Cualquier excusa es buena cuando se trata de volver a Mayakoba, y la apertura del hotel Andaz sin duda es más que suficiente. En este complejo —hoteles, residencias, restaurantes y campo de golf— en las afueras de Playa del Carmen, el entorno cambia muy poco cada año: los manglares y la flora y fauna que los rodea son la constante. Una nueva propiedad en el complejo, tenía que ser noticia.
Para quien nunca haya estado en Mayakoba hay que imaginarse un gigantesco jardín, o tal vez sería mejor decir, un enorme sistema de manglares. De la entrada (por la carretera federal) a la playa se esconden entre la vegetación cuatro hoteles, un campo de golf y una plaza con restaurantes y tiendas. Tal vez la mejor manera de entender la distribución es hacer el recorrido a pie, en una caminata que toma poco menos de una hora y que debe incluir una escala en el cenote (que lleva el nombre de Burródromo porque ahí llevaban a beber agua a los burros) hoy habitado por una gigantesca colonia de murciélagos que —no hay por qué asustarse— tiene muy pocas ganas de interactuar con los visitantes.
A diferencia de lo que uno pensaría, cuatro hoteles en Mayakoba no es un problema de competencia, pues cada uno tiene una personalidad muy diferente, y atiende a un público totalmente diverso. El más elegante es sin duda Rosewood, y también el más elevado en precios. Sus habitaciones son amplísimas y las suites que dan a la playa son probablemente las más hermosas de todo el complejo. Para el plan en pareja, y los que disfrutan del espíritu asiático, Banyan Tree es perfecto (sobre todo las habitaciones que tienen albercas privadas en el jardín). El primero que se construyó fue Fairmont, y el que tiene el espíritu más familiar. La llegada de Andaz abre un espacio para un viajero más joven que busca el servicio y el detalle de un hotel de lujo pero en un entorno más relajado.
Como todos los hoteles del complejo, Andaz está dividido en dos zonas, una en los alrededores de la laguna y otra en mar. La decoración de todas las habitaciones, sin importarla categoría, tamaño o la zona, comparte una cosa, toques de color y detalles de diseño inspirados en artesanías mexicanas, lo que le da un toque muy alegre y fresco. Además, algo que siempre hace feliz a cualquier huésped, las bebidas y los alimentos del mini bar son en cortesía. Dos super albercas, una en la zona de la playa y otra en la parte central del hotel, además de cuatro restaurantes mexicanos (donde la salsa de habanero es digna de llevarse a casa) y un spa con vistas a la laguna hacen que tener una bici a mano sea siempre la mejor opción. Los que prefieran no mover ni un dedo, pues llegan en plan relax absoluto, pueden usar el servicio de carritos de golf que conecta a todo el complejo.
Con todo y la bici, y la caminata, la única manera de terminar de entender el tamaño de Mayakoba es primero, caminar toda la playa, para ver hasta dónde alcanza y segundo, apuntarse a uno de los recorridos en bote que salen de cualquiera de los hoteles y recorrer el sistema de canales que forman los manglares. Mayakoba guarda en su interior todo un ecosistema, y tal vez la mejor muestra de ello sean los lagartos que lo habitan. Si uno tiene suerte puede ver a alguno de estos gigantes que deambula por los canales, junto a cientos de pájaros endémicos, catites y otros animales que conviven, desde hace 12 años con cuatro hoteles y un campo de golf. Nada mal para un complejo turístico de 875 habitaciones.
Dime qué te gusta y te diré dónde comer en Mayakoba:
A la leña y al aire libre; La Ceiba, Mayakoba.
Comida tailandesa; Saffron, Banyan Tree.
Sushi y tequila; Agave Azul, Rosewood.