A room with a view
Hay ciertos detalles que pueden hacer que madrugar sea un poco más placentero.
POR: Redacción Travesías
Al entrar a The St. Regis Bal Harbour Resort, uno es recibido por pasillos y descansos que forman figuras geométricas con espejos y candelabros, en lugar del usual lobby abierto. El diseño estuvo a cargo de la multipremiada firma de interiorismo Yabu Pushelberg. Ahí mismo, se topa con una enorme escultura colgante, una especie de nube metálica que baja del techo, obra del artista Íñigo Manglano-Ovalle. Desde el principio, el arte y el diseño se imponen.
El hotel es grande, sí, pero no tan enorme para que te pierdas en él como puede suceder en varios all-inclusive de Miami Beach. Y a la inversa, todo es elegante, con la intención de recrear el glamour que tenía la ciudad por ahí de los cincuenta. Cada una de las 243 habitaciones tiene vista al mar azul, azulísimo. Dado que el edificio del St. Regis es inteligente, todo —la iluminación, las cortinas, la música, la alarma— se controla tocando un botón.
Además, cuenta con dos albercas (una familiar y otra para adultos) y entrada privada a la playa —con todo el servicio St. Regis que eso implica: bloqueador, bronceador, loción after-sun—. Dentro, hay tres restaurantes: el fresco beach & grill, junto a la alberca; el atlantico, de comida española, y la joya, el j&g grill, a cargo de Richard Gras. Por supuesto, no puede faltar el St. Regis Bar, con sus tradicionales Bloody Mary.
Lo que hace emblemático al hotel, sin embargo, es su servicio impecable, desde el recibimiento y la comida hasta los mayordomos privados que hacen hasta lo imposible para hacer perfecto el alojamiento, con concierge 24 horas y los coches a disposición de los huéspedes. Casi como para quedarse a vivir ahí (que si uno quisiera, podría hacerlo, comprando una de las residencias privadas en otra de las torres del hotel, con todos los servicios del St. Regis incluidos) y, también, como para casi no salir del hotel.
Es este servicio, cuando uno apenas va empezando el día, el que realmente lo distingue de otros hoteles. Justo 10 minutos después de que uno ha sido levantado por la llamada del despertador, se puede encontrar una sorpresa en la puerta de su habitación: esperando del otro lado hay café recién hecho y el periódico del día. Pero no es sólo eso, ya que si uno quiere, el kit completo —que también puede incluir desayuno— se monta en el balcón con vista al mar. Despertar con una vista impresionante al mar azul, con café, periódico y tu balcón privado, es el tipo de cosas que hace que te quieras quedar indefinidamente en el hotel en el que te hospedas (y también la mejor manera de empezar el día, sin duda alguna).
Tres cosas que hacer en Miami
Moca MiaMi. El Museo de Arte Contemporáneo de Miami (www.mocanomi.org) es la sede principal de una de las ferias más importantes del mundo del arte, Art Basel. Con sus 15 años cumplidos está planeando una importante expansión y mientras ofrece exposiciones temporales, fiestas, conciertos, ciclos de cine y performances, así como un importante programa educativo.
Bal HarBour Shops. Las mejores marcas de ropa, zapatos y joyería justo cruzando la calle del St. Regis Bal Harbour. Hay tiendas como Lanvin, Yves Saint Laurent, Chanel, Alexander McQueen, etcétera. También hay buenos restaurantes para descansar entre tanta compra.
Paseos en yate. Si la idea de recorrer Miami a bordo de un yate privado es algo que te llama la atención, lo único que tienes que hacer es proponérselo al concierge del St. Regis. El hotel ofrece el servicio de renta de yates por sólo medio día o un día completo, con capitán, comida, bebida y todo lo que se te ocurra que puedas necesitar.
The St. Regis Bal Harbour
Collins Avenue Resort 9703,
Bal Harbour, Miami Beach
t. +1 (305) 993 3300
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