Guerrero

Aún existen pinturas rupestres olmecas, y se encuentran en Guerrero

La cueva de Kawá Sísiki, en Guerrero, guarda uno de las manifestaciones más antiguas de la cultura olmeca. Te contamos cómo visitarla.

POR: Paola Gerez Levy

Las montañas de Guerrero esconden el legado de la cultura olmeca.

Las pinturas rupestres no son escasas en nuestro país y se pueden ver en diversas coordenadas; desde San Borjitas en Baja California Sur o Cueva Pinta en Coahuila, hasta Akil en Yucatán, pasando por las famosas pinturas de Mitla, en Oaxaca, y otras tantas menos conocidas en el estado de Guerrero. Tal es el caso de la cueva Kawá Sísiki, uno de los tres ejemplos de arte rupestre de la cultura olmeca que se pueden admirar en esta entidad.

Ubicada en la Montaña Alta de Guerrero –la zona mixteca al noreste del estado–, esta cueva fue descubierta por el etnólogo Samuel Villela Flores en 1988, mismo que realizó los dibujos preliminares de la interpretación de los trazos ancestrales, severamente degradados por el paso del tiempo. A pesar de sus más de tres milenios de antigüedad, este espacio ha mantenido su perfil sagrado, pues aún en la actualidad los lugareños lo relacionan con la fertilidad, la agricultura y la astronomía.

Las pinturas de la cueva de Kawá Sísiki. Foto: INAH.

Las pinturas rupestres de Guerrero a detalle

En la cueva de Kawá Sísiki hay un panel rocoso de 5 metros de altura por 30 de longitud en el que relucen los restos de las que fueran pinturas rupestres preolmecas, olmecas y hasta de los últimos años de la era prehispánica (algunos incluso sobrepuestos, lo cual dificulta su interpretación). Las primeras intervenciones sobre la roca datan de hace unos tres mil años: líneas verticales rojas encerradas por un óvalo que se han atribuido a observaciones del cosmos. 

Siglos más tarde los olmecas, quienes se consideran la primera civilización de Mesoamérica, plasmaron sus visiones y creencias sobre los pigmentos rojizos de sus predecesores. Las suyas son sin duda las pinturas más atractivas –y ricas, pues es sobre aquellas que Villela Flores ha dedicado su trabajo desde entonces. Se trata de dos personajes: uno vestido de jaguar, con sus manchas y unas garras de las que bota agua, plasmado con pigmentos blanco, negro, ocre y amarillo, que se cree que representa alguna deidad de la lluvia, poder o fertilidad. El segundo ente, en blanco, presume un ornamento en la cabeza, lo cual ha conducido a suponer que personifica al dios olmeca del maíz o un sacrificado; no se sabe con exactitud.

La cueva de Kawá Sísiki está abierta al público. Foto: INAH.

En cuanto a las pinturas más recientes, se sabe que son sobre todo anotaciones astronómicas en las que figuran el Sol y Venus, en rojo y blanco respectivamente. Dichos astros juegan un importante rol en los ciclos de siembra y cosecha, así como en la medición del tiempo, incluso en el presente.

Visitar las pinturas rupestres de Guerrero

El sitio de Kawá Sísiki se encuentra en la localidad de Ocoapa, Guerrero. La mejor forma de llegar es en auto desde Chilpancingo, aunque esto significa transitar por una sinuosa carretera por lo alto de las montañas durante 5:30 horas. Puede que no sea el recorrido más rápido, pero la vista hacia la verde infinidad de la sierra definitivamente lo compensa.

Además de este, en Guerrero se pueden ver otros dos ejemplos de pinturas rupestres. Uno está en las grutas de Juxtlahuaca, en la misma zona montañosa que Kawá Sísiki (a tan solo 1:30 horas de la capital guerrerense), y la otra se localiza en el poblado de Atzala, a unos 40 minutos desde el pueblo mágico de Taxco, al norte del estado.

 
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