Entre su centenar de diferentes tipos de mole, el mezcal, la arquitectura de la capital del Estado y sus playas, es posible que aún no hayas tenido oportunidad de recorrer estos pueblos mágicos que, además de poseer un carácter cultural único, se distinguen por su naturaleza.
Huautla
Huautla de Jimenez se encuentra en el corazón de la Sierra Mazateca. Al llegar lo primero que notarás es su perfume de flores combinado con el de los cafetales.
Con un clima templado y húmedo, aquí llueve una buena parte del año, lo que provoca la niebla característica de sus montañas. Allí, el bosque de encinos, sobre los que crecen líquenes, reposa en senderos cubiertos de musgo y rodeado por bromelias y orquídeas.
También en este sitio se ubica la Cueva de San Agustín; con más de 1,200 metros de caída, es considerada la más profunda de América, y una de las más largas del mundo con 80 km de longitud, sagrada para los mazatecos nativos por tener abundantes cuerpos de agua. De acuerdo con los mazatecos, ésta pertenece a Chicón Nindó, el señor de los cerros, quien cuida y protege todo lo que hay dentro de la cueva.
A esta cueva solamente pueden entrar los espeleólogos más experimentados, y no porque el terreno esté cerrado al público en general, sino porque las condiciones naturales son exigentes.
Huautla tiene una larga historia como tierra de chamanes, y la más famosa de todos fue, sin dudas, María Sabina; aunque en general, los lugareños practican medicina tradicional, las limpias o sesiones curativas son realizadas por los chamanes locales.
Sin embargo, la fama de este pueblo mágico reside también en las artesanías elaboradas por las mujeres, desde huipiles y quexquémitls (prenda usada para cubrir la espalda y el pecho) con bordados hechos a mano, hasta trajes regionales hechos en telar de cintura.
Un paseo por el mercado municipal de Huautla es esencial para vivir la experiencia completa, así como probar el mole amarillo, los tamales de cebollín o de tesmole, el caldo de chivo y las tortillas con yaca.
Mazunte
Para muchos es un simple destino de vacaciones más en Oaxaca, sin embargo, se trata de un pueblo mágico reconocido por su biodiversidad.
En sus playas desovan las tortugas golfinas, laúd, pietras y carey, razón por la que existe un centro ecológico y varios campos para su protección, y de diciembre a marzo puedes observar la llegada de las ballenas jorobadas que migran cada año de Baja California en busca de las cálidas aguas del sur para dar a luz a sus crías.
Este pueblo es conocido por ser un paraíso para los surfistas y aunque el ritmo del océano siempre está marcado por una bandera amarilla, los viajeros más intrépidos son quienes disfrutan del oleaje.
Para quienes prefieren un plan menos adrenalínico, lo ideal es seguir el sendero que conduce a la cima de Punta Cometa, un camino boscoso de poco más de dos kilómetros que te hace olvidar que estás en la costa te lleva directo a la cúspide del acantilado. El último fin de semana de noviembre, durante el Festival de Jazz de Mazunte, algunas tortugas son liberadas.
Capulálpam
En la Sierra Norte de Oaxaca, considerado el lugar natural mejor conservado del estado, se ubica este pueblo mágico que se unió a la lista en 2007 gracias a su belleza natural y a su arquitectura.
Capulálpam proviene del náhuatl y significa “tierra del árbol del capulín”, especie típica de la región.
Al estar enclavado en la sierra, Capulálpam es perfecto para practicar senderismo, bici de montaña y climbing. Durante un recorrido entre las veredas del bosque de coníferas de la Sierra Juárez es posible avistar especies oriundas como zorrillos cadeno, linces rojos, conejos de cola de algodón y cacomixtles).
En el centro, las casas hechas con adobe y, techos de teja, así como las calles empedradas son, a primera vista, el principal atractivo; pero el Templo de San Mateo Apóstol es la verdadera joya del pueblo.
Esta iglesia construida con cantera amarilla y decorada en su interior con madera de pino, data de los siglos XV y XVII, toda una joya de la arquitectura novohispana.
Como en todo Oaxaca, aquí la gastronomía es un atractivo esencial, como los chiles de agua rellenos de quesillo y los tamales de chepil, que son la especialidad del pueblo.