Un roadtrip para recorrer lo mejor de Chiapas

La carretera chiapaneca puede ser un auténtico reto, pero este viaje sirvió para conocer los caminos que llevan a lo más profundo del estado.

12 Jan 2024
La laguna de Lacanjá, en plena selva Lacandona.

La laguna de Lacanjá, en plena selva Lacandona.

Todo en Chiapas está lejos. Sus sinuosas y pequeñas carreteras de doble sentido hacen que un roadtrip sea sólo para conductores experimentados. Sin embargo, también hay que aceptar que ésta es la mejor forma, de hecho la única, de adentrarse en las profundidades de la selva y descubrir lo que se esconde en sus rincones secretos.

A veces hay que enfrentarse con una terracería, curvas entre acantilados y, muy frecuentemente, cierres carreteros. Sin embargo, nada de eso es razón suficiente para perderse de Chiapas. Esta ruta, que recorre buena parte del estado en tres etapas, pasa por varios tramos complicados, algunos más que otros, pero siempre recompensados con un destino de ensueño.

San Cristobal de las Casas es el corazón cultural de Chiapas.
San Cristobal de las Casas es el corazón cultural de Chiapas.

Para llegar a estos rincones hay que empezar rentando un auto y la manera más fácil de hacerlo es en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez o, en el caso de Palenque, en el de Villahermosa. Lo ideal es conseguir una camioneta de transmisión manual, ya que las curvas y los caminos de terracería son más una regla que una opción. También es recomendable llevar cambio para pagar cualquier camino que haya sido bloqueado por la población local.

Después de eso estarás listo para tomar la carretera y emprender el roadtrip chiapaneco, que te lleva a lugares increíbles por todo el estado.

Primer tramo: Palenque a Lacanjá Chansayab

Nivel de dificultad en carretera: bajo

Para llegar a la selva Lacandona, la mejor idea es partir desde Palenque y bajar hasta el sur, a la comunidad de Lacanjá. Esta ruta no sólo recorta tiempos, también ofrece la oportunidad de desviarse un poco y parar en alguna de las famosas cascadas del estado. Como las Roberto Barrios, donde el agua es de un profundo azul turquesa y en cada poza te encuentras un grupo de gente diferente: desde turistas europeos, con la piel rosácea por el sol, hasta locales, que pueden enseñarte cómo resbalar por la cascada.

Una parada en Misol-Ha también vale la pena. Aquí, el agua llega a tener caídas de hasta 50 metros, además se forma un sistema de grutas internas y pequeñas albercas naturales donde a veces suceden auténticos rituales mayas. En general, el camino hacia Lacanjá está lleno de estas sorpresas de la naturaleza, de paisajes verdes y aullidos de monos saraguatos, y, por fortuna, es significativamente menos sinuoso que el resto de las carreteras chiapanecas.

Lacanjá Chansayab es una comunidad lacandona que vive al margen de la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Al haber crecido en el bosque y tener una fuerte relación con él, sus habitantes son guías perfectos para recorrer y conocer acerca del lugar más biodiverso del continente. Cuando caminas por la selva acompañado por alguien de la comunidad, también escuchas el nombre con el que conocen cada árbol y el uso típico que les han encontrado. Aprendes cuál fruto cura qué enfermedad, cuál es perfecto para textiles, qué se come, qué tiñe y qué es mejor evitar tocar. De pronto, las plantas y los árboles que parecían iguales adoptan una personalidad particular y revelan historias que solemos ignorar. De pronto te entiendes como parte de una red que funciona de forma perfecta.

Las pozas en las cascadas Roberto Barrios, cerca de Palenque.
Las pozas en las cascadas Roberto Barrios, cerca de Palenque.

Esa selva también es hogar de guacamayas, tapires, jaguares y jabalíes, la mayoría de los cuales prefiere la noche y mantenerse lejos de los turistas, aunque siempre es posible ver murciélagos, mariposas, lagartijas, hormigas y, con suerte, algún tucán.

Los recorridos pueden reservarse directamente con los propietarios de los diferentes alojamientos que hay en la comunidad. En nuestro caso, nos hospedamos en las cabañas Kayom, dirigidas por Gabriel Kayom, quien ofrece dos caminatas diferentes. La primera se trata de un recorrido corto de seis kilómetros, mientras que la segunda consiste en una excursión de dos días, en la que se caminan alrededor de 20 kilómetros hasta llegar a la laguna de Lacanjá para dormir acampando cerca del agua. Ambos recorridos incluyen una visita a la cascada Las Golondrinas y a las ruinas de la ciudad perdida de Lacanjá.

Al ser una comunidad pequeña, la oferta gastronómica no es muy variada, pero su punto fuerte es la frescura de todo lo que se sirve en el plato, recolectado en las inmediaciones. El comedor de Topche Ecolodge es uno de los puntos de reunión a la hora de comer. El menú varía cada día y está decorado con mapas de la zona y fotografías de Gertrude Duby, que muestran a los antepasados de la familia que hoy dirige el lugar. Después de cenar, la forma ideal de acabar el día es sentarse fuera del cuarto, buscar estrellas fugaces en el cielo o luciérnagas más cerca de la tierra.

Segundo tramo: Palenque a Toniná

Nivel de dificultad en carretera: medio/alto

Después de llegar hasta la parte sur del estado, en Lacanjá, hay que regresar a Palenque para tomar camino hacia una de las joyas que Chiapas sigue manteniendo oculta. A diferencia de muchos sitios arqueológicos en el estado, Toniná (que significa casa de piedra en tzeltal) es silencioso y tranquilo. El estado de las carreteras, los topes repentinos y los frecuentes retenes improvisados lo mantienen libre de las grandes masas de turistas que llenan otras ruinas. Si bien hay que estar alerta, vale mucho la pena visitar esta joya del Viejo Imperio maya, que con sus 70 metros de altura cuenta con la estructura más alta de todo el México prehispánico y la mayor muestra del alto nivel técnico y estético que alcanzaron las ciudades mayas en Chiapas.

El doctor Juan Yadeún Angulo ha sido el arqueólogo a cargo de Toniná durante más de 40 años. Vive cerca del sitio, donde tiene un jardín con la forma del mapa de México y réplicas de muchas de las pirámides en el territorio nacional. Con esta maqueta a mediana escala explica las características particulares de cada región y el significado de las montañas para las civilizaciones del México prehispánico, que las replicaban por considerarlas sagradas.

El jardín del doctor Juan Yadeún Angulo, con pequeños modelos de los centros arqueológicos de México.
El jardín del doctor Juan Yadeún Angulo, con pequeños modelos de los centros arqueológicos de México.

En Toniná, los templos que conforman la Acrópolis refieren a diferentes cuerpos celestes y fenómenos naturales: está el templo de Venus, de la Luna, del Sol, del cielo nocturno, del trueno y otros que representan a la Tierra, alineados con montañas importantes de la zona. Asimismo, la Acrópolis entera está alineada con el movimiento solar, lo que convierte la ciudad en un observatorio gigante.

Toniná se diferenciaba de otras ciudades mayas cercanas por su carácter bélico. Se han encontrado esculturas y grabados de prisioneros atados de manos y, durante su esplendor, ciudades como Palenque y Bonampak le rendían tributo. La evidencia de sus rituales de sacrificio enrojecería a cualquier director de cine gore.

Ahora, las ruinas de Toniná viven en calma en el valle de Ocosingo, un punto medio entre la selva y el bosque. El doctor Yadeún hace dos recomendaciones gastronómicas en la zona: el restaurante de mariscos El Jarocho, en Ocosingo, y venir en septiembre a comer jobos, una fruta del tamaño y color del tejocote que se da en un árbol en la explanada de las ruinas. Mi propia recomendación sería ir a la ciudad y comprar queso bola.

Tercer tramo: Toniná a San Cristóbal de las Casas

Nivel de dificultad en carretera: alto

El mejor final para un roadtrip por Chiapas no podía estar en otro lugar que en su corazón, geográfico y simbólico. Por su tamaño y personalidad, parecería como si el mundo entero se concentrara en San Cristóbal de las Casas. A lo largo del Corredor Guadalupe se pueden escuchar diferentes idiomas que van del francés al tzeltal, el zoque, el tzotzil o el alemán. Esta diversidad existe independientemente de sus visitantes y se replica de múltiples maneras por toda la ciudad: en las frutas regionales del Mercado Viejo, en la colección de huipiles y trajes típicos que alberga el Centro de Textiles del Mundo Maya, y en cada una de las especies de orquídeas y bromelias que habitan la Reserva Ecológica Moxviquil, a 30 minutos del centro.

A pesar de toda esta diversidad, escoger dónde comer en San Cristóbal puede llegar a ser un reto que se soluciona alejándose un poco del centro y dirigiéndose a las calles aledañas para encontrar restaurantes cuyo motivo principal es destacar los sabores regionales. Hay lugares como Belil, donde procuran conseguir sus ingredientes con comunidades cercanas a la ciudad, o Taniperla, fundado por un grupo de hermanos provenientes de la selva Lacandona y que ofrece platillos inspirados en su infancia y en los productos del bosque lacandón (las quesadillas, enchiladas y empanadas hechas con tortillas de plátano macho o camote son imperdibles). Además, el Colectivo Taniperla se ha esforzado por que su restaurante sea un lugar comunitario, inclusivo y que defienda los derechos laborales de sus trabajadores.

Izq.: tragos en Bloom, un bar dentro del Hotel Bo. Der.: las quesadillas con tortilla de plátano macho en Taniperla.
Izq.: tragos en Bloom, un bar dentro del Hotel Bo. Der.: las quesadillas con tortilla de plátano macho en Taniperla.

La noche no detiene a San Cristóbal y significa una oportunidad más de seguir explorando, esta vez con sus bares. Sofía Vidal Díaz es directora general de Poxna y dueña de Espirituosa, donde se dedica a promover el pox, un destilado a base de maíz que, si bien no se trata de una bebida precisamente prehispánica, si tiene una fuerte conexión y arraigo dentro de las comunidades mayas contemporáneas, las cuales lo elaboran de forma artesanal y en su mayoría para consumo propio. Pox, en tzotzil, significa medicina y es frecuentemente usado en rituales, festividades o curaciones. Poco a poco ha ganado terreno entre la cultura popular dentro y fuera de Chiapas.

Por otra parte, y muy en línea con el espíritu aventurero, está Blom, una extensión del Hotel Bo, inspirado en Frans Blom, el arqueólogo danés que dedicó su vida a la exploración y el mapeo de sitios arqueológicos en el sureste mexicano, y quien, junto a su esposa Gertrude Duby, luchó por la conservación de la selva Lacandona. El menú de Blom Bar es un conjunto de ingredientes de la región que trazan la vida del explorador y muestran una forma de recorrer el estado sin siquiera levantarse del sillón.

Interior del bar Bloom, muy cerca del Corredor Guadalupe.
Interior del bar Bloom, muy cerca del Corredor Guadalupe.

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