Si uno se para a un lado de la carretera que atraviesa la Península de Baja California, podrá escuchar sobre todo el silencio del aislamiento, de vez en cuando el motor de un auto, o un camión o incluso motocicletas.
El ruido blanco de los insectos y el viento soplando entre los cirios. Y, de repente, el silbido motorizado de un vehículo inusual en el paisaje carretero: un monociclo eléctrico con un hombre encima.
El responsable del aparato, que es a la vez piloto y pasajero, es el viajero The Barefoot Dream, un aventurero inglés que responde al nombre de Ben.
Con destinos tan variados como Mongolia, Sudán o Vanuatu en su historial, su más reciente viaje fue cruzar la Península de Baja California sobre una sola rueda, cruzando playas, terracerías, explanadas de sal y explorando la peculiar vegetación desértica de la región.
La famosa Carretera Transpeninsular
Esta vía federal, cuyos 1,711 km totales se terminaron en 1973, atraviesa la Península de Baja California de norte a sur.
Después de haber recorrido de San Francisco hasta San Diego, Ben inició su trayectoria por México en Tijuana. De ahí, lo que sigue es una autopista en dirección al sur que bordea las montañas y brinda vistas que hacen contrastar el azul profundo del Océano Pacífico con el marrón del terreno árido.
Las salinas más grandes del mundo
Una de las paradas de este viajero fue Guerrero Negro, una localidad fundada alrededor de una extensísima mina natural de sal localizada precisamente en el paralelo 28 –línea imaginaria que divide a ambos estados bajacalifornianos.
Según la leyenda, el nombre de las salinas proviene del barco ballenero Black Warrior que fue vencido por el oleaje y arrastrado a esta laguna a mediados del siglo XIX.
Desde donde se mire, las salinas de Guerrero Negro lucen como un planeta extraterrestre de superficie lisa y blanca, estéril y resplandeciente que se extiende hasta el horizonte.
Mulegé, un oasis de palmeras y mangos
En un paisaje opuesto a las salinas, el pueblo de Mulegé existe en la costa este de Baja California Sur desde hace más de 300 años.
Lo que hace especial a este sitio es su oasis, un río pacífico que tiene su origen en un ojo de agua dulce. Un vistazo a este ecosistema tropical invita a olvidarse del desierto y a dejarse impresionar por las palmeras de dátiles y árboles de mango, naranja y guayaba que componen la espesa vegetación a ambos lados del río.
Cruzar el Mar de Cortés de La Paz a Mazatlán
Como una de las últimas paradas de The Barefoot Dream figura la Paz, capital de Baja California Sur. Un destino que atrae a viajeros nacionales e internacionales por igual, aquí hay actividades para todos los gustos: desde relajarse en una playa aislada de aguas cristalinas hasta bucear con tiburones ballena o hacer sandboarding en las dunas.
Para el atardecer, una parada obligada es recorrer el icónico malecón de cinco kilómetros –ya sea a pie o en bicicleta– y respirar el aire despreocupado de la ciudad.
Desde este punto, el aventurero y su monociclo cruzaron el Mar de Cortés a bordo de un ferry que los llevó a Mazatlán, donde continuaron la ruta tierra adentro rumbo a las montañas que marcan el límite entre Sinaloa y Durango.
