Volez, Voguez, Voyagez —en español, navega, vuela, viaja—. Tres palabras en francés con la “v” en común, que resumen la pasión de una marca por crear equipaje único en su época y, a largo plazo, ser sinónimo de lujo. También es el nombre de la exposición dedicada a la historia de Louis Vuitton, que ha llegado a Nueva York.
Desde su inauguración en 2015 en el Grand Palais de París, la exhibición ha demostrado que los viajes son, desde 1854, la particularidad de Louis Vuitton. Continuamente, propone recorrer el mundo desde sus guías de ciudades, la reinvención de su icónico baúl y una visión global. Así, cada uno de los objetos reunidos para narrar 160 años de historia crean una línea temporal sobre la evolución de la marca y la herencia artesanal detrás de cada diseño.
Olivier Saillard fue el encargado de la curaduría de la exhibición. Gracias a ello, las piezas mostradas en París se mantienen en su llegada a Nueva York, aunque también será posible ver dos maletas y un bolso hecho para la película de Wes Anderson, Darjeeling Limited (2006), un baúl de Albert Kahn o un bolso personalizado para Azzedine Alaïa, entre otras creaciones para personajes reconocidos.
El diseño de la exposición en el edificio American Stock Exchange (en Lower Manhattan) estuvo a cargo de Robert Carsen, quien ha trazado esta travesía desde los orígenes de la marca en 1854 hasta la actualidad, pero la ha dividido en capítulos. Entre ellos destacan el primero, ya que está dedicado al baúl, la pieza maestra de Vuitton y dos más dedicados a la importancia de Estados Unidos en su historia —este fue el mercado más importante de la marca y su principal durante el siglo XIX—.
Sin embargo, el discurso de la expo se centra en reconocer los hitos de la marca. Gracias a ello, dialogan en un mismo espacio las primeras creaciones, la colaboración con Takashi Murakami que dotó de color los materiales en color café y beige, la era de Jacobs y la de Ghesquière, los vestidos que desfilaron por la gala del MET y aquellos que desafiaron las pasarelas.
Aún así, la tradición lo es todo para esta marca francesa. Por ello, la elección de la sede —una bolsa de valores de los años 30— y los retratos de los fundadores no son casualidad, sino un repaso de cómo han llegado hasta aquí. Michel Burke, director ejecutivo de Louis Vuitton sabe lo importante que es la memoria, “mientras más abarca el mundo digital, más importante se vuelve el mundo físico y manual. Es así de simple”. Ese es el secreto de su éxito: fusionar modernidad con métodos milenarios.
La exposición estará abierta hasta el 7 de enero de 2018 y será de entrada libre.