De los 1,539,517 SUV Audi Q5 vendidos en 2017, más de 100 mil fueron hechos en México. En la fábrica de Audi afincada en San José Chiapa, Puebla, para ser más específicos. Desde que abrió operaciones en septiembre de 2016, ésta es la primera vez, en sus más de 100 años de historia, que Audi ensambla vehículos en el continente americano. Antes se importaban de Europa, pero los tiempos actuales demandan hacer más eficientes los tiempos y costos.
San José Chiapa es un pequeño municipio de agricultores al norte del Estado, casi en los límites con Tlaxcala, que se ubica a unos 60 kilómetros de la ciudad de Puebla. Tiene poco más de 6,000 habitantes y prácticamente está en medio de la nada. Ésa fue una de las razones por las que la fábrica número 12 de Audi se estableció ahí: la oportunidad de construir algo desde cero. A su vez influye, entre otros factores, que México cuente con la ventaja logística de tener como vecino a Estados Unidos, el primer mercado mundial; también tiene tratados de libre comercio con varios países y presenta costos laborales más bajos que en Alemania, por ejemplo. Además, están la cercanía geográfica a dos puertos, una gran cadena de proveedores y el precedente de éxito de la ingeniería alemana con la compañía hermana Volkswagen, que lleva en Puebla más de 60 años. México ya es el primer productor de Latinoamérica y el cuarto exportador global.
La de San José Chiapa es una planta inteligente donde se apuesta por la tecnología, la protección al ambiente y la atención social (en cuanto a inclusión y género). Su tamaño es lo primero que impone. El terreno ocupa 400 hectáreas (más de cuatro millones de metros cuadrados), algo así como 560 campos de futbol, o el tamaño de la ciudad de Vancouver, en Canadá. En esta superficie suceden muchas cosas a diario, desde el ensamblaje del SUV compacto y deportivo Q5 –un vehículo de gama alta que supone una novedad para la industria mexicana– hasta el proceso completo de reciclaje hidráulico, pasando por la protección de flora y fauna endémicas, y la activación de una nueva zona económica y la capacitación de personas, entre otras cosas.
Ser una de las plantas más modernas en Norteamérica no es poca cosa. Visitar las naves que conforman esta fábrica es una experiencia poco común y de descubrimiento. Ahí todo es importante, desde lo que se lleva puesto hasta el color del piso por donde uno camina. No se deja nada a la casualidad, pues los estándares de seguridad y procesos son made in Germany. Pocos se imaginan que así se producen todos los Audi Q5 del mundo –con excepción de los de India y China–, genéricos o personalizados.
Hay un edificio principal, la columna vertebral de la planta, que funciona como plataforma de comunicación central para el núcleo de las áreas de hojalatería, pintura y montaje. En este edificio se ubican el taller, la tecnología de medición, el laboratorio y las áreas de ensayos y análisis, que son sinónimo de calidad premium en la planta de Audi México. El resto de la fábrica se divide en naves especializadas: estampado, construcción de carrocerías, pintura y montaje. En cada una, los trabajadores conviven con la más moderna tecnología robótica; una sofisticada logística de transporte se encarga de ahorrar tiempo y optimizar el espacio.
Estampado
Entre estas paredes se fabrican las piezas con las que más adelante se ensambla la carrocería. Los grandes rollos de aluminio y de acero que llegan a este lugar se cortan para luego moldearlos por medio de grandes y potentes prensas Servo de tamaño XL. Estas máquinas se distinguen por su accionamiento especial y su excelente potencia de salida, además de ser ahorradoras de energía. Un almacén de energía y un sistema de recuperación de la misma contribuyen a que la prensa sea particularmente eficiente. Además, la clasificación de los desechos de acero y aluminio contribuye, en el ámbito de la eliminación de desechos, a una mayor eficiencia y el respeto al medio ambiente.
Construcción de carrocerías
Aquí es donde sucede la magia y cada auto toma forma, al menos en bruto. También es donde la tecnología robótica convive con mano de obra especializada y altamente calificada. El concepto de trabajo en equipo es el motor de esta nave, clave en todo el sistema de producción de Audi y único en el país. Las partes prensadas anteriormente se unen con las más diversas técnicas de soldadura, tecnología láser, entre otras; todas se llevan a cabo por robots de última generación que permiten la mayor precisión posible. El factor seguridad es la prioridad número uno, por eso los robots tienen una programación que hace que se detengan de forma automática cuando se encuentran fuera de su zona de trabajo, marcada en color gris. La zona de trabajo para humanos está marcada en rojo y queda totalmente fuera del alcance de las máquinas.
Pintura
Es uno de los procesos más complejos, en el que trabajan ingenieros químicos con robots, pues la pintura de una Q5 tiene un espesor de apenas una décima de milímetro (menor que el diámetro de un cabello humano), pero con una resistencia para décadas de duración. Por eso cada una de las carrocerías terminadas pasa por una limpieza exhaustiva, para luego sumergirse en una alberca de recubrimiento catódico que ayuda a proteger la carrocería de la corrosión. Más adelante, unos robots sellan con PVC para proteger las uniones y se hace una inspección manual antes de que un robot aplique varias capas de pintura.
La planta en México apuesta por el principio de separación en seco del overspray, es decir, el exceso de pintura atomizada que emplea piedra caliza como aglutinante natural. Con esta técnica se ahorra no sólo 60 % de energía en la cabina de pintura, sino también 80 % de agua para el acondicionamiento del aire de reposición. Tampoco se agrega agua o químicos (se evitan los lodos de pintura), lo que hace de esta nave de pintura una de las más limpias del mundo.
Montaje
Una danza precisa y estudiada minuciosamente, en la que cada unión debe ser perfecta. El “matrimoniado”, término con el que en la industria de producción automotriz se designa el ensamblaje de la carrocería con el motor, es un acto que dura poco menos de tres minutos. Un robot ya tiene detectados los puntos de unión, la cual realiza a una velocidad hipnotizante. Después, dos ingenieros complementan esa unión y se aseguran de que todo esté en orden. Posteriormente, se monta el interior (moquetas, revestimientos interiores, etc.) y otras piezas. Una vez que la “boda” se termina, es hora de seguir con las pruebas que asegurarán que el auto cumpla con todos los estándares de calidad de Audi.
Audi sabe que los problemas requieren soluciones y en la industria automotriz la respuesta suele estar en la tecnología, una constante en este lugar. Un nuevo concepto de planta automotriz en donde no hay ruido, todo es limpio y que resuelve el conflicto entre movilidad personal y respeto al entorno. Esta planta no sólo ha activado la vida de toda una comunidad, sino que también ha apostado por cumplir un compromiso ambiental y una producción con estándares pensados en Alemania, pero hechos en México.
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