De aquí y de allá
La gastronomía caleña tiene algo de español, algo de negro y algo de indígena, y existen restaurantes clásicos, tradicionales y otros nuevos, que basan su cocina en esa tríada modernizada.
La comida: el Ringlete sigue el concepto de “nueva cocina vallecaucana” que básicamente es una mezcla multicultural propia de la región. La dueña y cocinera, como ella se define, Marta Cecilia Jaramillo, investiga las raíces de la cocina prehispánica, y fundó este restaurante hace 10 años, donde sirve platillos que celebran la cocina local desde sus recetas más antiguas y completas.
En este espacio de manteles fucsias, techo de tejas y fotos y cuadritos en las paredes hay que empezar con una lulada (lulo macerado con azúcar, limón y hielo). Luego, se puede seguir con marranitas, aborrajado, sancocho de gallina, atoyado con arroz, queso cuajado, manjar blanco y brevas de postre.
El aperitivo: pocas cosas tan tradicionales como pasar a tomar el aperitivo en Empanaditas Obelisco sobre la avenida Colombia, en el barrio El Peñón. Son unas empanaditas pequeñas, fritas y crujientes. La cerveza con el clima cálido se antoja, pero lo clásico es pedir una lulada.
La cena: las opciones son dos y ambas son modernas, encantadoras, con una interesante propuesta gastronómica. Por un lado, Platillos Voladores, de la chef Vicky Acosta, es un restaurante ubicado en lo que antes era una casa y que aún mantiene la estructura de habitaciones privadas con mesas grandes y espacios comunes en la sala y el patio.
Aquí la especialidad son los platillos que combinan el oriente y el occidente, por eso hay ceviches, carpaccios (hay uno de tofu) y rollos, así como camarones Hoisin, pescado con curry rojo o un arroz thai. El resultado es una comida fresca y llena de sabores.
La otra opción está casi oculta en una tienda de diseño interior, en el antiguo Barrio de San Antonio. Es Antigua Contemporánea Café. Una vez que se atraviesan lámparas, flores y muebles, se llega a un espacio con desniveles y a un patio con amplias mesas de madera, rodeadas por plantas enormes, faroles y velas.
La cocina es ligera, mediterránea: langostinos, portobellos, carpaccios, ensaladas, mozzarella de búfala y pastas son algunos de los ingredientes que protagonizan una carta corta pero que se antoja completa.
Los barrios
Cali se transformó en los últimos años en una ciudad segura donde se puede transitar sin problemas durante el día y la noche. El norte y el sur son las zonas más caras; el norte es residencial y el sur además tiene su área comercial y de vida nocturna.
El centro es el lugar más tradicional y colonial, y el este guarda también historia y monumentos. El oriente, que solía ser la parte más marginal y oscura, desde hace cuatro años ha tenido una gran renovación, y hoy es el lado más alternativo de la ciudad.
Si buscas moda de diseñadores locales e independientes, restaurantes modernos e interesantes y otras tiendas curiosas, tienes que ir al Barrio Granada, la zona fashion de la ciudad. La Avenida 6 dejó de ser la de moda pero sigue habiendo muchos restaurantes, bares y tiendas.
San Antonio es ahora uno de los favoritos de los avecindados y extranjeros. Es el barrio colonial y bohemio y lo han declarado Patrimonio de la Humanidad. Aquí podrás encontrar hotelitos, cafés, talleres de artistas, y es perfecto para recorrerlo a pie e ir descubriendo cada espacio arty dentro de las antiguas casas coloniales.
La salsa y la rumba
Cali es la capital mundial de la salsa. Por eso mucha gente llega aquí a aprender con los lugareños a bailar salsa caleña, un estilo con reglas propias: es más acrobático, tiene influencia de los ritmos del Pacífico, se baila con la punta de los pies y se mueve de la cintura para abajo.
Hay más de 50 escuelas, varios campeones mundiales (y alrededor de 30% de la población vive de la industria de la salsa). Tres de ellas son las más famosas: Swing Latino, Tango Vivo & Salsa Viva y Rucafe. En cualquiera de ellas se pueden tomar clases particulares o grupales, y salir con el conocimiento de los cuatro pasos básicos.
También hay shows de salsa en los que uno puede ver en acción a los expertos. Sin embargo, lo mejor es ir con los cuatro pasos aprendidos a cualquier disco a poner la teoría en práctica. Abren diario, hasta las tres de la mañana, para quienes están en Cali, y hasta las 6 en las afueras.
Los caleños saben qué día se pone bueno en cada lugar (los lunes hay que ir a Las Brisas, los martes son de Siboney, los viernes de La Clave, y así cada día). Lo mejor de saber a qué se va según el día es que te puedes topar con bailarines profesionales, maestros y músicos que también van a bailar y a tocar. Así que prácticamente puedes tener un show excelente por nada.
Como dice Jaime González, bailarín y maestro de Swing Latino, “para aprender a bailar lo fundamental es tener ritmo. Luego, vienen los pasos”.
El mejor guía de Cali
Cali puede parecer una ciudad algo hermética o sosa si uno no sabe qué y dónde buscar. Por eso, una opción sumamente recomendable es contratar a un guía que pueda enseñarnos la ciudad a través de sus mejores historias, sus parques naturales, sus cascadas y sus lagos. Gabriel Borrero Gutiérrez. T. +57 (300) 830 9599