Cuando Francisco Toledo (1940-2019) tenía trece años, viajó a la ciudad de Oaxaca para estudiar la secundaria. Al llegar se quedó en casa de su tía y en uno de los cuartos notó algo que nunca había visto. El piso estaba compuesto por baldosas de cemento con un diseño marmoleado. “Me llamó mucho la atención. Yo venía de un lugar en donde no se veía ese arte. Los pisos de las casas del istmo eran de tierra o de ladrillo”.
Después, viajó a la Ciudad de México e ingresó a una escuela que enseñaba cómo integrar el arte con la arquitectura. “Eso me dio la idea de que los artistas debían hacer cosas para que la gente pudiera tener lo mismo un cuadro que un piso, un vitral, o un barandal”.
Esas ideas se volvieron importantes para su trabajo. Décadas más tarde comenzó a aplicar su vocabulario artístico para materializar objetos. Desde libretas y calcetines hasta rejas y baldosas de cemento.
El principio
Toledo conoció el taller de baldosas Arte y Decoración en el 2007 y reconoció de inmediato la calidad de su producción. También percibió que las baldosas se veían anticuadas ya que había pasado mucho tiempo desde que habían renovado su catálogo. Hizo decenas de nuevos diseños para el taller e invitó a otros artistas a que se sumaran.
Uno de los primeros proyectos en usar estas nuevas baldosas fue el Hotel Azul (M. Abasolo 313), inaugurado en el 2010. “Las baldosas dan la posibilidad de personalizar pequeños lotes”, dice el diseñador Héctor Esrawe quien estuvo a cargo del interiorismo del hotel, en el que se invitó a distintos artistas a crear habitaciones de acuerdo a su propia estética.
“Además, la fabricación irregular de las baldosas contrasta con la homogeneidad del mundo digital. Le agrega un valor tradicional”.
José Villalobos fue uno de los artistas que diseñó nuevas baldosas para su habitación. “Me interesó la seriación —como empata una cosa con otra— y las posibilidades que da un rompimiento”.
Villalobos, quien trabaja formas abstractas, frecuentemente suaviza los elementos rígidos interrumpiendo la trayectoria de sus líneas con dobleces. “No es geometría rigurosa”.
Composición de elementos
Para algunos artistas, interesados en lo único e irrepetible, reproducibilidad de las baldosas resultaba poco atractiva, pero para otros, era un reto.
“Lo que se vuelve único es como lo aplicas.” dice Ricardo Pinto. “Es como un ladrillo, se puede usar para muchos tipos distintos de construcciones arquitectónicas. Me interesa cómo el ritmo y la multiplicación pueden ser elementos pictóricos”.
Los ladrillos, de hecho, inspiraron su diseño. A primera vista, su piso parece una abstracción formada por figuras geométricas y colores blanco, negro y gris, la composición es engañosa.
En realidad, registra la manera en que se acomodan los ladrillos al fabricarse, así como las sombras que proyectan a cierta hora del día. (Los pisos pueden verse en la tienda Son de aquí en García Vigil 601-A).
En contraste, los pisos que diseñó Ezequiel Farca para el restaurante Expendio Tradición (Reforma esquina con Murguía) abierto en el 2014, no hacen referencia al mundo cotidiano.
Utilizó la figura del triángulo, a distintas escalas y en acomodos diferentes, para cubrir la totalidad del espacio y unificar el interior. “Reinterpretamos conceptos tradicionales y los fusionamos con la modernidad que vive Oaxaca”.
Al diseñar nuevas baldosas, los artistas y diseñadores sintetizaron sus ideas sobre estética, reproducibilidad y abstracción.
Las historias detrás de sus pisos nos ayudan a entender la manera en que ven al mundo a la vez que capturan partes de su pensamiento artístico en un cuadrado de cemento.