- DÍA UNO
Por la mañana
La primera inspección de la ciudad: el observatorio de la Tour Magne, una torre milenaria que permanece en pie, desde que estaba amurallada y era parte del Imperio Romano. El aire provenzal, fresco y claro, permite ver toda la ciudad, tal cual hacían los vigilantes militares hace dos mil años.
Al bajar de la torre comienzan los Jardins de la Fontaine, el primer parque público de Europa, creado en 1745 por mandato de Luis xv, justo en un manantial, donde hoy pueden verse cisnes reposando o niños corriendo empapados. Nimes está a más de 50 kilómetros del mar, pero sus manantiales la convierten en una auténtica ciudad de agua. El acueducto Les Quais de la Fontaine es otra bella muestra de ello.
Las ruinas del Templo de Diana, justo a la mitad de los jardines, intrigan a los paseantes, que pueden asomarse y caminar entre lo que queda de muros, columnas y pedazos de techo, casi todo destruido. No está claro si era una biblioteca o un recinto religioso, pero definitivamente ahora es un punto de interés, siempre abierto y gratuito. Más adelante, en las explanadas con menos árboles, se pueden observar viejecitas tomando el sol en bancas y hombres también de edad avanzada lanzando pelotas de acero pesadas, en un juego conocido como petanca.
Por la tarde
Hora de ir por un helado al centro, que no está muy lejos de aquí y con el sol que pega es casi una necesidad. Nimes recibe sol 300 días al año, una cantidad privilegiada que no pasa desapercibida, los franceses visitan sin falta esta escala en la ruta provenzal que ofrece artículos relacionados con este bello clima y paisajes: vestidos, faldas, blusas; perfumes y objetos florales para la casa. No es casual que L’Occitane y Cacharel sean marcas fundadas aquí; sus locales en el centro tienen la mejor variedad.
Otro dato curioso de moda: si bien el empresario Levi Strauss la popularizó en Estados Unidos, fue aquí que se inventó la mezclilla y por eso en inglés se llama Denim, o sea, “de Nimes” (Nimes se pronuncia nim en francés). Luego de comprar por estos andadores peatonales hay que comer mantequillas y quesos regionales en una terraza que dé a la torre del reloj, donde también el agua de manantial salta por todos lados en las fuentes danzantes.
La Tour Magne 1 Chemin Guillaume Laforêt, T. +33 466 218 256, arenes-nimes.com, L’Occitane en Provence 9 Rue de l’Aspic, T. +33 466 672 709
- DÍA DOS
Por la mañana
La celebración más importante en esta ciudad es la Feria, una serie de corridas, novilladas, encierros, conciertos y la Pégoulade, un desfile con carros alegóricos, bandas y espectáculos de pirotecnia; un evento muy particular y que tiene más espíritu español que francés.
Hemingway y Picasso frecuentemente acudían a Nimes a disfrutar de las corridas, que por muchos años fueron ilegales pero la presión local consiguió que fuese la única ciudad en Francia donde permanecen las corridas de toros. La Feria de este año ya pasó (es siempre en la Pentecostés) pero aún así Les Arènes, la sede principal de las corridas, es uno de los obligados en esta visita, simplemente porque es un coliseo de 1900 años de antigüedad, con inscripciones romanas, leones tallados y todo en un estado de conservación que parece de hechizo. Además de eventos taurinos, hospeda conciertos, lucha libre y festivales. Arènes de Nîmes Boulevard des Arènes, T. +33 466 218 256, arenesdenimes.com
Por la tarde
Guardamos lo mejor para el final: uno de los edificios más conservados del mundo romano está aquí, la Maison Carrée. Para tener una idea más clara, a este nivel de conservación sólo se encuentran el Panteón, en Roma y el Templo de Augusto y Livia, en Vienne. Seis columnas de frente y once de fondo encierran recuerdos del año 27, cuando el emperador Augusto encabezaba uno de los mayores imperios de la historia.
Todos los días se proyecta una película 3D, con una explicación de la arquitectura y las funciones de este edificio a través de los años. La fundación Culturespaces se encarga de la venta de tours y boletos tanto para este edificio como para la Tour Magne y Les Arènes.
Frente a la Maison Carrée, está otra joya arquitectónica, pero ésta de Norman Foster. El Carré d’Art, un museo de arte contemporáneo y literatura, fue abierto apenas en 1993 y, con estos vecinos tan longevos, uno esperaría que aquí siga dentro de varios miles de años. Carré d’Art, 16 Place de la Maison Carrée, T. +33 466 763 570.