Si algo tiene Sudamérica es la enorme colección de paisajes naturales, y Colombia es un ejemplo perfecto de ello. Sin salir de este país es posible admirar, desde un glaciar en la Sierra del Cocuy, hasta contemplar las arenas blancas y aguas turquesas del Caribe. Pero además, se puede ir a los Llanos Orientales, una región que se caracteriza por tener una superficie plana cargada de vegetación que ha sido la fuente de inspiración para los entusiastas de la fotografía de todo el sitio.
Al extenderse a los pies de las sierras montañosas del centro del país (en el extremo norte de los Andes), este territorio es casa de numerosos ríos. Uno de ellos es el Ariari, que nació en las faldas de la Cordillera Oriental y atraviesa 290 kilómetros. Este inmenso ojo de agua resguarda una de las formaciones hídricas más especiales de la zona.
Una laguna muy particular
Junto a su cauce, cerca de Puerto Lleras (a unas 5:30 horas en coche al sur de Bogotá), se encuentra el Parque Natural Regional Laguna Lomalinda, donde hay un lago del mismo nombre. Lo peculiar de este cuerpo de agua es que sus límites no forman un círculo ni un óvalo, sino que dibujan las líneas fronterizas de Colombia.
Esta laguna se ha convertido en un punto de interés para el ecoturismo y los amantes de los deportes ya que además de poder nadar literalmente en Colombia recorrer el país entero a bordo de una lancha, sus visitantes pueden practicar pesca, senderismo y ciclismo de montaña.
La pista de aterrizaje
Parece extraño, pero al lado de la laguna de Lomalinda hay una pista de aterrizaje que en años anteriores recibió vuelos internacionales. Los constructores de este proyecto fueron los integrantes del Instituto Lingüístico de Verano. Esta colonia cristiana de estadounidenses llegó a Puerto Lleras en 1962 para documentar las lenguas indígenas del lugar. Abandonaron su misión a mediados de los años 90, pero aún se pueden ver algunas construcciones de su legado, como el minúsculo aeropuerto.
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