Las playas de Jalisco tienen fama y reputación internacional por ser algunos de los mejores spots en todo el Pacífico mexicano. Su clima, la comida y la belleza natural, las respalda. Destinos como Puerto Vallarta atraen a miles de viajeros, desde varios destinos en todo el mundo. Pero, más allá de los grandes hoteles y las masas de turistas, hay una pequeña joya que se esconde entre montañas. Hablamos de Yelapa.
Anclada en la parte sur de Bahía Banderas, que de hecho comparte a una distancia prudente con la propia Puerto Vallarta, esta pequeña playa goza de cualquiera de los atributos paradisíacos de sus vecinos, pero ha logrado eludir todo lo negativo que siempre parece acabar llegando a las mejores playas: aquí no hay multitudes y el panorama selvático se mantiene intacto.
Pero ¿cómo es que Yelapa puede seguir siendo un paraíso secreto entre todo eso? La respuesta se encuentra en su compleja ubicación y la escasez de vías que la conectan con el resto de Jalisco. A pesar de que no es mucha la distancia real que la separa de otros puertos y ciudades, prácticamente no existen caminos para llegar hasta allá en coche.
Aunque no hablamos de una isla y algunas aplicaciones de rutas y geolocalización pueden sugerir una vía terrestre, la realidad es que estas carreteras a través de las montañas y la jungla no son transitables. De hecho, ni siquiera los propios locales se animan a recorrerlas.
Entonces, ¿cómo se llega a Yelapa?
La única forma que nos queda para hacernos camino hasta esta playa secreta de Jalisco es la lancha. Para esto, hay dos opciones: puedes tomar una embarcación desde el muelle de Playa Los Muertos, muy cerca de Puerto Vallarta, o en Boca de Tomatlan. Ninguno de los trayectos asciende la hora y en ambos lugares hay varias opciones de taxis acuáticos disponibles. El paseo por la Bahía de Banderas es una aventura que vale la pena por sí sola, surcando aguas turquesa, arcos de piedra y otras playas anónimas.
Aunque puede ser un paso extra, esta travesía es lo que ha hecho posible que Yelapa se conserve como un secreto prácticamente intacto. El pueblo, se reduce a una pequeña calle, pero arriba de los cerros que forman la pequeña bahía, también se levantan las casas de locales y algunos hotelitos con vistas incomparables al Pacífico.
En la playa, algunas palapas reciben a viajeros hambrientos con mariscos o pescado fresco. Detrás de la costa, entrando a sus montañas, también esperan los dos ríos de Yelapa, uno homónimo y El Tuito. Una caminata por sus riberas es una inmersión en la jungla para encontrar varias cascadas con saltos de hasta 30 metros de altura.
