El Chonta: un viaje por aguas subterráneas muy cerca de Ciudad de México
Sumergirse a las profundidades de la tierra para una aventura inolvidable es posible a unas pocas horas de la Ciudad de México, en el Chonta.
POR: Iker Jáuregui
A lo largo del descenso de 400 metros, la luz natural se va apagando, pero los sonidos crecen, rebotando entre las paredes. Lo que se escucha es el ligero rumor de un río que corre más abajo y que quedaría enterrado en la oscuridad y la imaginación del visitante, si no fuera por la luz que se cuela por repentinas grutas. También son las únicas entradas al Chonta, un río subterráneo al norte de Guerrero, casi junto a la frontera con Morelos.
Desde la superficie, hay que bajar rapeleando entre las piedras de la caverna. Su cauce se extiende por más de cinco kilómetros y nadarlo, de principio a fin, toma cerca de seis horas. Sin embargo, este es un destino que tiene muchos secretos por descubrir y donde vale la pena hacer un viaje de más tiempo. ¿Lo mejor? Está a poco más de dos horas en auto desde la Ciudad de México o Puebla.
Escondido en la Sierra Madre Sur
Para llegar al Chonta primero hay que recorrer el camino hasta el Parque Nacional Grutas de Cacahuamilpa al que se llega desde la Ciudad de México a través de la Autopista del Sol, como si fueras a Acapulco, hasta tomar el desvío a Ixtapan de la Sal y Taxco. En un par de horas casi habrás llegado a tu destino.
La verdadera aventura comienza al bajar del coche, donde hay que empezar a caminar a través de la naturaleza del parque, justo en la Sierra Madre Sur, e ir pasando entre la flora local, además de encontrarse con algunos de los animales de la zona, como águilas, tejones y armadillos. La caminata se interrumpirá por la gruta que parte una enorme pared de piedra y parece asomar a un abismo, pero que en realidad es la entrada al Chonta.
Es recomendable realizar el recorrido acompañado desde el principio por algún guía y registrar tu entrada al parque, por cuestiones de seguridad. Existen varios servicios de tour que te llevan en el paseo y arreglan todo para tener la mejor experiencia posible. Te asisten y aseguran, sobre todo, al momento de entrar en la gruta a rapel, un proceso que en ninguna circunstancia se debe de hacer sin preparación.
En las profundidades del Chonta
Una vez bajo tierra, lo único que queda es adentrarse de lleno en las profundidades de la oscuridad y del río. La mejor forma de hacerlo es nadando, pero el mínimo contacto con la luz del sol ha hecho que las aguas del Chonta sean realmente frías y sólo puedan nadarse usando trajes de neopreno.
Como mencionamos antes, la longitud del Chonta puede recorrerse sin problema en una excursión de un día, sin embargo, se convertirá en una jornada cansada. Lo mejor es dividir el viaje en dos partes y hacer una parada para descansar y dormir. Pero ¿dónde podemos detenernos en medio de un río subterráneo? Pues, ahí mismo, en la ribera del Chonta.
La experiencia de pasar una noche en completa oscuridad, con el rumor del río de fondo, sólo para después despertar en esa misma oscuridad, es invaluable y no se puede vivir en muchos otros lugares de México.
Al día siguiente, que se determina sólo por el reloj, ya que el sol aún no habrá hecho su aparición, hay que completar el resto del tramo acuático, nadando hasta el final. Lo que nos espera del otro lado es una gruta como la que nos recibió un día antes, por la que hay que subir de regreso para decir que se conquistó el Chonta.
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