De las 24 posibilidades de probar un platillo con estrellas Michelin en la capital en esta capital histórica, optamos por explorar tres propuestas.
Unter den Linden (literalmente “bajo los tilos”) es la avenida principal de Berlín que nace en las Puertas de Brandenburgo. Justamente enfrente, en el emblemático hotel Adlon Kempinski, abre cada noche Lorenz Adlon http://lorenzadlon-esszimmer.de/, uno de los veinticuatro restaurantes premiados con dos estrellas Michelin.
Hendrik Otto, el chef desde 2010, hace ocho años que conserva las estrellas gracias a una cocina elegante y creativa, como se aprecia en el langostino, mango, jalapeño, anís etrellado en caldo de crustáceo. Sus menús van de seis a diez pasos, siempre maridados por el sommelier.
A un kilómetro y medio, casi al final de la Unter den Linden, llegamos a Einsunternull https://restaurant-einsunternull.de/en/, en el agitado barrio de Mitte. El edificio fue sede del temible servicio secreto Stasi. El restaurante ganó su primera estrella al año siguiente de abrir, en 2019, por su concepto innovador de elaborar una cocina únicamente con ingredientes alemanes. Sin embargo, los comensales no acompañaron platos tan radicales como tocino derretido, corazón de vaca crudo o un plato de mantequilla pomada de postre cubierto de polen.
El nuevo chef Silvio Pfeufer prefirió una cocina más cosmopolita para su menú de seis pasos que incluye esturión, caviar y mascapone entre sus materias primas “extranjeras”, argumentando que Berlín es una ciudad atravesada por inmigrantes.
Tulus Lotrek https://restaurant-einsunternull.de/en/ está a veinte minutos del centro, en el verdísimo barrio de Kreuzberg. El nombre altera el del pintor francés porque su cocina es de inspiración francesa, pero no la sigue al pie de la letra. El dúo dinámico –hay en el salón alusiones a Batman– son aquí Ilona Scholl en el salón y Max Strohe en los fuegos, pareja y propietarios, que sorprenden con una cocina que no por original pierde de vista lo principal: el sabor.
En un ambiente informal y descontracturado, con mesas en la vereda, proponen dos menús de seis u ocho pasos, uno pensado para “omnivoros” (así dice la carta) y otro para vegetarianos. El plato estrella para los que comen de todo son las codornices con curry púrpura y pistachos, y un coliflor “kimchi” (plato coreano a base de preparaciones fermentadas) a la beurre blanc, con melón y ajonjolí.
El desafío de mantener la estrella o ganar una segunda o una tercera, es el desvelo de quienes cada noche se calzan el gorro de chef. Tendrán que esperar otro año para ver los resultados.