Nuestros lagos (y lagunas) favoritos en México
Más allá de las opciones clásicas, encontramos algunos lagos y lagunas imperdibles para conocer en un viaje dentro de México.
POR: Iker Jáuregui
Hay un especie de impulso viajero que siempre busca la cercanía con el agua. Algo sucede con la atmósfera costera que eleva cualquier vacación a otros niveles de tranquilidad. Puede que tenga que ver con el tacto de la brisa, el sonido de la corriente y, desde luego, con el cambio completo de panorama. Esta búsqueda no tiene que limitarse a las olas del mar. Un viaje cerca de la quietud de algún lago es suficiente para poder desconectarse. Por eso, nos dimos a la tarea de encontrar nuestros lagos y lagunas favoritos en México, perfectos para el descanso y el contacto con la naturaleza.
Hay opciones ciertamente populares que no podíamos dejar de incluir, ideales para pasar varios días. Otras perfectas para completar un viaje por el interior del país y algunas menos conocidas que, sin embargo, no deberían estar fuera del radar de ningún viajero. La recomendación general para una estancia en estas costas es relajarse y sólo disfrutar el paisaje, pero también puedes encontrar grandes opciones gastronómicas e incluso practicar algún deporte extremo.
Lago de Cuitzeo, Michoacán
Puede que Cuitzeo no sea ningún secreto. Después de todo es el segundo más grande entre todos los lagos de México, sólo después del de Chapala en Jalisco. Pero es necesario traerlo a esta lista por la amplia oferta que los viajeros pueden encontrar no sólo en sus aguas, sino también en los poblados a su alrededor.
A apenas a media hora en coche desde Morelia y poco más de tres horas desde Ciudad de México, desde el camino se pueden obtener grandes vistas al imponente lago de Cuitzeo. Justo por en medio corre un tramo de carretera que conecta sus dos costas, comunicando la región del Bajío con Morelia. Más que un puente se trata de un par de calzadas a nivel del agua, un trayecto alucinante desde donde se puede contemplar la inmensidad del paisaje.
Dentro del lago, es posible realizar actividades como la pesca, moverse en kayak entre alguno de sus islotes o admirar la diversidad de especies aladas que llegan hasta sus aguas todos los años. Durante los meses de invierno, cuando la temperatura desciende considerablemente, se pueden avistar especies únicas que descienden desde Canadá, como el pelícano borregón.
Más allá del agua, en un paseo por el pueblo de Cuitzeo y sus alrededores se puede conocer más sobre la historia colonial de esta parte del país, en recintos históricos como el Exconvento y la parroquia de Santa María Magdalena o el Museo de la Estampa. Incluso puedes aprovechar para visitar una antigua ciudad prehispánica, en la zona arqueológica de Tres Cerritos.
Laguna Nichupté, Quintana Roo
No hay que ir muy lejos de la zona hotelera de Cancún para acercarse a las maravillas naturales de la península de Yucatán. Si se quiere cambiar de escenario después de varios días frente al Caribe Mexicano, sólo basta con darle la espalda (literalmente) al agua azul y cruzar la calle hacia la laguna Nichupté.
Este cuerpo de agua detrás de la franja hotelera cubre alrededor de 3,000 hectáreas, con costas llenas de vegetación que la hacen perfecta para acercarse a la flora y la fauna de la región. Tortugas blancas, aves migratorias y cocodrilos habitan estos lares aprovechando el encuentro de corrientes de agua dulce de la laguna y salada del Caribe. De hecho, sólo está permitido nadar en puntos específicos para no perturbar la vida silvestre y evitar accidentes de los visitantes.
Puedes sumergirte en lugares como Punta Nizúc o la laguna del amor, que son ideales para practicar snorkel o deportes acuáticos como paddleboard y esquí. Pero, un buen plan es recorrer Nichupté a bordo de una lancha o incluso remando en un kayak. Puedes pasar el día entero navegando sus aguas, salir a mar abierto a través de algún canal y regresar para ver la puesta de sol. También puedes hacerlo desde la terraza de alguno de los mejores restaurantes de Cancún que dan directo a la laguna.
Lagunas de Montebello, Chiapas
En el corazón de Chiapas, cerca de Comitán, pero aún más de la frontera de México con Guatemala, se encuentra el Parque Nacional Lagunas de Montebello. Más de 6,000 hectáreas de naturaleza transitan entre bosques de pino, cuevas, cerros y 60 impresionantes lagunas que van cambiando de color, entre turquesa, verde y oscuras tonalidades de azul.
Además de sumergirte en las profundidades del agua, visitar algunas cascadas o navegar en una de sus características balsas de palos, lo mejor es hikear a través del bosque e irse haciendo paso entre la vida silvestre.
Camino a la cima de algunos de los cerros que rodean las lagunas, para tener una vista privilegiada de todo el parque, podrás encontrarte quetzales, tigrillos, venados cola blanca o pájaros carpinteros.
Laguna Ojo de Liebre, Baja California Sur
A diferencia de otros lagos y lagunas en México, a la Ojo de Liebre, en Baja Sur, no se viene a nadar, tomar el sol o practicar deportes acuáticos. Aquí se viene para el avistamiento de ballenas. Todos los años, durante los meses de invierno, cientos de especímenes de ballenas grises se hacen camino desde el Océano Ártico, en busca de condiciones cálidas para aparearse y dar a luz.
Las aguas calmas de las lagunas en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, incluyendo Ojo de Liebre, son una ambiente perfecto para esta especie de ballenas, una de las más difíciles de avistar, ya que habitan y se mueven exclusivamente por el Pacífico Norte.
El camino para llegar hasta allá, sin embargo, puede ser complejo, a tres horas en auto de otras grandes ciudades en la Baja como Loreto, y casi siete desde La Paz.
Además, el área de El Vizcaíno y sus alrededores está reservada por completo para la naturaleza, por lo que puede ser difícil encontrar opciones de hospedaje o comida. Sin embargo, es un plan ideal para acampar en el desierto y estar muy cerca de la naturaleza.
Lago de Zirahuén, Michoacán
Michoacán es una región de lagos como pocas en México. Ya hablamos de Cuitzeo y, desde luego, también está el mítico lago de Pátzcuaro. Pero, quizá un poco más discreto que sus vecinos, al menos en popularidad, el lago de Zirahuén es una joya oculta en el estado.
Una antigua leyenda purépecha cuenta que el lago fue llenado con las lágrimas de una princesa que fue secuestrada por los invasores europeos durante la conquista y a quien los dioses transformaron en sirena para poder escapar. Algunos lugareños aseguran que sigue nadando en Zirahuén, otros incluso presumen haberla visto.
Lo cierto es que, en medio de un denso bosque, este cuerpo de agua es un refugio natural de paz y desconexión sin muchos visitantes, perfecto para descansar y dar una vuelta en lancha.