Por aquí y por allá, dispersas alrededor del mundo, podemos encontrar cientos de puertas que con sólo verlas nos transportamos a otros tiempos, a otras historias. Y ni qué decir de las sensaciones que despiertan: admiración, intriga y hasta miedo. Hablamos de esos accesos que uno tendría que contemplar al menos una vez en la vida por su valor histórico, arquitectónico, o porque de alguna manera representan una esencia oculta de los destinos que se visitan.
Motivados por el verdadero poder que tienen las puertas, Airbnb hizo una lista de aquellas entradas (y salidas) emblemáticas que los anfitriones ofrecen a huéspedes de todo el planeta. Obvio hay que advertir que esta antología es sólo una mínima muestra, pues la plataforma cuenta con más de seis millones de alojamientos.
A continuación presentamos una majestuosa colección en la que recorremos desde casonas de barrio, hasta pequeños pisos compartidos. Inmuebles que son más bien máquinas del tiempo.
Buenos Aires, Argentina
La puerta de esta casona, con corte inglés y argentino, es de techos altos y viejos que dan la sensación de pasear por los años 40. El inmueble fue construido hace 100 años con ladrillos unidos por argamasa de cal y arena. Sostenida por tirantería de hierro y bovedillas, fue remodelada en 1949. En su origen, la casa tenía bajada propia al Puerto de Tigre y caballeriza con galpón para carros.
Mérida, Yucatán
En Yucatán las casas suelen ser amplias para que circule el calor. Por eso las puertas son grandes y sencillas. Como las de Severino (que se abren de par en par), construida hace unos 120 años en centro histórico de la ciudad de Mérida; su estilo remite a una arquitectura colonial. Desde su origen, la casa no ha sufrido grandes modificaciones; su identidad histórica se priorizó con una decoración ecléctica que tiene algunas reminiscencias Kitsch.
Paraty, Brasil
Las puertas amarillas y amplias de esta casa de hace 200 años, son parte del atractivo del centro histórico de Paraty, en la costa de Río de Janeiro, en Brasil. Con un estilo colonial muy preservado y la calzada tradicional hecha con piedras irregulares en 1820. Caminar por las cercanías es como hacer un viaje en el tiempo entre las ruinas estrechas y los caserones e iglesias del siglo XVII y XIX.
Para quien ama la naturaleza, alojarse en esa propiedad es una decisión clara. Además de poder disfrutar de las bellas playas del destino, es posible alimentar a los micos (monos típicos de la selva Amazónica) en el mismo patio de la casa.
La Habana, Cuba
El portón de esta casa es tan antiguo y bello que cualquiera que pase por ahí, se detiene unos minutos a escudriñarlo. Se trata de una mansión colonial de 1920 que conserva, pese a los años, su comodidad, elegancia y misticismo. Su demanda es tal, que la ocupación llega hasta enero de 2020.
Santander, Colombia
Un enorme y viejo portón de madera es la entrada a una casa colonial construida en 1863 con impecables detalles arquitectónicos, tapices y jardines plagados de plantas y flores. La casona cuenta con balcones hacia áreas verdes e interiores amplios y frescos.
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