Enclavado en la región cítrica de Nuevo León se encuentra el Pueblo Mágico que vio nacer a las famosas glorias de nuez con cajeta -ese dulce mexicano que todos hemos devorado más de una vez- y que nos cuentan historias sobre la época colonial del país a través de sus construcciones coloniales, barrocas y neoclásicas: Linares.
Hacer un viaje a un destino colonial es sinónimo de visitar los rincones ocultos -pero no tanto- de Linares, un recorrido al pasado de México podría ser un gran plan para el fin de semana hasta más días, si eres un apasionado de la vieja arquitectura de la colonia.
Viaje en el tiempo entre fachadas históricas
Como algunos otros pueblos mágicos del país, Linares tiene un Acueducto Colonial en las afueras. Éste se ha mantenido firme y fuerte a través del tiempo y de los huracanes. Se cree que el Acueducto Colonial fue construido en el siglo XIX debido a la piedra arenisca que fue utilizada para elevar los 33 arcos tipo Tudor que lo componen. Naciendo al ras del suelo, esta obra conectaba al río Conchos con la comunidad y también fue el paso de la rueda motriz y el molino de caña.
A 20 minutos del Acueducto Colonial está el centro de Linares, donde te reciben el letrero característico de cada Pueblo Mágico, rodeado por los edificios de la Plaza de Armas que retratan la arquitectura antigua.
Siguiendo en el centro por la calle Hidalgo topamos con el estilo barroco de la Catedral de San Felipe Apóstol, edificada en 1777, cuando Linares se convirtió en sede episcopal. Es aquí donde descansan los restos del sargento Mayor Sebastián Cumplido Villegas, quien fundó el pueblo en 1712.
El Palacio Municipal, obra que destaca por su estilo neoclásico inglés y su brillante color rojizo, resultó ser una de las construcciones porfirianas más notables del noreste del país, misma que fue levantada al lado derecho de la Catedral entre los años 1896 y 1897.
En contraesquina con la Catedral se ubica el Museo Linares, cuyo edificio data del siglo XVIII y que fungió originalmente como la casa de Ignacio del Valle y su familia. En el siglo XIX, esta casa fue convertida en hotel por órdenes del alcalde Antonio de la Paz: el Hotel San Antonio; sin embargo, después de la Revolución el inmueble se convirtió en el actual museo. Desde 1993 éste pertenece al Gobierno del Estado de Nuevo León.
En el costado izquierdo del Museo Linares se sitúa la Botica Morelos, farmacia tradicional donde se preparaban los tónicos y purgantes de la época. Su fachada está decorada por grecas que honran la memoria de las culturas maya y azteca, mientras que dos esculturas de héroes nacionales de distintos momentos históricos, José María Morelos y Pavón y Cuauhtémoc (el último emperador azteca), coronan el tejado del edificio. En el interior se conservan los muebles de madera originales, así como botellas, envases y recetas de los remedios que utilizaban las personas de ese tiempo para aliviar la depresión, el mal de ojo y el susto.
La construcción natural
Gracias a su ubicación muy cercana de la Sierra Madre Oriental, siguiendo por la carretera Linares-Matehuala, a 28 km de la cabecera municipal de Linares, se encuentra el Cañón de Jaures, un espacio natural en el que sorprende la espectacular formación de las paredes montañosas que lo rodean.
En la parte baja del cañón hay una cueva llamada El Volcancito: en temporada de lluvia -de junio a septiembre- el agua que corre por ahí sale disparada asemejando a la erupción de lava de un volcán.
En lo alto de las montañas nacen bosques de pino y encino que son el hogar de los halcones de cola roja y por los cuales puedes pasar horas practicando senderismo.
Llegar a Linares
Linares se localiza a poco menos de dos horas del centro de Monterrey, en un viaje sin desvíos por la carretera MEX8.
