Puebla es una ciudad colonial que combina su pasado histórico con un nuevo, moderno y sofisticado horizonte arquitectónico, gastronómico y cultural. La cuarta ciudad más grande de México y la representante del barroco novohispano por excelencia y, sin embargo, es una urbe que siempre se reinventa y ofrece a quienes la visitan iniciativas nuevas y emocionantes.
Ya sea que los viajeros vayan en busca de lo tradicional o de lo moderno, la brújula de un viaje a Puebla siempre es el Centro Histórico, por su enorme muestra de arquitectura virreinal. Un ejemplo de ello es la Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción y la impresionante Capilla del Rosario —a un costado del Templo de Santo Domingo—, una de las expresiones artísticas y arquitectónicas más elaboradas del barroco.
La Biblioteca Palafoxiana es un placer literario y arquitectónico en igual medida. Con la primera donación hecha por Juan de Palafox Mendoza en 1646, este recinto se convirtió en la primera biblioteca pública de América, y hoy alberga más de 45,000 volúmenes en las estanterías de madera originales.
La cuarta ciudad más grande de México y la representante del barroco novohispano por excelencia.
La gastronomía de Puebla es considerada una de las mejores de México y con mucha razón. Los ingredientes, las técnicas de cocina y su ejecución hablan de la herencia barroca y prehispánica. Entre sus más altos representantes están el complejo mole poblano, que lleva hasta 70 ingredientes, y los chiles en nogada, que muchos consideran el platillo mexicano por excelencia.
Al noreste del Centro Histórico se encuentra Angelópolis, el distrito financiero y comercial de Puebla, en el que las propuestas de cultura y entretenimiento conviven en un ambiente moderno. El Parque Lineal es un espacio abierto en el que se puede conocer el Jardín del Arte y el Ecoparque Metropolitano, dos áreas verdes con lagos artificiales y juegos infantiles en el que los habitantes de la zona salen a caminar, hacer ejercicio y pasear a las mascotas.
También en Angelópolis está el Museo Internacional del Barroco, una obra del arquitecto japonés y ganador del premio Pritzker 2013 Toyo Ito, un gigante y ondulado edificio blanco que se complementa con la vegetación del lugar. En este modernísimo museo se exhibe una buena colección de arte barroco entre pinturas, objetos de la vida diaria, esculturas y maquetas que se complementan con pantallas multimedia. El espacio es uno de los más fotografiados del estado por su belleza.