Chacala: la playa de color jade en Nayarit
Es aquí donde las olas de más de dos metros se juntan con la selva seca del estado.
POR: Pamela Herrera
Chacala es conocida por ser una de las playas vírgenes más hermosas y, no es para menos. La Sierra Madre Occidental se une con el mar y envuelve a la playa con palmeras, caobas y rosamoradas, combinando con la arena dorada y el mar azul que, en conjunto, crean un efecto de color jade -como si éste fuera un filtro de Instagram-. Caminando por el poblado a pocos pasos de la playa, es fácil ver huertos con mangos y plátanos, un genuino espectáculo tropical.
Con alrededor de mil habitantes, ésta ofrece a sus visitantes un ambiente de comunidad y amabilidad donde todos los pobladores se conocen, el servicio en los restaurantes es acogedor y la fachada de las casas combina en perfecta armonía con el entorno -los techos cubiertos con paja de palma no faltan-.
Por supuesto, la fauna del lugar también es importante. Chacala fue reconocido en 2002 como Pueblo Galería por la diversidad de aves que aquí habitan. Mientras disfrutas del pueblo y la playa, es posible que escuches y veas urracas volar a tu alrededor; las gaviotas, las garzas y los pelícanos también forman parte del paisaje y le dan vida a la comunidad.
A un paso de la aventura
El factor sorpresa de Chacala son, definitivamente, las playas que están tan cerca de ella. Tres principales playas semi vírgenes que presentan un oleaje para todos los gustos. Las Cuevas y la Caleta son las favoritas de los surfistas, sus olas miden hasta 2 metros y medio, ideal para practicar bottom turn una y otra vez. Si olvidaste tu tabla en casa, puedes rentar una en el hostal Villa Linda Vista o a un costado de la Lonchería Mar 3.
Por su parte, Chacalilla regala un oleaje mucho más calmado perfecto para nadar y gozar del mar mientras escuchas el canto de las aves.
A la hora de la comida, lo único que queda por hacer es disfrutar de un pescado zarandeado en Chico ‘s Bar o en Lalaxtli Bread & Restaurant. Si quieres degustar un platillo más tradicional, entonces puedes comer un cóctel de tiquiliches -pequeños crustáceos similares a los camarones de origen nayarita-. A estos se les cocina en agua hirviendo y se prepara un cóctel de mariscos muy similar al ya conocido cóctel de camarones. El agua de cebada cruda -típica de la región y con un sabor parecido a la de horchata- o una piña colada harán de tu comida un goce total.