Sin embargo, la marca tiene un compromiso con el ambiente y los océanos. Por ello, se aseguran de almacenarlas de manera adecuada: ponen un corcho y las envuelven en dos capas de hule para evitar que la presión reviente las botellas o bien, se filtre un poco de agua salada al interior.
Lo mejor es el producto final, tanto por su sabor, como p0r su estética rústica. Al terminar su proceso de envejecimiento, corales, conchas y otros sedimentos del mar se incrustan, dándole un aspecto de antaño. No obstante, en la tienda —a nivel de la tierra y no del mar— podrás comprar un ejemplar empacado en una caja de madera y conservar la botella de arcilla como una anécdota casi imposible.