas nevadas, sintiendo la potencia con cada kilómetro que pasamos. La seguridad y tecnología de la GLS simplifican la experiencia de manejo, pero no le restan complejidad. Todo parece ser fácil dentro de la GLS y, por lo tanto, más divertido. El Mercedes-Benz User Experience (MBUX) se manifiesta en brillantes gráficas en 3D, un manejo intuitivo con pantallas táctiles y mando fónico, lo que revoluciona la experiencia de manejo para toda la industria automotriz.
Después de recorrer los caminos que rodean la cordillera de Wasatch, regresamos al hotel para conocer a la otra protagonista de este viaje: la nueva GLB 2020. La GLB 2020 es una SUV compacta para siete pasajeros —como la hermana pequeña de la GLS—. Correctamente situada entre la GLA y la GLC, esta nueva integrante a la familia es justo lo que el mercado pedía: una SUV compacta con el suficiente espacio disponible para toda la familia. Tanto la GLS y GLB abrazan la comodidad que destaca a Mercedes, sin perder el filo que hace al piloto emocionarse. La GLB, que tendrá una fábrica de planta en Aguascalientes, tiene la misma chispa que sus hermanas.
Al otro día, llevamos la GLS por una última vuelta, paramos en un claro con un lago y respiramos el aire frío y cristalino de las montañas, preparándonos para regresar al ajetreo de la ciudad. Ahí, en la amplitud de la naturaleza de Utah, la GLS luce en su elemento: brillante, titánica y libre; y con su inmensidad inspira al piloto a sentirse igual.
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