Yoshimi: un pedacito de Japón en la Ciudad de México
Ubicado en el hotel Hyatt Regency, el emblemático restaurante nipón está de vuelta con una experiencia renovada (sin dejar de ser ese lugar tradicional y delicioso).
POR: Mariana Castro
No es ningún secreto que la cocina japonesa es una de las más aplaudidas y populares del mundo. Y aunque por el momento la idea de comer en una barra de sushi en Tokio o un puesto callejero en Osaka es complicada, siempre podemos buscar alternativas locales que nos permitan viajar por medio de la gastronomía. Afortunadamente, más allá de las grandes cadenas y los lugares de moda, en la Ciudad de México podemos hallar algunos restaurantes tradicionales (pocos, pero los hay) que vale la pena conocer. Uno de esos casos es Yoshimi.
Ubicado en el hotel Hyatt Regency Mexico City —también hogar de Amado, una de las panaderías consentidas en la ciudad—, Yoshimi pasó por una renovación de varios meses y acaba de reabrir sus puertas. Si bien el icónico restaurante nipón está de regreso con una experiencia renovada, no ha dejado de ser ese lugar tradicional y delicioso.
Kaizen: cambiar para mejorar
Para los japoneses, el método Kaizen se enfoca en una serie de cambios —discretos, pero enfocados— para el mejoramiento continuo. Inspirados en esta filosofía y aprovechando el cierre obligado por la pandemia, le remodelación de Yoshimi se dio sin perder de vista algo que ha caracterizado al restaurante desde hace años: el apego a la cocina y la cultura tradicional de Japón.
Al entrar a Yoshimi, lo primero que llama la atención es la renovada arquitectura y diseño interior. La nueva imagen —desarrollada por el estudio de Akira Kameta Miyamoto— combina los elementos tradicionales japoneses con una estética más contemporánea en todos los espacios: el salón principal, la barra de sushi, los salones privados y, por supuesto, el jardín zen. Gracias al uso de volúmenes geométricos, tonos neutros y madera, el restaurante se siente mucho más luminoso, espacioso y acogedor.
Uno de los efectos positivos de la pandemia fue la revalorización de los espacios al aire libre, y una de las cartas fuertes de Yoshimi es sin duda su terraza y el jardín zen. Obra del arquitecto Alfonso Muray, este rincón invita a la contemplación y reflexión entre bambú, rocas y arena de mármol, tanto así que es muy fácil olvidar que uno está en una de las zonas con mayor movimiento en la ciudad.
Nuevo capítulo, nueva chef
La reapertura también marca la llegada de la chef y suhiwoman Miriam Moriyama, de padres japoneses y nacida en Argentina, quien después de estar al frente de Shiso, en Río de Janeiro, llega a tomar el mando de la propuesta culinaria de Yoshimi.
Siempre fiel a la tradición culinaria nipona, el menú del restaurante se divide en dos secciones. La primera se apega a los platillos clásicos —sopas, tempura, arroces y fideos— y las especialidades, como el Shabu Shabu con Wagyu. La segunda es un homenaje a la barra japonesa, ya que se enfoca en los nigiris, makis y sashimis. Yoshimi también ofrece dos menús de degustación: el Omakase de tres tiempos y el Kaiseki, un recorrido gastronómico de nueve tiempos. De esta última opción, destacan platillos como el yakimono con robalo chileno asado, marinado en pasta de miso dulce.
Un clásico que no falla
A Yoshimi hay que ir con tiempo de sobra para no apresurar la experiencia y poder disfrutar el carácter ceremonioso de la comida japonesa. A la hora del postre, si bien los clásicos son garantía, como la tempura helada de vainilla, vale la pena probar las opciones que entrelazan los sabores de oriente y occidente, como Kuzu Kiri, una gelatina de raíz con jarabe de piloncillo.
Para maridar los platillos (y alargar la sobremesa), la cava de Yoshimi destaca por su selección de bebidas de origen japonés —sakes, ginebras, whiskies y cervezas—. Sin embargo, no hay que descartar los cocteles inesperados, como el Martini de lychee. Algo que vale la pena mencionar es que el personal del restaurante tiene toda la experiencia del mundo (muchos de ellos llevan ahí desde la era Benkay) y es muy amable, así que no hay que dejar de pedirles sugerencias.
Foto de portada: Tadeu Brunelli.
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