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Guía de Valle de Guadalupe, un paraíso del vino entre el mar y la montaña

En el extremo norte de México, Valle de Guadalupe esconde impresionantes viñedos, reconocidos restaurantes y hoteles que nos invitan a ver el atardecer con una copa de vino en mano.

POR: Mariana Castro \ FOTO: Diego Berruecos

Paisajes que difieren del norte desértico de México.

A  menos de dos horas, y 120 kilómetros, de una de las carreteras más bonitas que existen en el país, está uno de los destinos más hermosos de México. En Valle de Guadalupe todo gira alrededor del vino y las bondades del suelo, y quizá por eso aquí están algunos de los mejores restaurantes y hoteles del país, para ofrecer a los viajeros una experiencia mucho más completa.

Valle de Guadalupe es un pequeño universo de viñedos y plantaciones de olivos; una postal que, de entrada, se asemeja más a un paisaje mediterráneo que a la imagen que tenemos del norte de México. En este destino, las casas vinícolas han sabido aprovechar las envidiables condiciones climáticas que existen. En el Valle se produce 90% del vino de todo el país.

Hay que visitar las etiquetas clásicas, desde L.A. Cetto hasta Casa de Piedra, pasando por Las Nubes, Santo Tomás y Monte Xanic.

La historia de Valle de Guadalupe está marcada por dos países: España y Rusia. Durante el siglo XIX, los misioneros españoles fueron los primeros en introducir la cultura y cultivo de la vid a la zona, que eventualmente generó la fundación de las Bodegas de Santo Tomás, las más antiguas de Baja California. A principios del siglo XX, una comunidad rusa (protegida por Porfirio Díaz) llegó al Valle y no tardó mucho en identificar el potencial comercial del vino mexicano. Después de varias décadas de producción vinícola, la Guerra Fría interrumpió la presencia rusa en la región y el secreto de la tierra prometida del vino llegó a oídos de las grandes bodegas, que aterrizaron en Valle de Guadalupe durante los 70 y han perdurado hasta nuestros días.

Paisajes kilométricos, los mejores vinos del país y mucha hospitalidad.

En la actualidad la gran oferta vitivinícola hace que sea necesario llegar con un plan de acción definido. Cada quien puede armar su propia ruta del vino sin problema. Por un lado, hay que visitar las etiquetas clásicas, desde L.A. Cetto hasta Casa de Piedra, pasando por Las Nubes, Santo Tomás y Monte Xanic, que tiene uno de los espacios más bonitos de todo el Valle de Guadalupe. Por otro, están las iniciativas más pequeñas e inadvertidas, esas en las que no es difícil encontrarse a los dueños en plena cata. Uno de ellos es Finca La Carrodilla, de la familia Pérez Castro (propietarios de La Lomita), un proyecto que busca la producción de vinos a partir de una agricultura biodinámica que respeta el entorno y promueve la sustentabilidad.

Una postal que, de entrada, se asemeja más a un paisaje mediterráneo que a la imagen que tenemos del norte de México.

Pero no todo es vino. En Valle de Guadalupe se ha desarrollado una nueva ola de hospitalidad que va más allá de los hoteles boutique. Aquí hay proyectos que ofrecen la experiencia completa del viñedo, el restaurante y el hospedaje de lujo. Todo en uno. Cuatro Cuartos es perfecto para los que quieren probar el camping sin renunciar a las comodidades de un hotel cinco estrellas, entre ellas un espectacular mirador que se ha convertido en uno de los lugares consentidos del destino. Otro gran ejemplo es Bruma, que además de tener un bed and breakfast de ocho habitaciones, cuenta con villas, viñedos, espacio para eventos y un gran restaurante, Fauna, a cargo del joven chef  David Castro Hussong, heredero natural de los sabores caseros de su natal Ensenada.

Para entender el encanto de Valle de Guadalupe en su totalidad, hay que marcar en el calendario las fiestas de la vendimia en agosto, donde vinicultores y campesinos inician el proceso de la recolección o cosecha de uvas. Por más de 20 días, las casas vinícolas se unen para hacer catas, degustaciones, conciertos, cenas de gala, concursos y muchas fiestas. Además, durante la segunda mitad del año, este destino es un escenario recurrente de distintos festivales gastronómicos y musicales.

En otoño el clima es muy templado y superagradable todo el día.

Qué hacer

Pasear en bicicleta por los viñedos. Muchas vinícolas ofrecen servicio de renta y es una opción muy divertida (y eficiente) para recorrer cada propiedad. Los ciclistas más avanzados deben tener en el radar al Ruta del Vino Bike Ride & Wine Festival, que se lleva a cabo cada verano.

Visitar el Museo Comunitario Ruso, una gran oportunidad para conocer más sobre un capítulo poco conocida de la historia de Valle de Guadalupe.

Conocer el Zoológico Parque del Niño Jersey. Una experiencia ideal para quienes viajen en familia o con niños pequeños.

Pasar un día de naturaleza y aventura en El Salto, donde se puede hacer senderismo, rappel y escalada.

Beber vino y comer bien. Porque el maridaje es importantísimo cuando se trata de vinos, estos son los restaurantes imperdibles de Valle de Guadalupe:

Laja: para muchos, el proyecto de Jair Téllez fue el que puso la primera piedra de la gran oferta gastronómica del Valle. Un clásico que se ha cansado de recibir premios.

Finca Altozano: una visita a Valle de Guadalupe no está completa sin probar el pulpo a las brasas de Javier Plascencia. El espacio es rústico, relajado e ideal para pasar la tarde entre amigos.

Corazón de Tierra: a cargo del chef Diego Hernández, este restaurante bien podría competir por el título del más bonito de México. Hay que reservar con mucha anticipación.

-Silvestre: la versión campirana de Benito Molina y Solange Muris, los dueños de Manzanilla (uno de los restaurantes más celebrados de Ensenada). Sólo abren en verano, en medio de los viñedos en plena cosecha.

Deckman’s en el Mogor: en los últimos años, este restaurante se ha convertido en un nuevo favorito, sobre todo entre los entusiastas de la parrilla.

Quien busca cocina de autor, debe dirigirse a esta región de México.

Dónde dormir

Además de los ya mencionados Cuatro Cuartos ($$$) y Bruma ($$$$), aquí hay opciones para todos los gustos y presupuestos.

Encuentro Guadalupe ($$$$)

Este hotel ofrece increíbles cabinas que parecen estar suspendidas en la montaña.

Adobe Guadalupe ($$$$)

Este espacio fue diseñado por el arquitecto iraní Neil Haghighat y es un hotel estilo hacienda con una atmósfera rústica.

La Villa del Valle ($$$$)

Un alojamiento con un enfoque más mexicano (y es hogar del restaurante Corazón de Tierra).

$ menos de 1000 MXN
$$ 1000-2000 MXN
$$$ 2000-5000 MXN
$$$$ Más de 5000 MXN

Valle de Guadalupe es un destino perfecto para los amantes de la buena hospitalidad.

Cuándo ir

De las vendimias en adelante es la mejor época. En otoño el clima es muy templado y superagradable todo el día.

Cómo llegar

Hay que tomar un vuelo a Tijuana y después rentar un coche (o tomar un camión) para tomar la carretera Transpeninsular hacia el sur. El trayecto toma menos de dos horas y se puede ver el océano Pacífico del lado derecho.

 
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