Existe un mango cien por ciento mexicano, que, además, tiene la fama de ser uno de los mejores del mundo. Uno de los más buscados, por su sabor y composición únicas. Porque este mango, conocido con el peculiar nombre de Ataúlfo, tiene más pulpa que la mayoría de las variedades de la fruta.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología, aproximadamente el 69% del peso de un mango Ataúlfo se compone de pura pulpa, mientras que el hueso apenas representa el 10%, haciéndola una de las variedades más jugosas que existen.
Sin embargo, esta importante diferencia con el resto de su especie no es casualidad. Bueno, al menos no completamente. Todo se debe a la muy precisa variedad de condiciones en la selva chiapaneca, de donde este mango es oriundo, y a la búsqueda insistente de un hombre por encontrar el sabor perfecto.
La historia del mango Ataúlfo
El peculiar nombre de esta fruta no es ningún tipo de adorno, si no un homenaje al hombre que la descubrió y que con el tiempo la logró replicar para popularizarla en el resto de México e incluso llevarla a otras fronteras.
El productor local Ataúlfo Morales encontró en un predio de Tapachula, al sur de Chiapas, un grupo de árboles de mango que rápidamente reconoció por sus frutos únicos. Lo que había descubierto era un ejemplar casi perfecto por donde se le viera: de buen sabor y olor, con una cáscara resistente y un alto contenido de pulpa.
Recién empezaba la década de los cincuenta cuando el señor Ataúlfo compró el predio con la esperanza de trabajar en una réplica de esta clase tan especial de mango. El descubrimiento era digno de expandirse y desde el principio llamó la atención de otros especialistas que se unieron a la cruzada por cultivarlo.
Incluyendo al ingeniero agrónomo Héctor Cano, quien, casi a una década de su descubrimiento original y después de muchos experimentos, terminó dando con un injerto que finalmente permitió la creación de una réplica masiva del mango que él mismo bautizó como Ataúlfo.
De Chiapas para el mundo
Lo que antes se reducía a una media decena de árboles perdidos en la selva chiapaneca, ahora es un sabor conocido en casi todo el mundo. En esa región el mango se ‘mexicanizó’. La naturaleza transformó la fruta que siglos antes llegó en barcos a nuestro país, a bordo del famoso Galeón de Manila.
El tiempo volvió esta variación tan popular que su cosecha en Chiapas ha alcanzado las 150 mil toneladas anuales, además de extenderse a otros seis estados. Eso sin mencionar, que en 2003 obtuvo una denominación de origen que protege y limita su producción únicamente en México.
