Un zapatero en el fin del mundo

Calzados Correa es una zapatería en Buenos Aires a donde han ido Francis Ford Coppola, Hugo Chávez, Benedicto XVI y muchas otras celebridades.

26 Mar 2021
Un zapatero en el fin del mundo

Calzados Correa es la historia de tres generaciones de zapateros argentinos. El centro emocional de una familia que, en 1955, abrió una pequeña casa de zapatos a la medida en el barrio porteño de Almagro y, medio siglo después, se convirtió en una tienda de culto en el mundo. Hoy, a este local pintado de azul y con techos altos llegan actores, jeques, príncipes y presidentes de todo el globo, buscando zapatos clásicos hechos a mano con los mejores cueros argentinos. Piezas con un valor que ronda entre los cien y los dos mil dólares.

Don Félix Correa, nacido en 1929 en la provincia de Corrientes, hoy la más pobre de Argentina, fue el artesano humilde que llegó a Buenos Aires y en los años del peronismo fundó esta tienda de calzado masculino tradicional al estilo inglés en un local pequeño de la calle Gascón, el primero que tuvieron antes de mudarse a la calle Mario Bravo, en el popular barrio de Almagro. Empezó remendando y vendiendo el producto a grandes casas de moda de la época, como Harrods, James Smart, Rhoders o Gath & Chaves. La dirigió hasta su muerte, en 1992, sin saber que en el siglo xxi Correa sería el último taller de zapatos hechos totalmente a mano en Argentina, y uno de los pocos que quedan en el mundo.

“Yo le prometí a mi papá que iba a hacer lo imposible por seguir. Antes de que cerraran el ataúd, le dije: ‘Viejo, le pongo el alma a esto’”, relata Félix Correa hijo, que aprendió el oficio con su padre. En 2020, a punto de cumplir 60 años, Félix, junto con su cuñado Héctor Pelizoli, sigue al mando de este taller que parece detenido en el tiempo y, a la vez, está profundamente vivo.

Aquí, Correa y Pelizoli trabajan con una decena de artesanos, hombres mayores, algunos ya jubilados, que dominan oficios hoy reducidos a una élite. Son cortadores, plantillistas, aparadores, fondistas, sueleros, taqueros y empaquistas. “Ni modelista ni diseñador —dice Correa—, yo soy zapatero”.

El eslabón joven de esta fábrica humana de zapatos es Juan Cruz, de 25 años, hijo de Félix y nieto de don Correa. Trabaja desde los 16, atiende al público extranjero, hace las pátinas artesanales y ya diseñó algunos bienes de cuero, como billeteras y bolsos, que sueña con sacar como una cápsula dentro de la marca.

Directores como Francis Ford Coppola; expresidentes latinoamericanos como Luiz Inácio Lula da Silva, Hugo Chávez o Alan García; príncipes como Felipe de Borbón; el papa Benedicto XVI, y miles de hombres de mundo, amantes de las piezas únicas, han caminado con zapatos que la segunda generación Correa hizo a la medida para ellos. “Yo me jubilé acá adentro —dice Pelizoli, de 70 años—. ¿Lo más grande que me puede pasar? Que ellos me llamen y me digan: ‘Me puse tu zapato y me encanta’”.

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