Ocho hoteles con encanto
Les presentamos un adelanto de la segunda edición del libro 50 hoteles con encanto en México.
POR: Redacción Travesías
Design Hotels llegó a la Riviera Maya y se instaló en esta propiedad para convertirla en el primer pop-up de la marca. Entonces Papaya Playa se trataba simplemente de un proyecto temporal, pero el éxito fue rotundo y casi cinco años más tarde el hotel, que ostenta un diseño simple y sin pretensiones, se mantiene como uno de los favoritos de Tulum —que mientras tanto fue transformándose en la versión playera de Brooklyn—.
Desde las sencillas cabañas en la selva hasta casitas con vista al mar, todas las habitaciones del hotel comparten un diseño fresco que echa mano de piezas mexicanas de toda la vida: desde huacales hasta hamacas pasando por coloridas piñatas.
Con un fuerte sentido ecológico, muchas de las cabañas utilizan baños y regaderas comunes y aunque hay electricidad no ofrecen aire acondicionado: uno se acostumbra a dormir escuchando nada más el sonido del mar, protegido de los mosquitos debajo de un gran mosquitero.
La mejor parte sigue siendo la playa, tranquilísima, y desde hace unos años, las actividades para comer y salir por los alrededores son también un punto a favor. Es, eso sí, un hotel con alma joven y es preferible llegar dispuesto a conocer gente y a tomarse algo pues la fiesta sigue hasta bien entrada la noche.
Personaje clave: Claus Sendlinger, el cerebro detrás del exitoso concepto de Design Hotels, estuvo personalmente involucrado durante la apertura y desde entonces vive largas temporadas ahí.
Habitación: Las Ocean Front Cabañas son supersencillas pero disponen de una vista que no tiene precio y de una pequeña terraza, ideal para sentarse a disfrutar de la vista. Barefoot luxury en su mejor expresión.
Espacio público: PPP se llena todos los días de visitantes que vienen a asomarse y a conocer el espacio. El Club de Playa es como tele-transportarse a Brooklyn.
Platillo: Hay que escaparse a cenar a Hartwood, que no solamente está súper de moda sino que, además, es sin duda el mejor de la zona.
Bebida: Pregunta por su selección de mezcales.
Detalle: Todos los días hay clases de yoga a las 8:30 a. m. en la zona del spa (y por el entorno y el espíritu relajado, más de uno se anima).
Lo imperdible: Aprovecha la visita a Tulum para ir a ver las ruinas y, después, para apuntarse a una excursión de esnórquel.
Papaya Playa Project, Km 4.5 Carretera Tulum – Boca Paila, Tulum, T. 01 984 802 5362
Pocos hoteles consiguen que uno se sienta, literalmente, como en casa, pero en La Semilla el efecto es inmediato. Alexis Schärer y Angie Rodríguez son el alma detrás de este espacio y son ambos quienes atienden a sus huéspedes y están al pendiente de ellos, por eso, desde los desayunos que se sirven en el patio interior, hasta los tragos por la noche, uno como huésped puede platicar con ellos y pedirles recomendaciones de Playa del Carmen.
Las habitaciones fueron decoradas por Angie, quien se dio a la tarea de recuperar muebles antiguos y reutilizarlos; eso le aporta un aire medio retro a cada habitación, y mucha personalidad.
La Semilla forma parte de una nueva camada de hoteles y restaurantes en Playa que buscan regresar a lo auténtico. Acá el mayor lujo es la paz que se respira en los espacios y la intimidad, algo que es difícil de conseguir en una de las ciudades con mayor vida nocturna del país. Uno puede desconectarse absolutamente del ruido y de la fiesta de la Quinta Avenida y refugiarse en este oasis que hace que todos se sientan como parte de la familia.
Personaje clave: Alexis y Angie, los dueños, están siempre en el hotel, ambos viven en Playa y conocen muy bien la zona, así que es a ellos a quienes hay que consultar cuando uno busque dónde comer o qué sitio explorar.
Habitación: Hay que pedir una suite con terraza. Nos gustan especialmente porque además de la terraza tienen una pequeña tina en el balcón, ideal para salir a tomar el fresco por la noche.
Espacio público: El patio interior es una delicia, hay que asomarse a conocerlo incluso si uno no está hospedándose ahí.
Platillo: La gastronomía del hotel es sencilla pero basada en productos sanos y equilibrados; por eso, el desayuno es ideal para cargarse de energía sin caer en los excesos.
Bebida: La Santa María preparada con cítricos de la huerta.
Detalle: Sus atrapa-sueños son hermosos y lo recomendable es llevarse uno a casa para seguir durmiendo igual de bien.
Lo imperdible: Platicar con los dueños y pedirles tips de la ciudad; como locales, saben mejor que nadie a dónde ir.
Hotel La Semilla, Calle 38 s/n Mz. 4 lote 3, Playa del Carmen, T. 01 984 147 3234
Pocos hoteles en México pueden competir con esta propiedad que lo tiene todo: excelente ubicación en la costa maya, unas instalaciones de superlujo y, lo más importante, un servicio impecable. En Rosewood pareciera que todo el mundo supiera quién eres y qué necesitas, por eso, después de dos o tres días uno ya conoce las caras de quienes trabajan en el restaurante y de quienes van y vienen con carritos de golf por todo el resort. Rodeado de manglares y lagunas, en Rosewood la naturaleza está en todas partes y uno verdaderamente se siente a miles de kilómetros de la civilización.
El spa —Sense— es espectacular, y este año acaba de estrenar una serie de tratamientos basados en la filosofía maya que no tardaron en convertirse en favoritos. En el restaurante Agave uno puede comer el mejor sushi de la región y acompañarlo con alguno de los cientos de tequilas de su “colección”, pero definitivamente nuestra experiencia preferida es comer en La Ceiba. Éste es un espacio abierto, rodeado de un jardín de hierbas en el que los huéspedes se apuntan a cenar en una mesa comunal, mientras que el chef prepara un menú basado en ingredientes locales y cocinado a la leña. Una verdadera delicia.
Personaje clave: Daniel Scott, el director ejecutivo, es un enamorado de México y eso se nota en su trabajo. Es posible encontrarlo dando vueltas por el hotel asegurándose de que todo marche bien con los huéspedes o, muy temprano, haciendo ejercicio en el gimnasio.
Habitación: No hay nada como una villa con vista al mar, de una sola planta y con una pequeña alberca privada, nada supera a la vista del oceáno ni al sonido de las más-bien-pequeñas olas.
Espacio público: La Ceiba no es solamente un espacio hermoso, sino que además fue diseñado especialmente para disfrutarse en grupo: la mesa es comunal y el menú se comparte entre todos.
Platillo: No te pierdas el desayuno. Nadie prepara unos huevos divorciados más deliciosos con unos molletes miniatura de acompañamiento.
Bebida: Prueba la coctelería que preparan en Agave a base de tequila y sabores supermexicanos.
Detalle: Nos encantan las bicis con las que uno puede disfrutar del resort y moverse de arriba para abajo.
Lo imperdible: Pasar un día completo en Punta Bonita tomando el sol, disfrutando de la alberca y comiendo ahí mismo, sin perder nunca de vista el mar.
Rosewood Mayakoba, Carretera Federal Cancún – Playa del Carmen Km 298, T. 01 984 875 8000
4. Escondido
Son apenas 20-30 minutos los que separan Puerto de este hotelito, pero al llegar uno siente que está, literalmente, en medio de la nada. Las cabañas, sencillas pero llenas de color y con geniales detalles en la decoración, tienen todas vista al mar y una alberca pequeña y privada para disfrutar del sol sin tener que compartir con nadie. Aunque la playa acá es mar abierto y nada más un verdadero experto se atrevería a meterse, la brisa y el paisaje son delicia suficiente para pasar el día al borde de la alberca.
Como parte de la familia Habita, Escondido es un hotel que tiene un superdiseño, pero basado en piezas y detalles sencillos: desde una lámpara que le da un toque de color a la habitación, hasta los decorados en el piso de madera. Son apenas 16 cabañas por lo que es perfecto para quienes buscan desconexión total. Eso sí, cuando cae la noche, siempre hay opción de fiesta en su Dance Club. Es común que se organicen escapadas de yoga o retreats, por lo que vale la pena revisar su web para apuntarse al próximo.
Personaje clave : Clyo y Taylor, los dos perros labradores de Iñigo Orbañeja, el gerente general. No hay huésped que no se entienda con ellos, son, en definitiva, el espíritu del hotel.
Habitación: La 1 o la 16, nos encanta que son las que ofrecen las mejores vistas para apreciar el atardecer y el amanecer.
Espacio público: El ocupado por la disco está decorado con arte de Stefan Brüggemann, más cool, imposible.
Platillo: Pide un aguachile especial o la tlayuda, finalmente, estás en Oaxaca.
Bebida: Cocktail Escondido: mezcal oaxaqueño mezclado con fruta de temporada en refrescante versión frozen.
Detalle: El minimalismo de los 16 bungalows, que se enfatiza con el piso pintado a mano y la parota, un tipo de madera recuperada que se utilizó para hacer el mobiliario.
Lo imperdible: No te pierdas las cometas al atardecer y Casa Wabi, el centro disciplinario obra del japonés Tadao Ando.
Escondido, Carretera Federal Salina Cruz – Santiago Pinotepa Nacional Km 113, Puerto Escondido, T. 01 954 582 2224
A 15 minutos de Ensenada y a diez del Valle de Guadalupe, en medio de un viñedo, las cabañas de Cuatrocuatros parecen salidas como de una película, pero una película que transcurre en la sabana africana. Las 18 tiendas fueron diseñadas por el Taller de Arquitectura de Mauricio Rocha y Gabriela Carrillo y son la mezcla perfecta entre sencillez y lujo; o dicho de otra manera: glamping versión mexicana. Amplias camas, deliciosos duvets y un deck para sentarse a ver las estrellas o a beber un vino al atardecer.
Sin televisión, ni teléfono, ni distracciones, uno puede admirar el paisaje o pedir una bici y pedalear hasta el mirador, desde donde se alcanza a ver el Pacífico desde lo alto. Por su ubicación, es el lugar ideal para explorar el Valle y Ensenada; eso sí, es buena idea hacer reservación en todo los restaurantes de la zona para asegurar el lugar y llegar con un buen itinerario armado.
Personaje clave: Noé Guzmán Velasco, el encargado de que el hotel funcione y quien también recibe a los huéspedes. Noé ha estado desde que se inició con cabañas hace más de cuatro años. Los clientes lo conocen perfectamente y lo adoran.
Habitación: Todas las tiendas de cama son exactamente igual, lo único que cambia es que algunas son dobles y otras sencillas. Pide una de las que tienen un árbol junto, pues las protege del sol y las hace más frescas.
Espacio público: De las 700 hectáreas del desarrollo, 75% son áreas de conservación. Aprovecha para disfrutar de hermosos paisajes, convivir con la naturaleza, practicar hiking, pasear en bicicleta de montaña o a caballo, hacer senderismo, acudir a sesiones de yoga y deslizarte en tirolesa.
Platillo: Solamente sirven alimentos a la hora del desayuno (delicias mexicanas para empezar el día), pero con tiempo se puede pedir que le preparen a uno comida o cena.
Bebida: Es casi obligado probar sus vinos, recomendamos la mezcla de tintos Cuatrocuatros, con merlot, tempranillo, cabernet y garnacha y el sauvignon blanc.
Detalle: El único hotel en la zona que puede presumir de tener un viñedo y acceso al mar.
Lo imperdible: El Bura Bar, un espacio con increíbles vistas del Pacífico, es el mejor spot para disfrutar de la puesta del sol.
Cabañas Cuatrocuatros, El Tigre, Carretera Libre Tijuana – Ensenada Km 89 s/n, T. 01 646 174 6789
6. El Ganzo
Original, diferente, atípico… cuando uno piensa en El Ganzo, éstas son las palabras que le vienen a la cabeza. Sí, se encuentra en uno de los destinos más turísticos del país, pero no se parece a ningún otro hotel de la zona: relajado, muy creativo, joven y moderno. Rústico al mismo tiempo, este alojamiento llegó a darle al destino algo que definitivamente no tenía. Debido al daño que sufrieron, lleva cerrado desde el huracán (en septiembre de 2014), pero planea abrir sus puertas este noviembre.
Además de las habitaciones, hay una increíble terraza con magníficas vistas y una alberca infinita, ideal para tomar el sol pero también para beber un trago. Organizan muchas actividades con artistas —tienen un estudio de grabación en el sótano, algo que nadie más puede presumir— y durante los próximos años se desarrollará todo un complejo comercial y de vivienda en la marina, lo que, estamos seguros, le dará mucha vida al lugar.
Personaje clave: Pablo Sánchez-Navarro, creador del concepto y fundador del hotel.
Habitación: La suite 300 mide alrededor de 250 metros, tiene dos cuartos, un gimnasio, sala de tele, mesa de ping-pong y terraza con plunge pool. Y sí, aquí se organizan fiesta muy divertidas.
Espacio público: El Club de Playa es el único “nadable” del destino. Se pueden realizar todo tipo de actividades, desde SUP yoga hasta remar en kayak. Y para los que prefieran relajarse, también disponen de un restaurante de comida casual.
Platillo: Prepararon un nuevo menú para su apertura en noviembre.
Detalle: Todo lo que veas en los muros y no sea blanco, son obras de los artistas en residencia. Un museo vivo.
Lo imperdible: Un concierto en el rooftop de alguno de los artistas que viven en el hotel. Revisa su web para saber de sus actividades especiales.
El Ganzo, Tiburón s/n, La Playita, San José del Cabo, T. 01 624 104 9000
Xixim no es para cualquier tipo de viajero: las habitaciones no tienen aire acondicionado ni televisión, y hay que considerar que está en medio de la selva, por lo que es probable que algunos insectos aparezcan. Es posible ver, también, iguanas tomando el sol en los caminos y distintas especies de aves que viven en el hotel (más de diez endémicas de la región).
Si para algunos su lejanía con alguna ciudad podría ser una desventaja, hay que pensar que el hotel tiene una espectacular vista al mar desde todas las cabañas (cada una con su propia hamaca y su baño al aire libre), café fresco y pan recién horneado esperando cuando uno despierta, una playa virgen de cinco kilómetros, espectacular gastronomía yucateca, un spa, un salón de yoga enorme que mira al mar, cocos y frutas que se dan ahí mismo y peces que se pescan el mismo día sirviéndose en su restaurante. A lo mejor la playa, de arena blanca impecable, podría no verse perfecta, pero eso es porque el hotel no se ha metido con ella.
Todas las habitaciones se encuentran a partir de la segunda duna de la arena: la primera se respetó por completo, no se tocó, no se le quitó ninguna de las plantas que ahí crecen, ya que así el hotel no le resta espacio al mar.
El propósito de Xixim es alterar lo menos posible la naturaleza, no ser invasivo y mucho menos destructor. Ése es su atractivo número uno: su fauna, su vegetación, su playa intacta y casi inhabitada, donde uno puede nadar casi completamente solo en el mar tranquilo y tibio del Golfo de México, casi un chapoteadero, sin competir por espacio más que con los pelícanos que se acercan en busca de comida cuando la tarde comienza a pintarse de noche. Xixim es un hotel de calma, de tranquilidad y de tratar de recordar, porque se nos olvida, porque no siempre lo tenemos en cuenta, qué es lo que al final importa.
Personaje clave: Verena Gerber Stump, dueña y creadora de este proyecto que denomina “ecológicamente, socialmente y económicamente” sustentable.
Habitación: Definitivamente, la master suite estilo casa maya.
Espacio público: ¿Dónde más podrías tener cinco kilómetros de playa virgen, de arena blanca para pasarte una tarde recolectando conchas?
Platillo: Filete de pescado Xixim: un filete envuelto en hoja de chaya que se sirve sobre un ceviche de arroz con mango y camarón pacotilla de la Ría de Celestún, acompañado de un chutney de mango y chile habanero.
Bebida: Es preciso probar su versión de margarita, que sí, lleva chaya.
Detalle: Uno de los pocos hoteles que se han preocupado por ser en verdad ecológicos, adopta un concepto de aldea maya y respeta al entorno.
Lo imperdible: Hay que apuntarse a la excursión de pesca que se completa con una clase de cocina.
Xixim Unique Mayan Hotel, Municipio de Celestún, Yucatán, México, T. 01 988- 916 2100
8. Azul Oaxaca
A medio camino entre hotel y galería, este espacio boutique abrió sus puertas en el 2011 en el corazón de la ciudad de Oaxaca y no tardó en convertirse en un favorito de los viajeros. El diseño, a cargo del estudio Esrawe, puso a trabajar a un grupo de artistas locales formado por Francisco Toledo, Rubén Leyva, José Villalobos, Luis Zárate y el Colectivo Frijol Parado.
Cada uno diseñó una de las cinco suites, imprimiéndole su toque personal. El resto de las habitaciones estándar comparten limpieza en la decoración aunque con una clara inspiración en lo mexicano.
La casona en la que se levanta el hotel posee un hermoso patio interior y muchos de los sitios públicos están decorados con piezas de Toledo. Cuenta con una amplia terraza a la que llegan no sólo huéspedes, sino también curiosos para disfrutar de las vistas y saborear un trago al atardecer. Los pisos de barro negro, los detalles en madera y, en general, lo sobrio pero hermoso de cada detalle lo convierten en un espacio que enamora a primera vista.
Personaje clave: Sin duda, Francisco Toledo y su obra son parte fundamental del proyecto. Como persona clave en la transición turística local, la intervención de Toledo es como la cereza del pastel.
Habitación: La Suite Leyva es especialmente armoniosa y nos encanta el caballo de madera.
Espacio público: Desde hace algún tiempo, también administran Casa2lagos, un inmueble situado a unos 20 minutos de la ciudad, ideal para los que buscan un sitio para eventos.
Platillo: Nos encantan los desayunos, especialmente los domingos: espera todas las delicias oaxaqueñas juntas en un solo lugar.
Bebida: ¿Qué más podría ordenar uno que no fuera mezcal? Eso sí, pídele al bartender que te sorprenda con alguna especialidad de la casa, a base de este licor, claro.
Detalle: El mobiliario de Esrawe se diseñó especialmente para el hotel.
Lo imperdible: Una boda en el patio central, aunque, para eso, primero hay que encontrar a algún candidato.
Azul Oaxaca, Abasolo 313, Centro, Oaxaca, T. (951) 5010 016
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